Nombres de niños inscritos en 2016 reflejan influencia de teleseries turcas

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Datos del Registro Civil muestran alza en uso de estos nombres. Selim, Kenam y Elif, son algunos de los ejemplos de estos casos.




Hace tres años se estrenó por televisión abierta, Las mil y una noche. Una producción hasta ese momento desconocida para la audiencia nacional, una telenovela turca, que se transformó en la más exitosa del año con 28,2% puntos promedio de rating, y un peak de 30 puntos. Fue el inicio del boom de las producciones turcas.

Pero el fenómeno no se limitó a lo televisivo. Cada vez más padres escogen los nombres de sus hijos inspirados en esas telenovelas. La influencia se aprecia entre los más de 10 mil nombres de niños y niñas inscritos en el Registro Civil e Identificación en 2016.

Dentro de los 100 más populares se mantienen opciones tradicionales, liderados por Sofía (4.011 niñas) y Agustín (4.106 niños), pero irrumpen nuevos nombres. Es el caso de Elif, título de una de esas producciones. En 2016, 59 niñas en Chile fueron inscritas de esa forma, situándose en el lugar 200, superando incluso a Loreto (222) y Verónica (249).

Entre los nombres femeninos también figuran Samira (40 niñas, en el lugar 266), Azeneth (18 niñas en el lugar 452) y Nilufer de otra teleserie (con 9 niñas en el puesto 707). Un nombre de origen árabe, Zaira, derivado de "al-Zahira" (florecilla) está en el lugar 571, con 13 niñas. Se inscribieron además, cuatro niñas como Melek (teleserie Elif), Sherezade (1) y Fatmagul (1).

Los nombres de niños también muestran el fenómeno. Samir se ubica en el lugar 213, con 50 niños, superando a Alberto (214, 48 niños). Otros ejemplos son, Ibrahim (en el lugar 388 con 16 niños), Josué (88 con 246 niños), Moisés( 138 con 128 niños), Esai (245, 35 niños), Adiel (251, 34 niños), Josías (255, 34 niños), Yair (263, 32 niños) y Oseías (323, 21 niños).

Fenómeno de audiencia

Gastón Salamanca, doctor en Lingüística y docente de la U. de Concepción, quien ha estudiado el uso, prestigio y estigmatización de nombres propios en Chile, explica que la aparición de nombres provenientes de teleseries turcas está asociado con el éxito de las mismas.

"Ese éxito se debe a que la teleserie turca vuelve a un formato clásico de la telenovela tradicional, formato que tiene un público potencial en ciertos estratos y que muestra sin mayores sofisticaciones un tránsito que va desde la precariedad/tragedia afectiva o económica inicial, a un happy end en planos importantes como los mencionados", explica.

Nombres que son elegidos, agrega Salamanca, como un modo de que el recién nacido sea una persona que logre ese mismo éxito. "En este contexto, se produce una sintonía con la colocación de nombres de futbolistas, cantantes, etc. Además, en estratos sociales donde el nombre extranjero es habitual (Maikel, Byron, Chirley, etc.), recurrir a un nombre turco no parece desfasado", sostiene.

Lorena Antezana, académica del Instituto de la Comunicación e Imagen de la U. de Chile, explica que el éxito de las producciones de origen turco dan cuenta de la relevancia innegable que la televisión abierta aún tiene en nuestro país.

En la investigación Telenovelas turcas en Chile, ¿el éxito del melodrama clásico en Mega?, Antezana indica que constataron que gran parte del atractivo de esas producciones es porque vuelven al relato melodramático clásico. "Desarrollan temas como los triángulos amorosos, dos hermanos enamorados de la misma persona. Se retoma la lógica dramática de héroes y heroínas que está en la base de los relatos griegos".

Además, dice Antezana, son producciones largas, algo muy valorado por quienes gustan de ese género. "Logran conocer muy bien al personaje e identificarse con ellos. Los acompañan todos los días".

Constanza Mujica, académica de la Facultad de Comunicaciones de la U. Católica, destaca que marcaron una diferencia en las técnicas de actuación. En las telenovela latinoamericanas, los actores dicen lo que piensan, lo qué están haciendo y lo qué van hacer. "En las turcas son sobrios y escuetos con el diálogo, los actores se miran y se dicen todo. Las parejas protagónicas se vinculan mucho más en un nivel emocional y profundo. La emoción se siente y eso es importante. Fue lo que cautivó a la gente".

Un lenguaje sutil de las miradas, dice Antezana que se ha perdido en producciones nacionales. "Las turcas tienen más erotismo y menos pornografía".

Con más escenas en exteriores, calidad de imagen y bandas sonoras inéditas, son productos de alta factura.

A tres años de la primera teleserie turca, los ranking se han moderado, dice Mujica, pero la afinidad se mantiene. "Quedo claro que hay un vínculo entre las audiencias chilena y esos productos". Fenómeno que también se dio en Argentina, Uruguay y Perú.

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