¿Qué cambia realmente para los cubanos con el restablecimiento de las relaciones con EE.UU.?

Los anuncios de Barack Obama y Raúl Castro suponen un giro radical en las relaciones entre Cuba y EE.UU.




Manifestaciones espontáneas de júbilo, sorpresa, ilusión y escepticismo. El mayor cambio entre las relaciones entre de Estados Unidos y Cuba en medio siglo causó reacciones apasionadas en la isla.

BBC Mundo le preguntó a los autores del blog Voces desde Cuba cómo se vivió ese día histórico en el país caribeño.

Y esto fue lo que nos contaron.

Alejandro Rodríguez: Un cambio mayor echó a andar

En Camagüey —una de las principales ciudades de la Isla— la noticia del avance hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas Estados Unidos-Cuba y el canje de prisioneros entre ambos países tuvo un efecto comparable acaso al de los sucesos más importantes de la historia del país.

Los cubanos no estamos adaptados ya a las noticias y menos aún a las de alto impacto: hubo entonces quien lloró y quien no se lo creía.

Hubo incluso micro-manifestaciones de júbilo popular, que tuvieron el mérito de lo espontáneo, en un escenario donde tal cosa es una anomalía.

Aunque ninguno de los anuncios significa la terminación ipso facto de la política tradicional de Washington hacia La Habana (el embargo) o de las tradicionales respuestas de La Habana, todo el mundo interpreta el actual acercamiento como el principio del fin de las hostilidades entre las dos naciones.

Era algo muy esperado por quienes nacimos en medio de una guerra añeja que ni pedimos ni queremos; y un gran reto para quienes opinan que la hostilidad norteamericana es la causa primera del retraso económico que sufre el país.

En las calles los comentarios de ciudadanos denotan las desconfianzas de un conflicto tan prolongado:"Si nos quitan el bloqueo, el gobierno (de Cuba) se va a quedar sin culpable…", "yo no me creo el cuento ese de la buena intención de los americanos, esos no han renunciado a su política de la Fruta Madura…", eran algunos criterios.

Nadie sabe a ciencia cierta qué cambiará a partir de ahora para los cubanos, sobre todo para los más humildes (que no palpan aún el resultado de las transformaciones en la economía nacional), pero la gente sabe que un cambio mayor echó a andar; uno sin precedentes en los últimos 50 años, que podría conducir a Cuba hacia el siglo en que se vive.

Yuris Nórido: Un día histórico

Pocas veces una noticia sacudió con tanta intensidad al pueblo cubano. Millones de ciudadanos estuvieron frente a los televisores a las 12 del mediodía, para escuchar al presidente Raúl Castro. La noticia, a buena parte de ellos, los tomó por sorpresa.

La prensa nacional apenas había anunciado la intervención del general, informando que el tema sería las relaciones con los Estados Unidos.

Pero muchos cubanos con pleno acceso a la red ya sabían mucho más: Alan Gross había sido liberado y —la mayor sorpresa— los tres cubanos que continuaban presos en Estados Unidos también saldrían de la cárcel.

Los rumores se propagaron, a pesar del inexplicable silencio previo de los medios nacionales. Afortunadamente, gracias a la señal abierta de Telesur, muchos televidentes pudieron escuchar, además de la alocución del presidente Castro, la del presidente Obama.

La reacción fue inmediata. En las calles de La Habana, la gente se felicitaba con satisfacción. Ese es el gran tema, que llama la atención de todos. En los taxis, en las paradas de ómnibus, en los centros de trabajo, en las colas, en los parques...

No es para menos, se trata del más importante cambio de política del gobierno estadounidense hacia Cuba en los últimos 50 años. Con el añadido de que ha sido fruto de una negociación entre los dos gobiernos, al más alto nivel.

Si a cualquier ciudadano de a pie le hubieran dicho hace dos días que Cuba y Estados Unidos restablecerían en los próximos meses unas relaciones diplomáticas rotas hace más de medio siglo, hubiera pensado que le estaban tomando el pelo.

Todavía es temprano para tener una idea cabal de los cambios concretos que esta decisión promoverá. Raúl Castro lo dejó claro: habrá relaciones diplomáticas, pero el bloqueo seguirá en pie.

El presidente Obama ha tomado decisiones importantes, que obviamente marcarán un antes y un después. Más viajes entre los dos países, aumento del monto de dinero que se puede mandar desde Estados Unidos… indudablemente, son medidas que influirán positivamente en la vida de buena parte del pueblo.

Hay otras muy importantes desde un punto de vista macro: la posible salida de Cuba de la lista estadounidense de países que apoyan el terrorismo, una inclusión que tiene razones más políticas que concretas.

Y el regreso a Cuba de Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Gerardo Hernández marca el fin de una movilización nacional, con importantes apoyos solidarios en el mundo.

La mayoría de la gente, ahora mismo, ha reaccionado con alegría y esperanza. Con los días se sabrá el alcance real de las medidas, pero se respira optimismo.

Contra lo que pudieran creer personas poco informadas sobre la realidad de la isla, los cubanos no albergan sentimientos antiestadounidenses.

A pesar del largo enfrentamiento entre los dos gobiernos, a pesar de los desencuentros, las declaraciones oficiales y los palpables efectos de las medidas económicas.

La gente suponía que las relaciones entre los dos países iban a cambiar para bien, en algún momento. Pocos esperaban que —en apariencia— fuera de un día para otro.

Regina Coyula: Liberaciones

No dejé de sorprenderme aunque no me tomó desprevenida. Lo había conversado entre amigos que me tildaron de loca, que Gross y los tres no serían intercambiables, que sin Derechos Humanos no habría relaciones.

Respeté el punto, pero recordé que la política se cocina con ingredientes sutiles que no aparecen en las noticias (mucho menos en las noticias del Granma) pero había indicios y por esos indicios fue que la noticia del año no me cayó de la nada.

Ahora, con Gross en Estados Unidos y los tres en Cuba, comienza la implementación de las conversaciones que han tenido lugar y que abren un paréntesis para una transición tranquila en la que los sucesores de la nomenclatura vivan sin sobresaltos y hasta participen si quieren en la política pluripartidista que vendrá.

No creo que todo el mundo esté feliz, ni dentro del gobierno, ni dentro de la disidencia, pero al médico, la cercanía al paciente no debe nublarle el juicio a la hora de hacer diagnóstico.

La economía, como se sabe, es muy pragmática, los inversores norteamericanos medirán el riesgo en números y no en violaciones de los derechos humanos.

El gobierno cubano por su parte necesita normalizar sus relaciones con el vecino del norte y espera con ansias capital fresco. La Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM) al fin cumplirá la función para la que fue concebida.

Toca a la sociedad civil aprovechar esta coyutura sin dudas favorable para profundizar en la lucha por establecer un verdadero Estado de derecho.

Por mi parte, quiero creer que hoy, 17 de diciembre de 2014, se abre una nueva etapa en el largo viaje de Cuba para insertarse entre los países modernos y democráticos.

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