Chile-Perú: Factor clave, el inicio del capítulo 3.0.

Sebastián Piñera y Pedro Castillo durante reunión en el Palacio de Torre Tagle en Lima, Perú.

Por Carlos Escaffi R. Analista internacional, gerente de Imaginaccion Perú y profesor de la PUCP

Tantas veces Chile, tantas veces Perú...así transcurrieron más de 200 años en el acontecer de ambos pueblos que siguen mirándose, pero esta vez sin complejos ni cuestiones pendientes. Hoy Chile tiene por obligación entender que se abre una nueva dimensión en la relación bicentenaria, el capítulo 3.0, ese que debe tener como protagonistas a los pueblos y sus diversas manifestaciones culturales, desde aquellas que logran hacer comulgar a ambos pueblos, pasando por reconocer las expresiones filosóficas del ande peruano y la cordillera chilena, hasta los propios fenómenos sociales consecuencia de una transculturación mucho más arraigada y cada vez más orgullosa.

La nuevas condiciones y cambios sociales vividos en nuestra región nos llevan a explorar el referido capítulo 3.0, en donde Chile tiene un rol histórico, hoy más que nunca deberá acompañar de manera silenciosa, sostenida, responsable y, sobre todo, con fraternal confianza al Perú, sin temores. No hay espacio para que sea de otra forma.

En concreto, esta vez son los pueblos los llamados a manifestarse y son ellos los que redactarán este tercer capítulo; por cierto, que, con la madurez de dos naciones que se conocen en profundidad y se reconocen como aliados para seguir avanzando.

En cuanto a miradas y análisis, entendamos que estamos frente a una reconfiguración de la relación, atrás quedaron los “baúles de doble fondo” y miradas soberbias, burguesas, extremistas y por cierto excluyentes. Hoy la relación deberá ser de “piel”, “de contacto”, netamente relacional y también emocional. Menos cocteles e innecesaria fanfarria social.

Sin duda, el lenguaje fácil y amigable, y sobre todo de gestos, contribuirá mucho al momento de establecer los acercamientos necesarios para abordar un asunto de interés común. Gestos sensibles y acertados como el que tuvo el Presidente Piñera en atender la invitación que le hizo su par, Pedro Castillo, Presidente del Perú, al invitarlo a una juramentación simbólica en Pampa de la Quinua en Ayacucho, santuario histórico que selló la Independencia de Perú en 1824. Chile, bajo este nuevo escenario no puede permitirse no estar presente, o pretender erróneamente sumergirse.

La temática de la relación bilateral ya no deberá estar enfocada necesariamente en aspectos políticos, económicos y comerciales, Chile tiene que entender que hoy se gesta una reconfiguración de las relaciones, es decir, apostar por las gestiones sensibles, con profundo vínculo e impacto social.

Hablar de integración económica y comercial pasa a un segundo plano, los más de US$ 30.000 millones de flujos de inversión acumulada entre ambas naciones ya no sorprenden, así como tampoco el intercambio comercial que cerró 2020 por encima de los US$ 2.600 millones.

Los esfuerzos deben apostar por consolidar el pilar sociocultural, y acercarse al Perú profundo, ese que se transformará en la estructura vertebral de soporte para el óptimo desarrollo y continua profundización. Entonces, será fundamental que las miradas se orienten en un enfoque relacional constructivo a largo plazo y no transaccional inmediatista.

Finalmente, ambas repúblicas son consecuencia de los cambios sociales de gran magnitud vividos, una especie de digno tsunami popular, por ello, la importancia que ambas naciones empiecen a construir un relato y discurso histórico sin complejos y también sin complejidades de cara al tercer siglo de vida republicana.

Así las cosas, salvo la fraternidad y reciprocidad, todo es ilusión.

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