Columna de María José Gutiérrez: Competitividad y educación, la carrera por el futuro



Preocupan los muchos indicadores que nos anticipan problemas de competitividad para nuestro país. Por mencionar sólo un par, el Simce del año pasado nos mostró que un 54% de los alumnos de segundo medio no podía resolver satisfactoriamente operaciones matemáticas, y un estudio de la OTIC de la CChC con el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la UC arrojó importantes diferencias en el acceso a capacitación laboral entre personas que completaron sus estudios superiores versus quienes presentaban educación incompleta, reforzándose así que el rezago social, laboral y educativo presenta brechas que van en aumento.

En forma paralela, en economías más desarrolladas o en sectores vinculados con la innovación, la digitalización, las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial y el cambio, son los fenómenos que abundan en las conversaciones. Tenemos un problema si no nos subimos a tiempo a un carro que ya va en marcha… y bastante rápido.

El valor de la educación para movilizarnos y alcanzar estos cambios es cada vez mayor... y no sólo la que se recibe en la enseñanza inicial, secundaria o superior -que también tienen profundos espacios de mejora para actualizarse a los tiempos-, sino que la formación que es permanente, que nos acompaña toda la vida, y que permite a una persona poder transformarse en un trabajador mejor preparado, empoderado en el mundo del trabajo, con mayor capacidad resolutiva ante problemas dinámicos y complejos, y más protegido quizás de la imparable arremetida de la tecnología en aquellos empleos menos calificados.

La invitación es a cambiar el paradigma, desde una formación más bien estática hacia una completamente dinámica y flexible. Un cambio de paradigma con reglas que promuevan la variedad de formatos y modalidades, la iniciativa privada, los incentivos adecuados y la excelencia académica. Resulta deseable entonces una toma de conciencia de que los enormes desafíos de un mundo globalizado se responden con más y mejor educación, durante todo nuestro ciclo productivo y no solamente hasta el comienzo de nuestra adultez.

La educación es la gran palanca de progreso y la base para que nuestra economía alcance tasas de crecimiento que nos permitan responder a múltiples demandas sociales. La falta de ella puede ocasionar estancamiento y mediocridad. Una fuerza laboral bien formada, capacitada de manera permanente, con empresas y personas convencidas de los beneficios de la educación continua, constituyen una manera eficiente de enfrentar las evidentes carencias de enseñanza de las que lamentablemente aún no podemos salir como país, y que nos impiden entrar a ese círculo virtuoso en que la educación es la antesala del desarrollo, crecimiento, futuro y felicidad.

Por María José Gutiérrez, gerente general Grupo educacional Enovus.

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