Por qué los pequeños cambios son los más importantes




Ya estamos en la segunda semana de junio, el sexto mes del año. Eso significa que estamos cruzando el umbral de la primera mitad del 2020. Y por más increíble que parezca lo rápido que se ha ido el tiempo, es momento de hacer un balance de lo que va de este año: las metas cumplidas, los logros, los compromisos que hemos podido mantener y los que no hemos sostenido en el tiempo. Porque si hay un hecho claro es que, los objetivos que nos proponemos al inicio de cada año no son fáciles de cumplir. Y así lo muestran las estadísticas. De acuerdo con un estudio conducido por la Universidad de Scranton en Estados Unidos, un 40% de los encuestados se plantea metas para adquirir nuevos hábitos saludables a comienzos de cada año, pero cerca de un 40% de esos compromisos no sobrevive a los primeros días de enero.

Pareciera ser que, según estás cifras, adquirir hábitos nuevos o deshacernos de algunos malos hábitos viejos de una vez por todas para empezar el año con una página en blanco no es algo sencillo. Pero no necesariamente tiene que ser así. De hecho, el profesor de la Universidad de Stanford y especialista en psicología del comportamiento Brian Jeffrey “BJ” Fogg propone que la mejor forma de empezar un nuevo año no es con grandes resoluciones que impliquen grandes cambios, sino que con pequeños desafíos. En su charla TEDx –que acumula más de 1 millón y medio de visitas– insta a las personas no solo a olvidarse de las resoluciones de año nuevo grandilocuentes, sino que a desechar los grandes cambios de comportamiento de plano y reemplazarlos con pequeñísimos cambios de hábitos. Y es que el director del Laboratorio de Tecnología Persuasiva de la universidad californiana, ha comprobado a través de años de investigación que los seres humanos somos capaces de cambiar, pero no al ritmo ni de la forma que muchos pensamos.

Esta misma tesis es la que comparte el norteamericano James Clear, autor del libro Hábitos Atómicos. En él plantea a los lectores la siguiente interrogante: ¿Qué pasaría si pudiésemos lograr grandes transformaciones en nuestras vidas solo haciendo pequeños alteraciones en nuestra rutina diaria? Según Clear y los resultados obtenidos a partir de experimentos en psicología conductual realizados por JB Fogg, este camino de los pequeños cambios es la ruta a seguir si queremos modificar nuestros hábitos. Ya sea para deshacernos de un hábito negativo (como pasar mucho tiempo en redes sociales o comer demasiados snacks a deshoras) o para adquirir nuevos hábitos que sean beneficiosos y que impacten de manera positiva nuestras vidas.

Al contrario de lo que intuimos, James Clear plantea en Hábitos Atómicos que, para lograr cambios radicales que impacten en nuestro estilo de vida, no tenemos que partir haciendo grandes cambios en nuestra rutina. Desde la neurociencia se ha comprobado que hacer cambios que implican un shock hace que sea demasiado difícil para el cerebro adaptarse y no logramos mantenerlos en el tiempo. Entonces el hábito simplemente, no se adhiere. Por el contrario, si logras hacer un micro cambio y lo vas incrementando de forma paulatina a través del tiempo, logras generar una transformación en tu estilo de vida que permanece.

Además, a través de la estrategia de los micro cambios, aprovechas el paso del tiempo a tu favor. Según explica Clear en una presentación para ConvertKit, al igual como ocurre con los intereses que se generan por un depósito de dinero que hacemos en el banco, cada vez que repetimos un micro hábito, por muy pequeño que sea, vamos generando una especie de interés compuesto que juega a nuestro favor. “Todos quieren cambios rápidos y radicales, pero lo cierto es que los pequeños hábitos nos están transformando día a día. Los hábitos son el interés compuesto del autodesarrollo”, explicó el autor. “Si aprendes a manejar tus hábitos puedes hacer que el tiempo trabaje para ti. Los buenos hábitos hacen del tiempo tu aliado y los malos hábitos hacen que el tiempo se vuelva tu enemigo”. Un ejemplo de esto es el beneficio que nos reporta en un día tomarnos 5 minutos para dedicarlos a la meditación. Pareciera ser muy poco tiempo, insuficiente para que la práctica sea provechosa o genere algún efecto. Pero esos 5 minutos suman. Si al día siguiente eres capaz de repetir el nuevo hábito –porque el cambio implementado fue lo suficientemente pequeño y fácil de cumplir–, tus 5 minutos se irán multiplicando. Y si logras mantener el cambio en un año habrás adquirido el hábito de meditar de forma constante todos los días. Incluso es probable que lo hagas por más tiempo.

El poder de los hábitos atómicos según James Clear está precisamente en que no porque sean pequeños tenemos que subestimarlos. El autor plantea que nunca hay que olvidar que si mejoras solo un 1% al día en la habilidad que sea, al final de un año vas a ser casi un 40% mejor de lo que eras cuando comenzaste.

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