¿Será gay o no? Sacar a alguien del clóset es violencia




Hace unas semanas Yanina Latorre, una de las panelistas del programa de farándula argentino Los ángeles de la mañana, en medio de los chismes que suele contar a diario, reveló que la modelo Karina Jelinek tiene una pareja mujer. “No sé por qué no blanquea a la pareja”, dijo en tono desafiante. Días después, la modelo escribió un tweet dedicado a la conductora que decía: “Estoy indignada de que se meta así en mi intimidad” y otro a su familia que decía: “Gracias por bloquearme hermana y por sacarme del grupo familiar. Lamentablemente, no soy lo que quieres que sea ni puedo manejar lo que sale de mí en las noticias. Igual te quiero”.

Esta situación puso en evidencia una cuestión que suele ser común, y es que exponer la intimidad de alguien sin su consentimiento es violento. “¿Sabemos cómo es el contexto íntimo y cercano de esa persona? ¿Será hostil o no? ¿Cómo nos aseguramos de que esa persona no se vea afectada laboralmente, por ejemplo, cuando exponen su privacidad?”. Esta serie de preguntas se hizo el ilustrador y activista LGBTIQ+ argentino, conocido por su seudónimo Muy Pute, quien una vez terminado el programa de farándula creó un post en sus redes sociales con la afirmación Sacar a alguien del clóset es violencia, la que tuvo más de 80 mil likes.

En ella plantea que si una persona no habla de su intimidad es porque no quiere o no puede y que nadie nunca debería obligar a otra, otro u otre a revelar su identidad sexual, cuestión con la que concuerda la Coordinadora de la agrupación lésbica Rompiendo el Silencio, Erika Montecinos. “Salir del clóset es un proceso, nada ni nadie te puede obligar a contar algo que es tan personal. Esa es la primera razón, pero también está el hecho de que quien habla no necesariamente conoce el contexto en el que la otra persona se encuentra. Nos ha pasado con adolescentes que sus padres al enterarse los han echado de la casa, por ejemplo; o de lesbianas que, cuando su familia se ha enterado de su orientación sexual, las han obligado a ir a terapias reparatorias con la creencia de que eso las va a cambiar”.

Y dice que por eso es un tema tan delicado. “Por más activistas que nosotras seamos, y aunque el mundo ideal sería que todos los gays y lesbianas vivan con orgullo su identidad, este es un proceso personal que pasa por diversas etapas hasta llegar al momento de contarlo. Y esto es porque aunque han habido avances, aún vivimos en una cultura heteronormada en que las relaciones “normales” son entre un hombre y una muje, y cualquiera que se salga de esa estructura, aún genera cierto morbo en los otros”, dice.

Es cosa de pensar cuántas veces en un grupo de oficina, por ejemplo, alguien ha comentado si equis persona es gay o no. “Esto es muy común, no solo en los programas de farándula. ¿Alguna vez le has preguntado a alguien si es gay, lesbiana, bi, trans, solo por el hecho de sacarte la curiosidad? Tenemos que erradicar esas prácticas y ser más respetuosos con los espacios de los otrxs”, dice el activista argentino.

Y es que si alguien no cuenta algo como eso, es porque no se siente en confianza, no se siente segura o seguro, quizás incluso no entiende lo que le pasa o simplemente no tiene ganas de hablarlo. “No respetar esa autonomía de las personas obviamente es violencia. Puedo provocar en esa persona sentimientos de angustia y exponerlo a una situación difícil y dolorosa”, agrega Erika.

Es necesario crear conciencia de que todas las personas, independiente de su orientación sexual o expresión de género, merecen el respeto a su intimidad. “Muchas personas no lo entienden, sobre todo los heterosexuales, porque no tienen la vivencia. Les cuesta entender el proceso al que nos sometemos. Y es que en una sociedad que está continuamente castigando la diversidad y la disidencia, es lógico que quienes forman parte de este grupo quieran ir con cautela. No tenemos que olvidar que, aunque las cosas han cambiado bastante últimamente, aún seguimos escuchando de crímenes hacia la comunidad LGBTQI+”, dice Erika. Y concluye: “Lo que para alguien puede ser un simple cahuín, para el otro es probablemente uno de los procesos más importantes y complejos de su vida. Y eso se debe respetar”.

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