Columna de Ricardo Ariztía: La agricultura después de la lluvia

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El presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, SNA, hace su Relato Personal de la pandemia: cuenta cómo cambió el ánimo tras las lluvias de las últimas semanas, cómo el área ha tenido que seguir trabajando y cómo le ha afectado en términos humanos la pandemia.


A nuestro personal de trabajo le costó asumir lo que significaba una pandemia, los riesgos de contagio, la distancia social, los dos metros o la mascarilla. Una historia: tuve una conversación con un grupo grande de trabajadores y uno observa el nivel de atención cuando están mirando su celular y el de al lado le pide a otro que está fumando, que le preste el cigarro. Eso a uno lo desconcierta, quizás usamos un vocabulario que no llega o no tenemos la facilidad de transmitir la importancia de cada uno de estos temas. Esa anécdota, que fue al principio de la pandemia -después ya no ocurrió-, grafica como entre todos hemos ido viendo cómo adaptarnos a esta nueva realidad, en una industria como la nuestra, declarada actividad esencial por razones obvias, donde teníamos que llegar con los alimentos a todos los lugares, con nuestros trabajadores cumpliendo cada uno de los protocolos. Destaco el comité-público privado que nos propuso el Presidente de la República, en una reunión ampliada de dirigentes agrícolas de la CPC y múltiples organizaciones gremiales, donde se expuso este plan y vimos cómo teníamos que coordinar al sector público privado desde los puertos, los transportistas, las empresas procesadoras, traslado de personal a la actividad y el cumplimiento de procesos sanitarios para evitar los contagios. Toda esa cadena, que tenía que funcionar día y noche respetando los toques de queda, mil detalles, pero que hoy lo puedo hablar con mucha más tranquilidad. Hoy es difícil encontrar alguna emergencia de una faena paralizada o de una planta de proceso suspendida por exceso de contagio. Eso ya no es tema, en el sentido de que todos están tratando de hacerlo lo mejor posible. Los buses internos de las empresas requieren dos asientos de separación por persona, todo ese tipo de detalles múltiples que andamos revisando para que se cumplan a cabalidad. Son muchas las cosas que impactan de estos meses. Al principio, de ver cómo grandes empresas de un patrimonio y una importancia vital en el país y en el mundo, se ven de la noche a la mañana con las manos atadas, sin poder hacer nada. Y una de las industrias más cercanas que uno ve en la vida diaria, todo lo que se relaciona con la gastronomía, los hoteles, todo queda paralizado y ahí uno piensa cuántos miles de personas están sin trabajo. Y todo mi sector, el agrícola, que está a full de trabajo, haciendo la faena. Ese contraste cuesta asumirlo y ver la realidad que en una casa puede haber dos o tres desempleados y uno trabajando. En estos momentos hay un vuelco en la agricultura, de una magnitud que hasta a los agricultores nos cuesta apreciar y agradecer a Dios todo lo que ha pasado con la lluvia. Está la motivación y el entusiasmo por seguir trabajando en la agricultura y especialmente en las zonas que tanto afectó la sequía: la IV, V, Metropolitana, VI y VII región. Hoy las caras son diferentes, hay un cambio de actitud maravilloso, que nos dice que no sólo podemos seguir trabajando normalmente, sino que las exportaciones siguen también de manera normal, tratando de abastecer a cada uno de los mercados. ¿Alguna dificultad hemos tenido? Sí, claro, se nos han caído algunos rubros, como el forestal, de forma importante: 8,1% menos de exportación, una cifra que aparentemente no parece relevante al ser un dígito, pero que es demasiado, porque mucha gente pierde sus puestos de trabajo y hay que buscar alguna otra fórmula. La caída del 20% en el sector vitivinícola también es importante, porque el ciclo de la producción de vino dura un año y te quedas con el stock para el año siguiente. Disminuyen las exportaciones de carne, aumentan las importaciones de otras carnes. Tenemos problemas con los salmones, es parte de la vida diaria nuestra, así que asumimos cómo resolver cada uno de esos focos. Hace cuatro meses el teletrabajo casi no me lo imaginaba, porque todo tenía que ser presencial. Me ha significado amplificar bastante mi horario diario y realmente uno termina agotado. El tema sigue 24/7, no existen sábados ni domingos, porque hay que preparar la otra semana. Tengo la satisfacción de poder ayudar, cooperar con mi país y que salga adelante, a pesar de todas las contingencias, incluso más allá de la pandemia, como fue la explosión social y lo que estamos atravesando hoy día con las AFP. Tenemos la historia de los años de trabajo, que me han hecho enfrentar muchas otras pandemias, entre comillas, y por lo tanto uno se va poniendo más racional para tomar medidas en los momentos de crisis. Debemos volver a ser un país que vibre con la inversión y no con la paralización de actividades. Lo único que queremos es salir adelante, que disminuya la cantidad de fallecidos para tantas miles de familias y todos tenemos que hacer un esfuerzo; en ese sentido, hago un reconocimiento al Ministerio de Salud y a todo su personal, que lo encuentro realmente de una calidad humana que a veces cuesta dimensionar. Tenemos un país muy valioso, en la medida que sigamos haciendo las cosas bien.

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