Columna de Sebastián Sichel: Construir el país “con alguien” y no “contra algo”

FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

El presidente de BancoEstado hace su Relato Personal de la pandemia: su cambio desde el ministerio de Desarrollo Social y el arribo al banco, las historias que conoce de empresarios que lo están pasando mal y cómo cree que se saldrá de la crisis económica.


Cuando se decretaron las cuarentenas, uno tiene que tomar decisiones -en ese entonces era ministro- y una de ella era seguir saliendo a la calle todos los días, porque es parte de mi responsabilidad. Pero es una doble preocupación: una, de cumplir la tarea que tienes, porque en este caso se requería apoyo urgente del ministerio de Desarrollo Social y hoy requieren del banco los emprendedores; y otra, de saber que estoy exponiendo a mi propia familia o a mi círculo al virus que puedes traer de tu actividad cotidiana. Eso me ha obligado a llevar protocolos más fuertes de salud en mi casa, con mis niños, para evitar cualquier tipo de contagio. De hecho, he estado al lado de muchos que han tenido coronavirus y, quizás por llevar los protocolos bien adecuados, no me he contagiado. Debe ser el tiempo que más he trabajado en mi vida, entre la crisis social y la pandemia, porque me he dedicado en cuerpo y alma a tratar de apoyar a todos los que necesiten ayuda en los dos cargos donde he estado. En el ministerio trabajaba 24/7 y eso ha significado algunos sacrificios personales, ver poco a la familia o a mi mamá, que vive en Quillota. Pasar del ministerio de Desarrollo Social al BancoEstado fue cruzar la cuadra: de La Moneda a la Alameda. Trasladé altiro mis cosas, porque quise tomar funciones inmediatas en el banco y no tener un día de respiro, porque requería de reuniones con los ejecutivos y gerentes en los primeros días, para acelerar las tareas que ya me habían encomendado. Liderar el banco en este corto tiempo ha sido una gran experiencia. Una de sus virtudes es la tremenda camiseta que tienen sus funcionarios con las labores, que en esa lógica lo hace ser mucho más que un banco. También ha sido conocer una institución que está en cuarentena: mucha gente en las oficinas centrales está con teletrabajo y otra en sucursales sacándose la mugre todos los días. El desafío más grande del comienzo es que había gente haciendo fila y se podían contagiar. Por eso determinamos abrir 100 nuevas sucursales en las tardes, de manera de que fluyera de mejor manera dentro de las sucursales y tomar la precaución de proteger a los trabajadores. Esa es la diferencia con otros bancos: uno tiene que tomar decisiones pensando en los ciudadanos y en los trabajadores al mismo tiempo. Lo segundo fue armar equipos de trabajo, incluso con ejecutivos de otras áreas, para acelerar la aprobación y evaluación de los Fogape, de manera que el crédito fluyera más rápido, que era lo que se necesitaba en el minuto de crisis. He visto la crisis de los emprendedores de cerca. Conozco una pyme que iba creciendo rápidamente, un restaurante que había logrado tres sucursales en Santiago y otros afuera, pero que entre la crisis social y la pandemia, quebró. Dos de sus locales estaban en Bellavista, en la Zona 0. Es un emprendedor que conozco desde hace 20 años y he visto cómo en septiembre pasado pensaba escalar su negocio y desarrollarlo incluso fuera de Chile. Hace pocos días me enteré que no solo estaba bajando cortinas, sino que está tratando de rematar y vender todo para pagar deudas y dejar un par de locales, que con un crédito de Fogape o con una línea crediticia pueda sostener el capital de trabajo, para ver si puede reabrir esos locales en el futuro. Le significó pasar de 7 a solo 2 ó 3 y tratar de sobrevivir con ellos, además de acarrear una deuda gigantesca. Ha sido trágico ver cómo iba creciendo en la última década sostenidamente, y estas dos crisis conjuntas lo terminaron de enterrar. Hay que abandonar los tiempos de estar "contra algo" y empezar a funcionar en los tiempos de "con alguien". ¿Por qué digo esto? Porque estar en una cultura de demasiada fricción -a la que la política contribuye- no ayuda. Necesitamos una salida en que clases medias, riqueza y pobreza, trabajen unidas, grandes y pequeñas empresas sean parte de la misma estrategia de desarrollo, en que el sector público y privado tengan la misma mirada de interdependencia para salir luego de la crisis. No va a haber riqueza en Chile si denigramos el éxito de la riqueza, y creemos que no tiene que ser considerada como una posibilidad para una persona, porque no hay sentido para ir hacia adelante, pero tampoco vamos a derrotar la pobreza si la riqueza no contribuye de mejor manera a través del pago de impuestos, a través del trato digno y mejores condiciones. No vamos a tener una mejor solución de los problemas públicos si no reconocemos que lo público no es lo estatal, porque se necesita al sector privado contribuyendo en la solución de problemas sociales, pero se necesita un Estado fuerte y en mejor Estado para ser más eficientes en la distribución de recursos. Tenemos que derrotar al país de los "contra algo" y empezar a construir el país de los "con algo", y ese "con algo" es una cultura más de abrazo y colaboración que de codazos y fricción. Esa es la batalla que vamos a vivir los próximos dos años, con una caída económica sostenida, mayor pobreza y las instituciones cuestionadas. Mientras más cultura de colaboración y de abrazos tengamos, más posibilidades tendremos de salir de la crisis. Si no, vamos a vivir un ciclo terrible de cinco o seis años que vamos a andar deambulando en la mediocridad, por la incapacidad de ponernos de acuerdo respecto a cómo hacemos una estructura de colaboración para salir de la crisis. Ha sido agotador, pero el Presidente a uno le encarga esas responsabilidades, y debo dejar lo mejor de mí para sentir que no me faltó nada por hacer en los cargos que he estado. En eso estoy y, si alguna escribo esta historia, si tengo que escribir mi epitafio y decir qué pasó conmigo en este período, espero que se escriba que di lo mejor de mí para tratar de hacer mejor las cosas.

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