Teleterapia: Un fenómeno que llegó para quedarse

Hay pacientes que prefieren la terapia virtual porque se sienten más cómodos en sus casas. FOTO:PATRICIO FUENTES Y./LATERCERA

Aunque en su momento la atención psicológica virtual implicó una adaptación grande con respecto a lo acostumbrado, hoy son muchos los pacientes que optaron mantener este formato por comodidad y ahorro de tiempo. Acá, las razones y consideraciones a la hora de elegir el servicio.


Las atenciones psicológicas fueron una de las tantas cosas que cambiaron con la pandemia. Eso sí, mientras muchas de ellas fueron volviendo a su antiguo funcionamiento a medida que bajaban las restricciones sanitarias, la terapia virtual o teleterapia terminó siendo un experimento que adoptaron muchos psicólogos y pacientes como parte de sus nuevas rutinas.

Así le pasó a Matías Méndez, psicólogo clínico y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales. Aunque en principio el cambio obligado a ejercer su trabajo desde la virtualidad fue algo desafiante, a la larga le permitió concretar un ansiado proyecto familiar: la posibilidad de irse a vivir a Villarrica junto a su esposa e hijos, desde donde atiende a sus pacientes ahora.

“La transición a la terapia virtual nos obligó a hacer una serie de ajustes en nuestras rutinas personales y familiares. Si bien al principio estos cambios podían resultar un poco incómodos, con el paso del tiempo muchos nos fuimos adaptando y acostumbrando. Para algunos terapeutas, el teletrabajo trajo consigo la posibilidad de pasar más tiempo con sus familias, ahorrarse el traslado a la consulta y ‘llegar antes’ a casa, etc. Y lo mismo ocurrió con muchos pacientes”, comenta Méndez.

Gracias a la teleterapia, Matías Méndez, psicólogo clínico y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales, pudo concretar el viejo sueño familiar de vivir en el sur.

Entre esos pacientes podría ubicarse el caso de Antonia, de 28 años. Ella asistía regularmente a terapia presencial antes de la pandemia. Con la llegada del covid, tuvo que adaptarse al formato online, al que se terminó acostumbrando tanto que cuando pudo volver a la consulta presencial, prefirió no hacerlo.

“Al principio sentía que era más lejano, que quizá la psicóloga no me estaba leyendo tan bien porque no veía mis gestos corporales. Pero con la confianza que uno agarra con la psicóloga, al final si tú no dices y verbalizas lo que te pasa, no se avanza. Entonces rápido se rompió esa barrera y se me hizo mucho más fácil. Además que podía tomar la terapia desde cualquier lugar y yo prefiero estar en ‘mi lugar’, así me siento mucho más contenida y cómoda. Siempre trato de conectarme desde el mismo sillón y se transformó en un espacio muy seguro”, explica Antonia.

Como una novela de ciencia ficción

Recientemente, un estudio de la American Medical Association informó que un 69% de los profesionales de la salud mental están ofreciendo terapia virtual, una cifra que antes de la pandemia hubiera sido impensada.

“La psicoterapia online no es algo que haya comenzado con la pandemia. Previo a la pandemia, había muchos terapeutas que atendían pacientes de manera remota. Sin embargo, en aquel entonces, esa modalidad solía reservarse generalmente para pacientes que llevaban un proceso presencial y que por algún motivo se trasladaban a otra ciudad o fuera del país”, dice Matías Méndez y agrega: “La actual masificación de la terapia online era algo impensado antes de la pandemia. La posibilidad de que algo así ocurriera parecía como sacado de una novela de ciencia ficción. Yo pienso que nadie estaba realmente preparado para esta transición”.

Según lo que cuenta el docente de la Universidad Diego Portales, había varias limitaciones a superar en el nuevo formato. La primera tiene que ver con el lenguaje corporal del paciente, que virtualmente solo puede ser analizado a través del marco que ofrece la pantalla. A eso se suma la cercanía, calidez e intimidad que puede ofrecer compartir un mismo espacio.

También, tanto para terapeutas como para pacientes, una sesión virtual implica el manejo de una tecnología y un lenguaje particular vinculado a las videollamadas, que probablemente haya sido menos natural y más trabajosa en los casos en los que había mayor brecha digital.

Además de estos cambios, Méndez enfatiza que para muchos psicólogos significó un duelo importante tener que cerrar sus consultas presenciales. “Por lo general, los terapeutas nos sentimos muy apegados a nuestros espacios de trabajo e invertimos un esfuerzo considerable en acondicionar nuestras oficinas para recibir a las personas con quienes trabajamos. La consulta representa una parte importante de nuestra identidad personal y profesional; el hecho de cerrar sus puertas implicó para muchos dejar atrás una parte muy relevante de nosotros mismos”, señala.

El tema de los espacios también repercute en los pacientes, que a veces están imposibilitados de acceder a la intimidad necesaria para una sesión desde sus casas o lugares de trabajo. “Siento que cuando voy en persona puedo hablar cosas más privadas que cuando estoy en el computador. Hablar cosas privadas a través del computador me da una sensación extraña. Es incómodo al menos para mí y no se genera como ese grado de confianza dentro de la conversación”, cuenta Ignacio, de 30 años, quien, después de la pandemia, retomó su terapia presencial apenas pudo.

Más flexible y accesible

A pesar de las desventajas ya enumeradas, el otro lado de la teleterapia fue el que logró que muchos psicólogos y pacientes estén optando por este formato. La comodidad parece ser uno de los principales factores detrás de esto. Así lo piensa Rubén, de 29 años, quien buscó atención profesional por primera vez el año pasado y desde el principio quiso que fuera virtual.

“Era algo que estaba buscando por mi jornada laboral. Este formato me permite adaptarme. Por ejemplo puedo tomar una hora a la hora de almuerzo, sin tener que ir a terapia después del trabajo, lo que me haría perder tiempo. Además es más fácil y hay más flexibilidad para cambiar la sesión, dependiendo de mi disponibilidad”, dice.

Como los problemas de salud mental se dispararon desde el inicio de la pandemia, la teleterapia ha surgido como una buena solución para que especialistas lleguen a lugares más aislados.

En su caso, hay otro punto que jugó a favor del formato virtual. Rubén vive hace cinco años en España y la teleterapia le permite atenderse con una psicóloga chilena, que también vive en el extranjero. “Es un plus tener a una especialista que sea de mi mismo país y que esté en el mismo contexto que yo porque los dos vivimos fuera de Chile. Y más allá del contexto, te da la oportunidad de poder explayarte con las mismas palabras con las que salen tus emociones. Me costaría tener que explicarle a alguien las palabras coloquiales que uso, que me ayudan a expresarme mucho más fácil”.

En la opinión de Matías Méndez, la flexibilidad geográfica no solo ha ayudado a quienes viven fuera de Chile. “Hay sectores en nuestro país donde la disponibilidad de especialistas de la salud mental es sumamente reducida. En algunos lugares de Chile no existen suficientes profesionales para cubrir la demanda de atención. Por cierto, si tenemos en cuenta que dicha demanda tendió a crecer exponencialmente con la pandemia, la posibilidad de atenderse con profesionales que viven en otra región –o incluso en otro país- ha sido algo muy positivo”, señala.

El profesor destaca que, aunque no es la norma, hay algunos pacientes que además parecieran sentirse más cómodos con la distancia física que genera conectarse a través de una pantalla. Por último, asegura que la teleterapia llegó para quedarse y que, por lo mismo, en necesario que las universidades incorporen esta posibilidad en los contenidos de sus mallas de psicología.

“¡Hay colegas recién egresados que nunca han tenido la oportunidad de atender a un paciente presencialmente! Los espacios de formación de psicoterapeutas deben hacerse cargo de este fenómeno, adaptando el entrenamiento a las exigencias de los nuevos tiempos. Desde los comienzos de la disciplina, la psicoterapia ha sido un oficio diseñado para ser ejercido en forma presencial. Este giro a lo virtual nos obliga a repensar a fondo nuestro trabajo, buscando maneras de ajustar nuestra práctica a esta nueva realidad”, cierra.

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