El cónclave del realismo y la no renuncia

Las cosas han cambiado para bien en Palacio. El anuncio de la reforma de pensiones, aunque esté “pasada en varios pueblos”, como hizo ver Iván Weissman en su minuta semanal, es un aliciente natural hacia la unidad.


Uno de los temores de muchos sobre este cónclave que se desarrolla al mismo tiempo que se escriben estas líneas es que tuviera ese sabor de asamblea que tanto gusta en el Frente Amplio. Si bien puede ser folclórico y sanador en lo espiritual, los tiempos no están para ello. El otro temor del que se hicieron eco los medios es la posibilidad de que se ahonde la diferencia entre las dos coaliciones oficialistas, cada una representada por una dupla de ministras en el comité político. También han llovido columnas sobre la supuesta falta de relato o esa especie de somnolencia que afectó a La Moneda después de la derrota del 4 de septiembre.

Pero las cosas han cambiado para bien en Palacio. El anuncio de la reforma de pensiones, aunque esté “pasada en varios pueblos” como hizo ver Iván Weissman en su minuta semanal, es un aliciente natural hacia la unidad. El poeta cubano José Martí decía que subir lomas hermanaba a las personas, haciendo ver lo importante de las tareas conjuntas para generar unidad entre las tropas. Este es el caso, si hay algo en común en ambas coaliciones, de la necesidad de una reforma de pensiones, que refuerce el pilar solidario, les dé un rol mayor a las instituciones estatales en la administración de los fondos, y tenga un plan claro para aumentar las pensiones. Mantener la unidad será clave cuando toque negociar con la oposición y bajar varias de las cosas que hoy son anunciadas con estridencia exagerada en redes sociales.

El gobierno tiene tareas en esta junta dominical. Debe tener un plan claro para enfrentar los problemas asociados a la seguridad ciudadana, y las dificultades asociadas a un período de recesión que viene en los próximos meses. En el primer punto enfrenta la elección de un nuevo fiscal nacional, sin tener mayoría en el Congreso y, por tanto, sin poder poner a alguno de sus nombres predilectos, o siquiera negociarlo. Lo más razonable es convertir esta elección en un buen punto para el combate a la delincuencia, al precio que sea.

Respecto de la reactivación económica, el Presidente debe también alinear a sus funcionarios de gobierno en combatir esa especie de desazón que se ha instalado en el sector privado, donde ven una excesiva regulación o trabas ambientales para los proyectos a desarrollar. La menor actividad de aprobación de proyectos en el SEA muestra que esos temores se hacen realidad. Para muchos en Apruebo Dignidad un impulso al sector privado es una herejía mayor a todas las que ya ha cometido el gobierno. Al menos en ese tema prefiere seguir soñando con una especie de Estado capaz de resolverlo todo en desarrollo económico, pese a que el sector privado entrega el 80% del empleo. Los cantos de sirena se dispararon después de la visita de la economista Mariana Mazzucato, pero a su partida queda solo un país que depende para su desarrollo de la confianza de los inversionistas. El Presidente lo entiende perfectamente y lo ha hecho ver en sus discursos.

Lo más curioso del cónclave será como enfrentarán a la salida esa especie de “realismo sin renuncia 2.0″ que ya forma parte del relato no contado del gobierno. Al igual que entonces, si bien debe actuarse con pragmatismo para resolver los problemas cotidianos, no se puede renunciar al impulso transformador con que llegó este gobierno. Si no es así, lo que se verán serán simples volteretas, y no un sentido de realidad para un país mejor.

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