Una conducta silenciosa que destruye

El bullying ha evolucionado en formas menos visibles y difíciles de intervenir, volviéndose una conducta silenciosa que destruye paulatinamente la autoestima de aquellos que la sufren. María Cecilia Besser, Directora Centro de Estudios y Atención a la Comunidad de la Universidad Silva Henríquez, analiza la situación.




“Te odio” “No sirves para nada” “nadie te quiere” son frases que seguimos escuchando dentro del contexto escolar. El bullying ha ido evolucionando con los tiempos, pasando de actos de matonaje físico, más visibles y fáciles de intervenir, hacia el bullying psicológico, una conducta silenciosa que destruye paulatinamente la autoestima de aquellos que la sufren. Insultos, críticas, apodos, aislamiento, murmullos, etc. son fáciles de detectar en los recreos e incluso dentro de la sala de clases, buscando, en la mayoría de los casos, la exclusión social de la víctima.

La aparición del ciberbullying tampoco es nueva, sin embargo, las características de virtualización propia de los tiempos actuales y acrecentada con la pandemia, nos han puesto en alerta de esta nueva forma de matonaje por redes sociales que se hace cada vez más frecuente entre los jóvenes. Esto lo demuestra un estudio realizado en México, que describe que el 48% de los niños y adolescentes reconoce haber recibido insultos en las redes sociales, poniendo en alerta a los sistemas educativos y sobre todo a las familias. La gravedad de este fenómeno radica muchas veces en el anonimato y la adopción de roles imaginarios en la red, que ocultan la individualización del otro y se expresan como una generalidad social.

María Cecilia Besser, Directora Centro de Estudios y Atención a la Comunidad de la Universidad Silva Henríquez.

Las consecuencias se expresan a largo plazo en la vida de estos niños, niñas y jóvenes, siendo una de las causas más importantes que provocan el ausentismo y fracaso escolar, derivado muchas veces de consecuencias psicológicas graves y permanentes como son la ansiedad, estrés, depresión, baja autoestima, ideación suicida, etc.

Promover, prevenir y cuidar los espacios relacionales basados en el respeto dentro del contexto educativo y familiar, se nos presenta como uno de los desafíos más importantes en la vuelta a la presencialidad, pero sin duda poder visibilizar el fenómeno e identificar los factores de riesgo en el ciberespacio, se nos muestra hoy como algo imperante.

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