Sebastián Zamora, excabo de Carabineros: “Espero que los fiscales persigan a los delincuentes con el mismo ímpetu que a carabineros”

SEBASTIAN ZAMORA, CARABINERO MARIO TELLEZ / LA TERCERA

El 22 de mayo comienza el juicio al exuniformado, quien es acusado por la fiscal Ximena Chong de empujar a un joven de 16 años desde el puente Pío Nono hacia el río Mapocho, en octubre del 2020. “Había una persona cometiendo delitos flagrantes y yo, en mi calidad de aprehensor, procedí a la detención. Fue una accidente”, aseguró.


El egreso de quienes estaban en la Escuela de Formación de Carabineros estaba programado para diciembre del 2019; sin embargo, la contingencia apremiaba y faltaban policías en las calles ante el estallido social, por lo que se decidió adelantar la graduación para octubre. Apenas salieran del aula, debían estar en la calle.

Y así fue. Al menos para el excabo Sebastián Zamora, quien en esa época tenía 21 años, siendo destinado a la 40 Comisaría de Fuerzas Especiales de Carabineros (hoy COP), donde después de un breve acondicionamiento estaba listo para ayudar en la contención de los desórdenes que por esos días se registraban en la Plaza Baquedano.

Así, ya para el segundo día de octubre del 2020 le tocó ser parte del escuadrón que resguardaría el sector, protagonizando uno de los casos emblemáticos del estallido social: la caída de un adolescente de 16 años al río Mapocho. La Fiscalía acusó al cabo de Zamora de haberlo empujado, por lo que pidió 8 años de cárcel al considerarlo responsable del delito de homicidio frustrado.

Hoy, a cuatro días del inicio del juicio, insiste en su inocencia y critica la labor de la fiscal del caso, Ximena Chong.

¿A casi cuatro años del hecho, en qué situación está?

Estuve cinco meses en prisión preventiva y luego intenté retomar mi vida. Busqué trabajo, pero me costó. Trabajé desde mi casa vendiendo distintos artículos, mientras estaba con arresto total. Luego me modificaron con arresto nocturno y hoy estoy con firma, por lo que desde mayo del 2023 estoy trabajando como administrativo de una diputada (Chiara Barchiesi, del Partido Republicano) en el Congreso Nacional.

¿Está cómodo con ese trabajo?

Sí, pero a mí me arrebataron el sueño de ser carabinero. Yo desde niño siempre soné con ser uno, mantengo familiares en la institución, y ahora que estoy fuera lo único que quiero es volver, servir a la patria y honrar el juramento que le hice a la bandera.

¿Cree posible un retorno?

Sí, siempre y cuando nos vaya bien en el juicio. Lo que pasa es que a mí Carabineros nunca me hizo sentir mal. Es más, después de lo que ocurrió, mis compañeros me iban a ver al centro de detención. Hasta el día de hoy mantengo contacto con ellos, me saludan; entonces, no tengo ningún rencor con la institución. Este será un juicio que marcará un antes y un después, ya que creo que muchos carabineros están reflejados en lo que me pasó a mí, y esperan también que esto salga bien. Es una imputación injusta, por ende, estamos tranquilos de que demostraré mi inocencia.

¿Cómo ve el caso del general director, Ricardo Yáñez, quien está como imputado por delitos vinculados a casos del estallido social, por su responsabilidad de mando?

Él ha tenido la fortaleza de cohesionar a los carabineros que están injustamente perseguidos por la Fiscalía, cuando lo único que hacíamos era proteger a la población de la violencia.

¿Por qué cree que es injusto?

El sentimiento generalizado de los carabineros es que son perseguidos injustamente, porque ya está claro que en el estallido hubo descontrol y violencia extrema, donde los policías solo efectuaban su trabajo. Nadie quería lastimar a las personas, sino que hacer nuestro trabajo, y es por eso que al menos yo espero que los fiscales persigan a los delincuentes con el mismo ímpetu que a los carabineros.

¿Cómo recuerda el día de los hechos?

A las 7.00 de la mañana nos ordenaron dirigirnos al sector de Plaza Baquedano, porque jueves y viernes había manifestaciones pacíficas o violentas. Cerca de las 14.00 horas nos fuimos a almorzar a la unidad y una hora después volvimos al Parque Bustamante. Al volver nos encontramos con una protesta pacífica, pero como era costumbre había distintos sujetos que arrojaban todo tipo de elementos contundentes. Es ahí que pasó lo que pasó.

¿Qué ocurrió?

Los detalles quiero entregarlos al tribunal, pero recuerdo que había una persona cometiendo delitos flagrantes y yo en mi calidad de aprehensor procedí a la detención. Fue una accidente.

¿Cuando intenta detenerlo, el joven cae?

Exacto. Ahí entré en estado de shock y mi jefe directo, el jefe de sección, me ordena dirigirme al carro y no recuerdo más.

A usted se le acusa de homicidio frustrado...

Mi conciencia está tranquila. No cometí delitos, ni atenté contra la vida de ninguna persona, lo único que me tiene intranquilo y me preocupa es que la Fiscalía me quiere condenar a 8 años de cárcel por un delito que no cometí, porque yo a él jamás lo empujé.

¿Por qué no lo auxiliaron?

Al menos yo di las cuentas respectivas a mi superior y me mandaron al carro; por lo tanto, son respuestas que tendrán que dar las otras personas que estaban ahí.

¿Estaban preparados para salir a contener ese tipo de desmanes?

Sí, realizamos un curso de control de orden público que dura un mes, donde te enseñan las técnicas de reducción individual, grupal, control de eventos, formaciones de encuentro para muchedumbres y, posteriormente, en COP hacen una inducción dentro del cuartel.

¿Qué les exigía la institución?

En ese momentos lo que nos llamaba la atención era que ya habían formalizado a varios carabineros. Era una sustitución complicada desde lo institucional debido a las críticas, pero sabíamos que el trabajo sería duro, que teníamos que seguir controlando el orden público, pero estábamos bastante sobrepasados con lo que estaba sucediendo en esa época.

¿Las jefaturas les exigían algo en especial?

Grabar con las cámaras de cada uno para poder respaldar las situaciones, incluso, con nuestro celular, y así evitar cuestionamientos. Como no quería exponer mi celular personal, me compré una cámara corporal y ese día la usé sin avisar. Luego de que pasaron los hechos lo informé y mi jefe me dice que la guarde.

¿Y por qué le dijo eso?

No lo sé, no lo vi como algo malo. De mi exjefe no tengo mala opinión, al contrario.

¿No quiso esconder evidencia?

Para nada. De hecho, la cámara fue periciada por la PDI, concluyendo que no había sido manipulada, así que estoy supertranquilo, porque yo la dejé donde mismo tenía que dejarla, con mi chaleco, que era en el casillero.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.