La importancia de las universidades en el desarrollo de los países

En esta columna, Luis Araya, Decano de la Facultad de Ingeniería y Empresa en la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), opina sobre el rol de las universidades y su contribución en la prosperidad económica, movilidad social y competitividad de los países.




En los últimos años, las instituciones de educación superior se encuentran operando en un entorno altamente competitivo, cambiante y complejo. Esta situación se acrecentó con la pandemia del Covid-19, y que ha obligado a la educación superior a experimentar -a nivel mundial- un proceso de construcción y reconstrucción.

Esto se observa con particular interés en Chile. El sector de educación superior cumple un papel de importancia en el desarrollo productivo y económico del país, que ha respondido a los cambios en la economía global con un modelo de crecimiento basado en las exportaciones, y donde las universidades deben responder a la necesidad de diversificar la oferta académica y profesional de su alumnado, al mismo tiempo que desarrollan una base sólida que les permita alcanzar altos niveles de calidad, a través de la creación de valor y la mejora continua de sus procesos organizacionales.

Por tanto, las universidades tienen el desafío de responder a los cambios del entorno, y hacer frente a las reformas que se están generando y que buscan que se amplíe la capacidad de regulación del Estado sobre el sector de educación superior a través de mecanismos de evaluación externa de la calidad.

Este interés de las universidades surgió como respuesta a las demandas de la población, al deterioro de la calidad de algunas instituciones, a cambios en el comportamiento de los estudiantes, y a que, desde las empresas y la sociedad, se demanda por profesionales con nuevas habilidades y competencias, y por nuevos roles de las instituciones de educación superior.

Luis Araya Castillo, Decano de la Facultad de Ingeniería y Empresa en la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH).

Como resultado de aquello, se generaron importantes cambios en el ámbito educacional, por cuanto de manera creciente las universidades se están enfocando en la mejora continua de las actividades que desarrollan, se comparan con las instituciones de mayor reconocimiento a nivel nacional y mundial, y se orientan en alcanzar un desempeño óptimo, generar ingresos y obtener prestigio académico y social.

Pero ¿qué explica que las universidades hayan modificado o reformulado sus proyectos institucionales? Además de los cambios del entorno, esto se explica pues las universidades tienen la problemática de servir a una población cada vez mayor de estudiantes, más diversificada social y culturalmente; y tienen el desafío de alcanzar y mantener sus posiciones de liderazgo y de adoptar estrategias que les permitan diferenciar sus ofertas, basándolas en niveles superiores de calidad, y también en aspectos vinculados a la responsabilidad social y el desarrollo sostenible.

Dado esto, las instituciones de educación superior comprenden que la educación se centra básicamente en el desarrollo progresivo del conocimiento y las habilidades de los alumnos, debido a que tanto los responsables políticos como los agentes sociales han comenzado a exigir que las universidades justifiquen sus resultados, y por su parte los estudiantes demandan por formación y capacitación que responda a los desafíos empresariales y productivos.

Lo anterior es relevante en las carreras de ingeniería y empresa, las cuales no sólo tienen buenas proyecciones laborales, sino que también aportan al desarrollo productivo de las empresas y del país. De hecho, muchos de los avances que ha experimentado el mundo no hubiesen sido posibles sin estas carreras profesionales, por cuanto éstas se orientan a las mejoras técnicas, emprendimiento e innovación, y por consiguiente son la base de los progresos científicos y tecnológicos que resuelven problemáticas sociales, facilitan la vida de las personas y favorecen el crecimiento económico y la disminución de las brechas de desigualdad.

Y es así porque la riqueza o pobreza de los países depende en gran medida de la calidad de la educación superior, puesto que las universidades contribuyen con la prosperidad económica, movilidad social y competitividad de los países. De todos los servicios, el sector de educación superior es aquel que más se relaciona con el crecimiento de una sociedad y su desarrollo socioeconómico, puesto que para lograr un desarrollo como país, es fundamental la creación de conocimiento como un elemento central para mejorar la calidad de vida y progreso, y fundamental para el desarrollo sostenible y la mejora en el bienestar de las personas.

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