El científico chileno que participó del último informe sobre cambio climático de la ONU

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El director del MUSELS Cristian Vargas fue uno de los 103 científicos que evaluaron el impacto del cambio climático en los ecosistemas marinos. El investigador advierte que "hay ciudades chilenas que están sólo un metro sobre el nivel del mar".


Un correo electrónico recibido hace dos años sorprendió a Cristian Vargas, biólogo marino y director del Núcleo Milenio MUSELS. En él se le pedía ser parte de los investigadores que elaborarían el informe especial del IPCC sobre los océanos y la criósfera, que se dio a conocer esta semana. "Es mucho trabajo meterse en esto, pero es un tremendo honor. Por eso es difícil decir que no", cuenta el único chileno que participó en el capítulo titulado "Cambios en el océano, ecosistemas marinos y comunidades dependientes" de ese documento.

El informe encendió las alarmas. Las evidencias y proyecciones científicas dan cuenta de las graves consecuencias a las que el planeta se verá enfrentado si el escenario actual no se revierte. Para Vargas, el calentamiento del océano y el cambio en la magnitud y la variabilidad del pH podría ser una de las mayores amenazas para los organismos marinos que viven en la costa chilena. Pero hay más: el nivel del mar seguirá subiendo y, para el año 2100, ya se prevé una elevación de cerca de 30 a 60 cm, incluso con una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Vargas explica que a partir de modelos para la costa chilena se proyecta un aumento promedio de la temperatura superficial del mar de cerca de 1,8 ºC para el año 2100.

-¿Cuáles podrían ser los principales efectos en el país?

El cambio climático tendrá implicancias relevantes y lo más preocupante son los impactos socio-ecológicos. Las comunidades costeras que dependen de los servicios que les entrega el mar necesitan empezar a generar herramientas para adaptarse a estos cambios, que van desde diversificar su actividad extractiva o implementar sus propios cultivos marinos a pequeña escala, a buscar otras formas de subsistencia. Peor aún, en algunos lugares de la costa de Chile, el aumento del nivel del mar de 60 cm a un metro podría tener impactos importantes sobre estas comunidades. Hay ciudades como Punta Arenas, Talcahuano, o Iquique, que se encuentran apenas a un metro sobre el nivel del mar. No se puede conocer en detalle qué pasará en cada ciudad, pero se puede intuir que ciudades a pocos metros sobre el nivel del mar serán las más afectadas.

-El informe habla de un cambio en la distribución geográfica de las poblaciones de peces, ¿cómo se está produciendo eso?

Los estudios han registrado que algunas especies no sólo de peces, sino también otros grupos, desde microorganismos a mamíferos marinos, han ampliado su distribución desde los trópicos hacia los polos, como un resultado del calentamiento del océano. Incluso se ha logrado estimar la velocidad en que la distribución de estas especies se va expandiendo, la que para el caso de especies que viven en la columna de agua (no en el fondo marino) alcanza a cerca de 51,5 kilómetros por década, hacia el norte o sur, desde el año 1950. Algunas especies han logrado adaptarse a los cambios en temperatura, pero hay consistencia en la comunidad científica en que la adaptación no es suficiente para mitigar los cambios, porque las especies tienen un límite de tolerancia.

-¿Existen datos de esos cambios de distribución en el país?

En Chile es difícil registrar este tipo de cambios, pero es un país ideal para poder realizarlo, dada su extensión de norte a sur. Sin embargo, para poder abordar este tipo de preguntas, se requiere de una mayor capacidad de observación, básicamente de series de tiempo de muchos años que muestren si efectivamente las especies están modificando su distribución a lo largo de la costa. Sin embargo, hay algunos estudios. Por ejemplo, hay un caracol (lapa) que se encuentra en el norte de Chile, Scurria viridula, que ha expandido su distribución hacia los polos a una velocidad de 13,1 km/año.

Para el investigador del Centro EULA y del IMO, las pruebas más evidentes de los impactos del cambio climático son el calentamiento de los océanos, el incremento del grado de acidez de sus aguas, la pérdida de oxígeno en el agua de mar y la disminución de la productividad. Dice que el principal problema en Chile es la falta de registros de estas variables ambientales -como temperatura, pH y oxígeno- por períodos largos de tiempo. "Sabemos que estos fenómenos son globales, que por ejemplo la acidificación del océano es un proceso que afecta a todos los océanos, pero como no tenemos series de 20, 30 o 40 años, es difícil registrar dichos cambios. Imagínate que nuestro grupo de investigación y otros grupos, recién hace 3 o 4 años han empezado a desplegar instrumentos para que registren el pH o el CO2 en la costa de Chile, es una ventana de tiempo muy corta", explica.

La acidificación es un fenómeno causado por el aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) producido por los humanos: aproximadamente un tercio de ellas han sido absorbidas por los océanos, lo que quiere decir que la cantidad de este gas de efecto invernadero en la atmósfera sería mucho mayor si no fuera por el mar. Una vez que se disuelve en el agua, ocurren reacciones químicas que disminuyen el pH del mar.

-¿Qué evidencia tenemos sobre acidificación en la costa chilena?

En teoría, sabemos que el grado de acidificación del océano puede ser más intenso en zonas que naturalmente tienen aguas ácidas o de menor pH, como las zonas de afloramiento o de "surgencia costera", donde ascienden aguas frías, con poco oxígeno, mucho dióxido de carbono (CO2) y bajo pH. Tal es el caso del Golfo de Arauco, en la Octava Región, Punta Curaumilla, en Valparaíso, Punta Lengua de Vaca, cerca de Tongoy, etc.

Vargas explica que Chile requiere implementar sistemas de observación de largo plazo como una iniciativa país, tal como se hace con los sistemas sismológicos. "Hay evidencias de que las zonas deficientes en oxígeno, que se encuentran frente al norte de Chile (Iquique-Arica) entre los 100 a 300 metros de profundidad, se podrían expandir, y crecer en volumen. Pero con suerte podemos visitar dichas áreas una vez cada 2 o 3 años, como parte de cruceros oceanográficos. Nuestra capacidad de observación es aún muy limitada, comparada a la de otros países", dice.

-¿Cuál es la capacidad de los organismos marinos de adaptarse a ese escenario?

Hemos observado que algunas especies pueden incluso soportar algo de esta acidez natural que se observa en estas zonas, pero desconocemos completamente si cuando los efectos de la acidificación del océano hagan a estas aguas aún más ácidas, los organismos sean capaces de soportar tales umbrales. No tenemos evidencias que los moluscos a lo largo de la costa de Chile sean más tolerantes al cambio climático, como se ha intentado decir en algunos medios. Necesitamos conocer cuáles son sus límites de tolerancia, y si algunas fases de desarrollo son más sensibles que otros, por ejemplo sus larvas, en comparación a individuos adultos.

-¿Qué consecuencias trae la pérdida de oxígeno en el océano?

El problema es que en la medida que las aguas superficiales se calientan, absorben menos oxígeno, y peor aún, el oxígeno que es absorbido tiene mayores dificultades a la hora de distribuirse hacia aguas más profundas. Eso es debido a que, a medida que el agua se calienta, se expande, haciéndose más ligera que la de debajo y disminuyendo la probabilidad de que se hunda. El oxígeno es vital para la vida en el océano. Hay muchos organismos que dependen del oxígeno, por lo tanto una de las principales consecuencias es la pérdida de biodiversidad, algunas especies cambiarán su distribución o simplemente desaparecerán.

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