Formar futuros trabajadores de la salud durante una pandemia


¿Esta pandemia nos ha hecho tomar un minuto y más de uno de reflexión, por qué? No solo afecta el área sanitaria, afecta la médula del ser humano. A cada generación ha implantado cuestionamientos, restricciones, y que cada uno de ellos responde a la gran ola de información que nos alimenta día a día en la televisión y redes sociales.

Sin embargo, es tiempo de reflexionar, porque el Covid-19 aparte de mostrar una curva de contagios y mortalidad que nos grafican con una estricta medición epidemiológica, el sentimiento de temor tiene una curva medida en la misma escala, y lo digo de esa forma, ya que las instituciones de educación superior nos hemos visto en la obligación de transformar una malla curricular presencial en un formato completamente virtual, escenario al cual no estábamos preparados, porque a nivel del área de formación de la salud, existe la convicción que el estudiante debe impregnarse de una experiencia total en los campos clínicos, donde gana un sustrato que le va a permitir incorporarse al medio laboral.

Esta atmósfera te hace cuestionar, si lo que estás haciendo da respuesta a los diversos escenarios que un mundo globalizado puede tener. Por un lado, contiene a una población académica que hace sus mejores esfuerzos por entregar lo necesario en la formación de los estudiantes de la salud, pero por otro lado te encuentras con una barrera que en pleno siglo XXI es inimaginable entender la dificultad de la conectividad. Y es ahí, donde nacen diversas necesidades que cuesta comulgar, ya que es una era que se ha jactado de romper con las barreras de las distancias, de los idiomas, e incluso del espacio demográfico donde uno pueda estar.

Nuevamente te cuestionas: ¿cómo se puede aportar desde la mirada académica con un grano de arena a mejorar la visión de un mundo globalizado en el cual fuimos todos protagonistas de su nacimiento? Y no puedo dejar de pensar en lo que evangelizamos desde el primer día de la carrera de enfermería, la palabra “empatía”, que lo más clásico en sus definiciones nos pone a la palestra como la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo, en base a esta definición, constela una malla curricular, constela lo que desea el cuerpo académico y finalmente lo que desea el estudiantado. Y es ahí, el punto de inflexión en donde queremos dejar un mensaje, ¿quién quiero ser durante esta pandemia? ¿quiero recibir todo tipo de información y resguardarme en una zona segura garantizada a todo tipo de infiltración, o deseo encontrar mis propios propósitos, conocimientos al servicio de quienes lo necesitan?

Es un sentimiento que nos mantiene intranquilos, con cierto grado de incertidumbre y que nos llama a poder visualizar en nuestro gran propósito: ¿cuál es nuestro real rol de formar profesionales de la salud?

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