Escritor que se gana la vida como abogado, reza su biografía de Twitter. Una definición que de no ser la más indicada, "pega en el palo". Porque en el día a día, en esa rutina que nos termina por agotar a todos, se la pasa buena parte matando el tiempo en una oficina, precisamente, en el rol de abogado. Pero después de un puñado de años, y de un montón de búsquedas, encontró ese espacio-tiempo en el que, además de ejercer su profesión, puede darse el gustito de soltar la mano.

"Una pasión es una pasión", anunciaba el escribano de Racing Club en una de las escenas más recordadas de El Secreto de sus ojos, segundos antes de que Sandoval le asegurara a Benjamín que un tipo puede cambiar de todo, "de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero una cosa no puede cambiar: de pasión".

Y para Nicolás Vidal, escribir es una pasión. Una que hace ya más de quince años comenzó, y que lo vio allá, bien lejos, en Barcelona, tirando paredes en el Máster en Creación Literaria; y que lo tiene como uno de los más grandes referentes –editor general– en el camarín de la revista De Cabeza y que, incluso, le permitió forjar su propio palmarés: La luz oscura (2013) y, su más reciente producción, Cambio de juego (2017).

A esta altura ya resulta obvio: su segunda pasión no es otra que el fútbol. Y a pesar de que asegura que "no sé si me gustaría quedar etiquetado como escritor de fútbol", y aunque su proyecto más próximo involucra una novela histórica que transcurre en el Chile de los años 20 y el movimiento estudiantil de la época, déjenme agregar que sí: es un gran escritor de fútbol. Porque en un país donde el balompié se lee en formato de investigación, suele estancarse en la mera divulgación de historias, Vidal, primero participando en De Cabeza, y ahora en su más reciente texto, acaso se viste por un ratito de Sacheri o Fontanarrosa para narrar el deporte más hermoso del mundo.

Desde esa trinchera, Vidal entendió que se le abría una nueva posibilidad de pase: alimentó el bichito de poder hacer algo más grande, y así nació Cambio de juego, un libro que reúne sus historias más queridas, muchas de ellas publicadas en la revista. Incluso alguna como El efímero vuelo de Aviación (2015), premiada por El Mercurio en el género crónica.

Volviendo un toque, logra emular a los grandes de la literatura futbolística argentina, pero, como él mismo señala, con uno que otro matiz. "Es como un híbrido", dice, para hacer la salvedad: "Fontanarrosa, Sacheri y Soriano son los maestros de la literatura futbolística, pero escriben ficción. Éstas son crónicas de hechos reales con investigación. Y hay un intento de contarlas con herramientas de la ficción".

Y como ese "Regista" que siempre entiende el juego, y hace jugar al resto, no se queda y da el ejemplo. "Uno puede decir que el Almirante Arturo Fernández Vial fue un héroe de la Guerra del Pacífico. O uno puede tratar de mostrar el Combate Naval de Iquique, con los cañonazos, con las muertes, con el tipo escalando ahí el mástil", explica.

—¿Se puede relacionar en algún punto tu obra con otros textos futbolísticos nacionales como los Anecdotarios o las investigaciones de Guarello y Chomsky, por ejemplo?

—Lo que yo traté de hacer, ojo: traté, porque no sé si habrá resultado, jajajá, fue darle un contenido más literario a las historias. O sea, de jugar con las imágenes, con los diálogos, con las líneas del tiempo, relatar esas historias como si uno estuviese contando un cuento, una ficción. Por ejemplo, la historia de la Villa San Luis comienza con un cuento: qué pasaría si es que un padre que vive en la villa va a ver a la "U" a fines del año '75 en el Parque Araucano, haciendo como que este estadio existiera. Entonces, son dos registros distintos e igualmente respetables, pero por lo menos lo que yo intento es trabajarlos desde el punto de vista más literario que periodístico. Y obviamente la investigación de Guarello y Chomsky es extraordinaria y, en muchos casos, como para la crónica pasaporte de La Máquina del Tiempo me basé mucho en lo que investigaron ellos.

—¿Y por qué crees que no se ha explotado bien el 'nicho' del fútbol en la novela nacional?

—No sé muy bien por qué. Quizás lo que falte es darle otra vuelta a la investigación, porque libros de investigación de fútbol hay muchísimos, porque, claro, muchas veces uno puede hacer un libro de investigación y dejarlo ahí y publicarlo como 'la reveladora historia del equipo de no sé qué cosa', quedarse sólo en la información. Pero creo que, en este caso, falta transformar esos hechos que se investigan y tratar de darle un contenido literario, algo narrativo. Y eso no sé si es porque se han quedado en la divulgación de las historias propiamente tal, de los hechos o anécdotas, sin tratar de darle otra vuelta, o porque tampoco ha habido muchos escritores que se hayan animado a hacer este cruce de flujo de narrativa. Pero sí, evidentemente hay muchos libros de fútbol bien logrados, por ejemplo, la colección de Soy de la U, Soy del Colo… de Pancho Mouat, es buenísima. O el mismo libro de Juan Pablo Meneses, Una granada para River Plate, es extraordinario. Y ahí, en ese sentido, esa crónica es un gran ejemplo porque la cuenta como si estuviéramos asistiendo a un cuento. Uno se mete dentro del bus, dentro del estadio, por más de que sea una crónica, un reportaje periodístico, sí está escrito con la intención de darle un sello narrativo y no sólo de contar los hechos.

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En Cambio de juego, Nicolás Vidal hermana el fútbol y la política a través de nueve crónicas muy potentes y de personajes, además, tremendamente trascendentes en la historia de nuestro país. En esa línea, aclara que en esta ocasión se preocupó de que fueran sólo de Chile. "Había otras como en el Mundial del '78 de Argentina en la que, también, la relación entre fútbol y política es muy-muy potente, pero eso significaba de frentón ya meterme en la política de otro país", aclara.

La historia que debuta la publicación y que, sin duda, es una de las que llama más profundamente la atención es la que involucra al Frente Patriótico Manuel Rodríguez y cómo derechamente pusieron en riesgo la clandestinidad y eficacia de su misión cada vez que optaron por mostrar otro tipo de armas, pero esta vez desde la cancha.

"La historia la conocí a partir de Los Fusileros, libro de Juan Cristóbal Peña, y de ahí la construí de manera más lineal, porque ahí aparece más desperdigada a lo largo de todo el libro que tiene 400 páginas. Yo extraje la parte más futbolística para partir de ahí, contando la historia de sus protagonistas. Fui a hablar con Iván Hernández Norambuena en Valparaíso y me contó detalles más futboleros de todo lo que había pasado, de los partidos, de esa final que le ganaron a Quintero", señala al respecto.

Otro de los relatos más destacados del texto es, por ejemplo, la relación del otrora general Alberto Bachelet con el club Aviación y cómo, de ser vicepresidente y un apasionado hincha, todo cambió de un momento a otro para ambos.

Y, cómo no, especialmente para los hinchas de la "U", un imperdible: el fracaso del proyecto de Salvador Allende para construir el tan anhelado en el Parque Araucano.

—¿Y por qué escribir de fútbol, Nicolás, qué es el fútbol para ti?

—Para mí, la conexión entre el fútbol y la política es súper interesante, porque te permite narrar historias que tienen un comienzo futbolístico, pero que tienen un trasfondo mucho más grande. Entonces, ver cómo el poder se infiltra dentro del fútbol, o cómo personas que tienen una vocación política muy grande también sienten una pasión igualmente grande por el fútbol es súper revelador. Y permite darle una dimensión distinta a lo que nosotros entendemos, o a lo que los medios tradicionales nos muestran del fútbol, como algo súper simple, un deporte que sólo trata de once tipos persiguiendo una pelota y nada más. Creo que ésa es una opinión impulsada un poquito por la FIFA, en el sentido de que no se puede mezclar el fútbol y la política en ningún sentido. Y yo creo que no es así. Y hay infinidad de historias que, al revés, prueban que el fútbol como todo hecho masivo tiene un componente político muy importante.

—¿Por qué crees que el fútbol traspasó la esfera netamente deportiva para asociarse a otros componentes acaso más trascendentes?

—Yo creo que, al final, pasa por la masividad. Mira, por ejemplo hay una frase de Goebbels que se la estoy sacando y la citó Juan Villoro en uno de sus libros y dice: "100 mil personas abandonaron el estadio deprimidas. Ganar un partido puede ser más importante que conquistar un pueblo en el este". Es de la propaganda nazi. Entonces, hace mucho tiempo que existe este concepto de la importancia que tiene en las multitudes el fútbol y de cómo se puede instrumentalizar eso para, de uno u otro sentido, sacar algún tipo de dividendo. Por ejemplo, la crónica de la falsificación de los pasaportes, La máquina del tiempo, que sale en el libro, trata justamente de eso: de la necesidad absoluta que tenía el gobierno de esa época, la dictadura, de mostrar un triunfo deportivo como para contentar a la gente. Llegó a tal nivel que tuvieron que falsificar diecisiete pasaportes al mismo tiempo y cambiarle la edad a todo el equipo. Ahora suena ridículo y absurdo y podía terminar con todo el equipo en la cárcel, pero hasta esos niveles podía llegar esa necesidad de mostrar algún triunfo futbolístico para que la gente estuviera tranquila en el fondo, y no se preocupara de otras cosas que estaban pasando.

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Este miércoles será el lanzamiento del libro: Nicolás Vidal presenta Cambio de juego, historias desconocidas del fútbol chileno en el Museo de Artes Visuales a las 19.30. El escritor y periodista mexicano Juan Villoro será el encargado de presentar la publicación.