Londres, París, Barcelona y Madrid son algunas de las ciudades por las que ha pasado el nuevo tour de Ricardo Arjona en promoción de Circo soledad, su último álbum editado en abril. El barrio latino hace rato le quedó chico al cantante que despierta más pasiones en Hispanoamérica. Esto como dato para lo siguiente: se trata de una de las mejores giras de su carrera. El montaje es de nivel mundial y comparable a la parafernalia que el rock es capaz de ofrecer en directo.
El domingo por la noche en el Movistar Arena, con el lleno habitual que registran las visitas del cantante, Arjona partió con cierta mesura en su voz quizás administrando la exigente semana. Fue de menos a más desde el arranque con Ella, un tema nuevo que revela confianza en el material reciente, como hizo claros acomodos en El problema para un set list que encaja 32 títulos, contando tres generosos medleys.
El espectáculo se monta a la manera de una función circense con ese toque algo macabro con el cual aquella institución del espectáculo suele ser representada en la imaginería popular, donde tras las risas hay sentimientos oscuros. En ese sentido este show está más cerca de Mötley Crüe y Kiss, que en algún momento recurrieron a este concepto en vivo, que a una gira tradicional de un baladista latino.
Con los años los montajes de la estrella guatemalteca se han estilizado ligeramente. Antes lucían recargados e infantiles con escenografías propias del teatro y el musical. Si bien ese elemento aún es recurrente resulta menos obvio que en otros tours cuando al turno de Historia de taxi por ejemplo, corte ineludible en su repertorio, figuraba un modelo a escala de un vehículo de alquiler.
Al igual que en la gira de 2014, la pantalla gigante es el eje del decorado, aun cuando todavía persisten elementos para reforzar la idea del circo, incluyendo un par de artistas que bailan y exclaman ataviados ad hoc con algo de desquicio.
"Respirar no es estar vivo, es arriesgarse", dijo Ricardo Arjona en los primeros minutos y, como siempre ocurre ante sus sentencias con armazón de eslogan, las suspicacias afloran. En el terreno musical continúa suscrito a un pop rock guitarrero que su banda interpreta con oficio aplastante. A la vez permanecen intactos los excesos en florituras de violines y clarinete, instrumentos que en el vocabulario artístico del guatemalteco implican refinamiento y tradición.
"Estoy aquí para lo que les de la gana", dijo tras los saludos de rigor, por lo demás una de sus declaraciones favoritas en vivo. El público, conocedor de su parte del guión, chilló.
Ricardo Arjona podría hacer duetos -los rankings lo dictan-, giras de grandes éxitos, celebrar discos claves y seguir rompiéndola sin mayores cuestionamientos. Sin embargo, insiste en lanzar álbumes con material inédito y producir elaborados shows y este debiera encantar a su fanaticada sin reparos.
El guatemalteco sigue representando fantasías con total convicción. Es un artista preocupado de mantener sus cualidades a tope. No descuida detalle. La imagen del macho intenso y sensible más la convicción interpretativa siguen siendo su especialidad.