El trato fue sencillo. Los Mudcrutch debían cuidar la casa de Leon Russell en Los Ángeles y a cambio podían usar el estudio del famoso pianista. En aquella época, ni Tom Petty ni su banda significaban algo, pero ya desde entonces las coincidencias, buenas y malas, comenzaron a cruzarse en la vida del músico. Fue en el hogar de Russell donde los Mudcrucht se derrumbaron –para más tarde dar origen a The Heartbreakers-, pero también fue ahí donde Petty comenzó a rodearse con la creme dela creme del olimpo del rock.
Un día, según da cuenta Petty, la biografía autorizada de Warren Zanes, Russell se apareció y le pidió ayuda a Petty para grabar un álbum con un productor distinto para cada canción. El joven músico, cuya carrera aún ni comenzaba, quedó atónito cuando Russell le sugirió a Brian Wilson y aún más cuando, acto seguido, le dijo que fueran a visitarlo. "Sin más nos metimos en el Rolls Royce y nos dirigimos a la casa de Brian en Bel Air. Al rato estábamos allí, nosotros y él ¡y me cago en la puta!", contó Petty años después.
"¿Y qué me dices de George Harrison?", le preguntó otro día Leon Russell, que seguía empecinado en grabar un nuevo disco. Al rato se apareció el ex beatle, nada menos que acompañado de Ringo Starr y el baterista Jim Keltner. "Fuimos a Sound Cuty y Ringo, Keltner y Leon se pusieron a tocar. Por la noche volvimos a la casa de Leon, a pasar el rato. Eran unos tipos geniales, todos, y yo estaba pasmado. No me parecía real ¿Cómo podía ser real?", le contó Petty a su biógrafo. Aún faltaban muchos años para que The Traveling Wilburys vieran la luz –proyecto que unió a Petty con Harrison y en el que también participó Keltner-, pero aquel encuentro fue la génesis de lo que vendría más tarde.
Desde la colaboración con Russell hasta que Petty realmente conoció a George Harrison transcurrió más de una década. Cuando esto finalmente sucedió, el músico estadounidense ya era un superventas global, había girado con Bob Dylan y su banda, The Heartbreakers, era una de las más reputadas. Fue a raíz de la colaboración entre Harrison y Jeff Lynne para su álbum Cloud nine, que Petty se hizo amigo del ex beatle.
Fotos y autógrafos
En la Navidad de 1987, el escritor, músico y periodista Warren Zanes, acudió a la casa de Petty, invitado por el propio cantautor a su celebración familiar. A modo de obsequio navideño, Petty le regaló a Zanes una revista del club de fans de los Beatles de 1965. "Estábamos en Los Angeles así que no me sorprendió encontrarme con algunas caras conocidas dando vueltas por ahí. Cuando llegó George Harrison, evitó la sala principal y se metió directamente en el despacho de Petty, aunque el rumor provocado por su llegada siguió recorriendo la casa. Un Beatle. Me sentí obligado a mencionarle a Jane Petty que el regalo que me habían hecho quedaría de lujo con la firma de Harrison en la portada. 'Ya lo creo que sí', me dijo tomándome del brazo y conduciéndome por un pasillo hasta llegar a una puerta que abrió para luego empujarme al interior con una breve mención a los ocupantes de la habitación a propósito de que yo tenía 'algo imperioso que abordar'", cuenta Zanes en su libro.
En la habitación se encontraban Harrison, Lynne, Petty y Mike Campbell, interpretando una canción que debieron interrumpir por la llegada del jovial escritor. El ex beatle dejó de tocar y con su habitual ironía lanzó: "¡Miren! Es Brian Jones, renacido entre los muertos". Acto seguido, tomó su guitarra y tocó otro tema, mientras todos sonreían. Al final se acercó a Zanes, le firmó la revista y le dijo que podía quedarse. Pero el periodista estaba tan nervioso que sólo atinó a huir, a pesar de que fue en esa sala donde comenzó a gestarse –aún nadie lo sabía- el proyecto wilbury.
Pura casualidad
En uno de sus momentos de mayor fama, Petty giró por Reino Unido y en su escala en Birmingham, Harrison y Lynne acudieron a verlo. También lo hicieron en todos los shows que dio en el Wembley Arena en Londres, a los que se sumó también Ringo y Mick Avory, de los Kinks. Y para su cumpleaños, George y Ringo le cantaron en una velada inolvidable y muy festiva.
A su regreso a Encino, en California, Petty pretendía tomarse las cosas con más calma, pensar en un nuevo proyecto con o sin los Heartbreakers y resolver su dramática situación familiar. Estaba en eso cuando un día, en plena calle, se encontró con Jeff Lynne, una mera casualidad. Días después, las coincidencias volvieron a sorprender al músico cuando al entrar a un restaurante francés junto a su hija, se encontró nuevamente con Lynne, quien justo estaba acompañado por Harrison.
De manera increíble, el ex beatle le acababa de pedir a Lynne el número de teléfono para llamar a Petty, así que le dijo al personal que llevasen a su nuevo y sorprendido amigo a su mesa. "Harrison siguió (luego) a Petty en su auto por Beverly Hills hasta su casa alquilada, donde los dos hombres tuvieron por fin la ocasión de estar solos por primera vez. Cogiendo una guitarra y poniéndose a rasguear 'Norwegian Wood' Harrison dijo: 'Esta te la sabes ¿verdad?'. Sorprendido por la facilidad y la indiferencia con que jugaba con su propia leyenda, Petty enseguida fue arrastrado por el cálido encanto de Harrison", narra Warren Zanes en su libro.
Los Harrison y los Petty se hicieron amigos rápidamente y comenzaron a visitarse con frecuencia. En ese momento Petty vivía un infierno a causa de una inminente separación con su esposa y fue Harrison su paño de lágrimas.
"George apareció y enseguida nos hicimos buenos amigos; era como si ya nos hubiéramos conocido en otra vida o algo así. Ya éramos colegas al minuto de conocernos. Recuerdo que un par de días después de conocernos me abrazó, me detuvo con fuerza y me dijo: 'Tommy, ahora formas parte de mi vida, te guste o no'. Fue como si me hubiesen enviado justo a la persona que necesitaba. Sanó un montón de heridas", le dijo Petty a Zanes.
Meses más tarde, nació la idea de The Traveling Wilburys, con Harrison y Petty a la cabeza, junto a Dylan, Lynne y Roy Orbison. Pero esa es otra historia.