El sonido siempre estuvo definido, sólo había que encontrar algo que decir. Esa ha sido, en palabras de sus integrantes, la búsqueda que Díacero ha emprendido desde mediados de 2016 hasta ahora, con el objetivo de dejar de ser simplemente la-banda-de-los-exintegrantes-de-La-Ley y encontrar una voz propia. Un reto importante para un proyecto que vio la luz sólo meses después de la traumática y sorpresiva disolución del histórico conjunto nacional, y que hoy inicia una nueva etapa con la salida de su primer álbum, Topografía.

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"Este disco viene a coronar un proceso en el que todo se pudo haber ido a la chucha, pero al revés, fue creciendo", comenta Pedro Frugone, guitarrista del quinteto que completan Ignacio Redard (voz), Mauricio Clavería (batería), Luciano Rojas (bajo) y Rodrigo "Coti" Aboitiz (teclados); estos tres últimos, al igual que él, piezas claves del engranaje que hizo funcionar a La Ley en diversos momentos de sus dos décadas de historia.

Actualmente instalado en Austin (Texas, EE.UU.), donde tiene su casa y su estudio de grabación, Frugone fue el encargado de la producción musical de las once canciones que incluye el LP, de las que el grupo ya ha liberado adelantos como "Ecos", "No caí" y "Malagente". Debido a las distancias geográficas de los integrantes -Clavería vive en México y el resto en Santiago- los temas se trabajaron durante los períodos en que los cinco coincidieron en Chile, y según se lee en la información oficial que acompaña al lanzamiento, los cinco miembros figuran como compositores, dejando en claro la dinámica colectiva e igualitaria que impera en el proyecto.

"No queríamos ser una banda de autotributo, queríamos ser una banda de buena música, sin buscar hacer algo comercial", dice Luciano Rojas sobre la propuesta del grupo, que continúa el sonido que cada uno de sus integrantes ha explorado durante todos estos años, tanto con La Ley como en proyectos paralelos como Saiko y The Plugin: rock inclinado a los sintetizadores y a los tonos sombríos, cuyos referentes se pueden encontrar, según Frugone, en clásicos del synthpop ochentero, como los británicos Talk Talk, o en créditos actuales como The Neighbourhood.

"Partimos haciendo repertorio de La Ley pero sin el Beto no es La Ley. Como tampoco podemos partir de cero, decidimos aprender de nuestro pasado y nuestra historia, que nos pertenece, y crear algo nuevo", señala Rojas, quien en los últimos años ha sido el más crítico con su excompañero Beto Cuevas. Si bien Redard guarda ciertas similitudes en la voz con el histórico cantante, el bajista asegura que el primero "siempre ha estado empoderado" en el quinteto y que en la nueva banda "todos nos paramos por igual".

Por ahora, tras el lanzamiento, el grupo tiene agendado un concierto en el Teatro Caupolicán para el 1 de febrero -junto a Saiko y Lucybell- en la que será su vuelta a las pistas. En paralelo, alistan sus primeras presentaciones en México, EE.UU. y Puerto Rico, los públicos en los que buscarán enfocarse este año, "donde el gran capital es la historia de La Ley", dice Rojas.

"Con Mauricio veníamos de una cuestión a todo nivel y volvimos a ser una banda emergente, que no la cachaba nadie, y a veces cuando uno ya esta viejo no es fácil. Pero lo hacemos porque lo estamos disfrutando. Este proyecto es lo mejor que me ha pasado, porque no hay una empresa encima y porque todos tiramos para el mismo lado", complementa Frugone sobre el grupo, que tal como hizo La Ley hace un cuarto de siglo tras la muerte de Bobe, declara su propio "Día cero" con este debut discográfico.