En su último libro, libro aún no traducido al español, el escritor Colm Tóibín trata aspectos biográficos bastante desconocidos de los padres de tres célebres escritores irlandeses: Oscar Wilde, W.B. Yeats y James Joyce. Experto conocedor de Dublín, la ciudad en donde las tres familias vivieron y de algún u otro modo se relacionaron a mediados del siglo XIX, Tóibín recrea rincones melancólicos que hasta el día de hoy resultan evocadores, sin dejar de reparar, por supuesto, en la pobreza y la precariedad urbanas de aquellos años (según Joyce, Dublín era "un centro de parálisis").

Establecido el escenario, que en sí representa uno de los grandes momentos de Mad, Bad, Dangerous to Know (algo así como "Locos, malos, peligrosos de conocer"), Tóibín desarrolla las singularidades que rastreó e investigó para componer las tres charlas que, en última instancia, terminaron convertidas en este libro. Parte del alcance del ejercicio reside en las implicancias bien resueltas que sintetiza el siguiente párrafo:

"Así como Oscar Wilde comenzó a ser él mismo al año siguiente de la muerte de su padre, y John B. Yeats se las arregló para matar a su hijo, figuradamente, yéndose al exilio, James Joyce también se las arregló para matar a su padre dejándolo a su suerte en Dublín, buscando, en la ausencia del padre, no sólo forjar la conciencia no creada de su raza, sino darle una forma a la experiencia del padre, para resucitarlo, para ofrecer vida a lo que se había vuelto sombra".

La primera parte del libro, titulada "Sir William Wilde: un victoriano eminente", alude al lío judicial por el que pasó sir William, una experiencia increíblemente similar a la que dio inicio a la pavorosa caída de su hijo Oscar (un juicio con implicancias sexuales). Luego, en "John B. Yeats: el playboy de la calle Vigesimonovena Oeste", el autor repara en los hábitos de este peculiar pintor que se autoexilió en Nueva York hasta su muerte y, de paso, "se convirtió en uno de los mejores escritores de cartas de su época". Finalmente, en "Los dos tenores: James Joyce y su padre", Tóibín detalla la picardía, la irresponsabilidad y el alcoholismo de John Stanislaus Joyce, un personaje que no sólo marcó literariamente a James, pues otro de sus diez hijos, Stanislaus, dedicó dos volúmenes a registrar con amargura buena parte de la decadencia del padre.

La vía paterna constituye un acercamiento original, provechoso y en muchos sentidos concluyente para abordar la vida, la obra y las miserias de los tres genios seleccionados, pero la vía materna, representada en la figura de Irlanda, la madre patria, es igualmente expresiva a la hora de configurar y explicar, retrospectivamente, personalidades y opciones de vida (Wilde, Yeats y Joyce abandonaron a su debido tiempo la isla natal). Es difícil suponer, por lo tanto, que alguien que no fuese irlandés hasta la médula hubiese podido componer un estudio tan profundo como el de Tóibín.

Los violentos giros entre la tragedia y el humor son parte de los atavismos a los que el autor recurre con insistencia. Y de este modo es que las anécdotas -abundantes, oscuras, finamente seleccionadas- trascienden y le otorgan brillos memorables a las tunanterías del padre de Joyce, a la salacidad octogenaria del Yeats viejo y a la apariencia en extremo roñosa de William Wilde.