The Jacksons -o lo que queda de ellos- funciona en una dimensión paralela con leyes ajenas al contexto. Sin ser mencionado expresamente, Michael Jackson es el eje del espectáculo celebratorio de los 50 años de trayectoria presentado el sábado ante poco más de un millar de personas en el Teatro Caupolicán (donde caben 4500) para ver a Tito, Jackie y Marlon que viajaron hasta Sudamérica sin Jermaine, ausente por razones de salud. El show perfectamente podría ser promocionado como un tributo al vapuleado rey del pop dado que incluye varios de sus éxitos solistas, como hay videos donde aparece la familia completa incluyendo a Joe, el padre maltratador cuya imagen provocó ligeros abucheos, subrayando tristemente la manera en que la vida privada del clan ha afectado el legado musical de este apellido clave en la historia del pop.

Lo curioso es que los fans pifian al patriarca por haber golpeado a los hijos pero defienden a rajatabla a Michael cuando, en rigor, sobre ambos recaen acusaciones apuntando a menores.

Acompañados de una excelente banda con dos coristas varones -uno de ellos con la misión explícita de cubrir las partes de Michael-, el show de The Jacksons solo se puede disfrutar dejándose llevar por la extraordinaria calidad de las canciones del conjunto, una máquina de hits iniciadora de un proceso que Michael Jackson destilaría por completo en los 80 para revolucionar las bases del pop hasta hoy: introducir a las audiencias blancas al funk con acabado de perfecto pop chicloso.

Los temas aún son joyas pero las voces restantes tratan inútilmente de cubrir las ausencias cuando la misión es casi imposible. En la música del conjunto Michael era el pivote absoluto mientras sus hermanos armonizaban tibiamente en torno a su canto. La distancia entre los registros del solista y el resto era astronómica y aquello fue dolorosamente evidente el sábado.

En el saldo Tito con su guitarra y característico sombrero es el más competente mientras a Jackie y Marlon solo les quedan las ganas de bailar y ejecutar las inolvidables coreografías porque voz apenas conservan, a pesar de que Marlon insinúa con vestimenta y pasos encarnar a una especie de sucedáneo del hermano muerto. La versión de "Rock with you" por ejemplo fue prácticamente inaudible antecedida por "Can you feel it", el último gran éxito del grupo en 1981 también con notorios problemas de audio en las voces.

Tuvieron el mismo destino otros clásicos embutidos en un medley como "I want you back" y "ABC", recurso que se sumó a otros viejos trucos como presentar a los músicos para que cada uno luciera un breve y acrobático solo.

Hacia el final alargaron "Shake your body" sumando a toda la banda en una coreografía que dejó contenta a la audiencia siempre participativa y dispuesta a aplaudir, bailar y soslayar las pobres armonías. Para el bis dejaron un hit olvidado junto a Mick Jagger a mitad de los 80, la pendenciera "State of shock". Un espectáculo de apenas una hora y 12 minutos para una obra merecedora de mejores homenajes.