Fue una agonía lenta y dolorosa, gatillada por el auge del los reproductores de cine caseros, pero sobre todo por la entrada masiva de las multisalas de centro comercial. Los cines de barrio simplemente dejaron de existir. El Astor, el Colón, el Lido, el Rex, el California son algunos de los más de 50 que alguna vez hubo en Santiago. Algunos se murieron peleando, como el del barrio Las Lilas que en 2005 fue abruptamente cerrado y vendido para levantar un proyecto inmobiliario. Los vecinos se organizaron, hubo velatones y protestas, pero nada detuvo la demolición del emblemático teatro. Una de las manifestantes fue la hoy premiada cineasta Dominga Sotomayor: "Era parte de mi barrio y fue algo que me marcó muchísimo, hasta el día de hoy paso y me duele ver que ya no está el cine", dice.

El sueño de recuperar ese concepto de sala de barrio, además de regalarle un espacio a la creación local, fue el germen para que la autora de Tarde para morir joven, junto a otras amigas creadoras, la actriz Manuela Martelli, la montajista Catalina Marín y la arquitecta Rafaela Behrens, idearan el Centro de Cine y Creación (CCC), que apunta no sólo a la difusión sino a la creación de industria. Con aportes privados y fondos públicos, compraron en 2016 una casa patrimonial de dos pisos, de 1913,  en barrio Argomedo. Hoy la aventura está a punto de comenzar.

A fines de octubre se hará la entrega de la casa refaccionada que incluye áreas destinadas a cafetería, oficinas para arriendo, un patio para proyecciones al aire libre y un micro cine para 30 personas. Este  último aún debe ser habilitado con sus butacas y proyector digital, para lo que lanzarán, este lunes 30 de septiembre y durante un mes, una campaña de crowdfunding que espera reunir unos $ 10 millones.

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La cineasta Dominga Sotomayor y la montajista Catalina Marín, en la fachada de la casa patrimonial en barrio Argomedo que están restaurando. foto: Juan Farías.[/caption]

La marcha blanca partirá en diciembre con un encuentro de productores internacionales, apoyado por ProChile, donde se evaluarán proyectos locales. Luego, en enero tendrán su primer ciclo con películas ganadoras en festivales internacionales no exhibidas en Chile.

"Queremos tener varios focos, programar buen cine extranjero y latinoamericano que no llega acá, pero sobre todo darle el espacio que se merece al cine chileno. Hoy nuestro cine está pasando por un muy buen momento, ganando premios, expandiéndose, pero en Chile no se refleja nada de eso. Las películas se estrenan y duran muy poco en cartelera. En CCC van a encontrar su espacio", dice Sotomayor, quien fue galardonada con el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno, por Tarde para morir joven, su última película.

 "Queremos que el CCC sea un espacio de encuentro para la comunidad del cine, pero también para  disciplinas como la música y el teatro. Un espacio para juntarse y que nazcan ideas. A la vez queremos que tenga esa vida de barrio, que los vecinos se sientan parte, saber qué quieren ver y hacer talleres abiertos", agrega la cineasta.

Más que un cine

Ubicada en Raulí 571, una calle sin salida que da la pequeña Plaza Freire, CCC no está dentro de los polos culturales habituales. "Nos gusta que no sea un barrio obvio para un centro cultural, y por lo mismo es necesario. Aquí viven cerca de 10 mil personas que no tienen un espacio como este", dice Catalina Marín , directora ejecutiva de CCC y quien hace 10 años tiene junto a Sotomayor la productora Cinestación. "Al lado está el Colegio México que tiene 60% de niños inmigrantes, queremos pensar en programación para ellos y sus familias".

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Como se verá la fachada lateral del Centro de Cine y Creación, que ocupa una casa antigua de calle Raulí, en barrio Argomedo[/caption]

El proyecto, que contempla una inversión total de $ 1.500 millones, considera una segunda etapa con la construcción de una sala de cine de 100 butacas y un restaurante con terraza que aún deben financiar. En su origen recibieron la donación del empresario Andrés Navarro, dueño de Sonda, quien se convirtió en presidente del directorio. Entre los demás integrantes está el cineasta Andrés Wood, la urbanista María José Castillo, la musicóloga Elisa Santa María, el diseñador Martín Bravo, el ingeniero Vicente Mira y la periodista Bárbara Negrón.
CCC cuenta además con una red de asesores internacionales que dejan entrever lo que será la futura programación. Entre ellos, Raymond Walravens, director del World Cinema Amsterdam; Jean Pierre- Rehm, director del Festival Internacional de Cinema Marseille Francia; Emilie Bujes, directora artística del festival Visions du Reél y Haden Guest, director del Harvard Film Archive. 
"En nuestros viajes hemos creado una red importante de aliados. También hemos investigado experiencias similares a CCC, como el cine Tonalá en México que además de cine tiene un bar bien taquilla, o en Berlín el Wolf Kino que también tiene además de cine espacios multiusos y cafetería. Son inspiraciones que nos han ayudado a dar con un modelo de gestión que esperamos sea autosustentable", remata Marín.