Caminando por las calles de Varsovia, Alexandros Jusakos (47) e Yvanka Milosevic (34) mantienen la mirada atenta. Su misión es encontrar un piano vertical en buen estado. Tal como fue la cuna de Frédéric Chopin, en Polonia la música es un segundo idioma y los pianistas no faltan. Cada instrumento escogido termina en un container que atraviesa el Atlántico por 40 días hasta llegar al puerto de Valparaíso. Una vez ahí, la Fundación Pianos para Chile los recoge y se prepara para donarlos a escuelas y centros culturales. 
En 2012, el matrimonio de intérpretes se encontraba en la capital de Polonia estudiando música. Diariamente observaban la cantidad de escuelas y universidades dedicadas al piano. Y apareció una idea. Traer desde Europa el instrumento a Chile y generar una comunidad en torno a la enseñanza de la música docta. Espacios que promuevan, desde una temprana edad, el interés por el lenguaje musical. 
El primer piano llegó a la biblioteca pública de la Municipalidad de Río Bueno en 2012. Debido al alto costo del instrumento, en promedio un millón de pesos por cada unidad, Alexandros Jusakos e Yvanka Milosevic decidieron formalizar el proyecto como la Fundación Pianos para Chile en 2014 y así postular a la Ley de Donaciones Culturales.
Desde Europa el viaje comienza con el embarque de un container de 6 metros de largo y 2 de ancho. En su interior caben 25 pianos. El espacio es sellado y se abre cuando arriba al país. Sin sufrir daños, los instrumentos se trasladan a la sede ubicada en la calle Club Hípico, en Santiago. En el antejardín de la modesta casa, se desarman y luego se ingresan a un salón que los acoge. La habitación es de paredes blancas y de alfombrado azul; las repisas en vitrina recorren la trayectoria de la institución mediante recuerdos personales y reconocimientos. 
A los 4 años, Alexandros Jusakos ya deslizaba sus dedos entre las teclas. Nacido y criado en la capital de la Segunda Región, sus primeros pasos los dio en el Conservatorio Regional de Antofagasta. Continuó sus estudios en la Universidad de Chile. Obtuvo un Máster en Artes en la Academia de Música de Bydgoszcz y es Doctor en Artes en la Universidad Musical Federico Chopin en Varsovia. 
Con 34 años, Yvanka Milosevic deshace con elegancia el peinado que mantiene en orden su largo cabello gris, de líneas irisadas. La violinista rozó las primeras cuerdas del instrumento a los 10 años en la Escuela Moderna de Música. Luego se trasladó a la Universidad Católica para continuar su formación en el Conservatorio de Música de la Universidad Mayor. Es Magíster en Artes mención violín en la Universidad Musical Federico Chopin en Varsovia. La pareja de músicos se conoció en 2006 y un año después se casaron. Desde el 2012, trabajan en conjunto liderando la institución. 

De la enseñanza a la música

El trabajo de la fundación se divide en 3 etapas. Primero, son contactados por recintos educacionales y centros culturales. Por ejemplo, si una escuela se compromete a utilizar el piano y a dictar clases musicales, entonces Alexandros Jusakos e Yvanka Milosevic visitarán el establecimiento y ofrecerán dos conciertos. Uno dedicado a los estudiantes y el otro abierto a la comunidad. 
La segunda fase es monitorear las actividades en coordinación con el local escogido. Además, se convocan  músicos profesionales a realizar residencias con los fundadores de la institución. El fin es ofrecer una temporada de funciones en cada uno de los lugares que ya recibieron un piano. El último paso es convertir la música en una materia educativa permanente ofreciendo clases y talleres dictados por artistas profesionales.
 "Estamos tratando de llevar profesionalmente la enseñanza de la música y de los instrumentos musicales a los distintos lugares del país, a la fecha hemos donado más de 140 pianos", cuenta Alexandros Jusakos. Como matrimonio viajan varias veces al año a Europa para comprar pianos usados. "Son modernos y están en buen estado, en general son de los años 2000", añade Yvanka Milosevic. 
La institución ha hecho donaciones a lo largo de Chile, desde María Elena a Puerto Williams. También en localidades como Angol, Mejillones, Quellón, Chiloé e Isla de Pascua, entre otras. En la Región Metropolitana se vincularon a la red de Colegios Belén Educa, entidad católica sin fines de lucro que entrega educación en sectores vulnerables.  
Este mes el Ministerio de las Culturas anunció los resultados del Programa Otras Instituciones Colaboradoras. La Fundación Pianos para Chile fue una de las nuevas organizaciones beneficiadas y se les entregará  69 millones 300 mil pesos. "Una cosa que vamos a poder hacer con este fondo es que el afinador pueda revisar gran parte de los pianos y que nosotros podamos visitarlos", agrega Alexandros Jusakos.

Generar comunidad   

A través de su fundación quieren crear espacios nuevos para las generaciones venideras de músicos. Regalar pianos es visto como un punto de partida para una proyección profesional en la música clásica, donde la pedagogía y el arte sean parte de un todo. Se preocupan de escuchar a los alumnos y de llevar programas que puedan nutrir a una futura comunidad de músicos. 
La Escuela Municipal de Música Enrique Soro, ubicada en Quilicura, fue beneficiada con tres pianos en 2013. Sus más de 600 estudiantes tenían clases en teclados antes de recibir el instrumento. "Esto ayudó a que los chicos que quisieran estudiar música lo pudieran hacer de la mejor forma, en pianos de verdad", dice su director, Franco Toro.  
La realidad musical para buena parte de los intérpretes en Chile está delineada por la suerte de acceder a buenos instrumentos y profesores de música a una temprana edad. Estos dos elementos son clave para una proyección en la música docta. "Es como llevar el conservatorio al colegio; son muchos los chicos que se enteran a los 15 años que les interesa la música, cuando pudo haber sido antes", afirma Alexandros Jusakos.  
"Un piano es diferente a un teclado en el peso, el sonido, todo. Cuando los chicos solo han estudiado en el primero se les hace complejo pasar al otro, donde tienen que dar los exámenes para quedar en el conservatorio", indica Franco Toro. Actualmente hay 12 alumnos de la escuela que dirige estudiando en distintos conservatorios en Santiago. 
Con los fondos obtenidos, la pareja de músicos proyecta realizar más presentaciones de forma regular y vincularlas con escuelas que tengan clases de música. "Si vamos a un concierto en Chañaral la idea es recorrer los colegios que estén en los alrededores y ayudar con la capacitación de profesores", agrega Yvanka Milosevic. 
Como parte del trabajo de la fundación, desde esta semana el pianista y la violinista regresarán a 10 localidades que antes fueron beneficiadas con un piano. Un grupo de músicos los acompañarán como residentes durante las 20 temporadas que harán en Mejillones, Taltal, Chañaral, Cartagena, Canela, Paine, Curicó, Constitución, Calbuco y Porvenir.