Heridas, desbordadas, rotundas, las 1.600 páginas que conforman Historia de una absolución familiar, hacen de esta novela la más rotunda escrita por un chileno en el siglo pasado y a su autor, alguien que se merecía los más altos reconocimientos que un Estado mezquino como el nuestro, no le dio. No importan las postulaciones a los premios, las listas que se hagan, las afiliaciones sexuales o políticas, la obra de Marín sobrepasaba todos esos planos y hoy me avergüenzo de ser Premio Nacional en una lista que sin él es espuria y torpe. No importa, más pronto que tarde su obra valiente, polifónica, magistral, será reconocida como una viga maestra de la dolorosa literatura de nuestro tiempo.