La guerra del streaming anotó la semana pasada una nueva jugada. La decisión de Netflix por comprar el catálogo de Studio Ghibli para la exhibición de sus películas en todo el mundo —salvo Estados Unidos, Canadá y Japón— sigue la línea de la empresa para apostar por la animación japonesa. Desde 2017 que Netflix ha ido nutriendo su catálogo con fuerza (porque ya lo hacía desde 2014, con distribución, y en 2017 con producción propia), comprando material y también apostando por producirlos.

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Bajo ese contexto, lo de Ghibli es una doble jugada estratégica: continuar el camino emprendido y, además, nutrirse de un número de películas animadas justo tras la irrupción de Disney+, que tras su debut en EE.UU. ha llegado ahora a Europa, con un catálogo que incluye a Pixar y Marvel, lo que la sitúa como su más fuerte competidor, por sobre HBO Go o Amazon Prime.

Casualmente, fue Disney la casa que le dio una distribución planetaria a Studio Ghibli en 2001, cuando compró los derechos internacionales de El viaje de Chihiro, que terminó recaudando US$ 264 millones en todo el mundo y recibiendo un Oscar a mejor filme animado, la única estatuilla que ha conseguido Japón en esa categoría. Tras ese enorme éxito, Ghibli comenzó a estar en boca del mundo entero y el nombre del cineasta de Hayao Miyazaki se volvió popular en todos los continentes.

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Antes de El viaje de Chihiro, Ghibli —fundada en 1985— contaba con 11 largometrajes que le habían dado prestigio internacional y éxito en su país natal, pero no la masividad que consiguió fuera de Japón gracias a la mano de Disney. Descontando a los fans del animé, el público menos ávido de la animación japonesa redescubrió cintas como Mi vecino Totoro o La princesa Mononoke y permitió que las que vinieron, como Ponyo, El castillo ambulante y El viento se levanta (estas dos últimas, nominadas al Oscar) fueran un éxito de boleterías en el extranjero.

Sin embargo, en 2012 Disney rescindió el contrato que tenía con Ghibli, que hoy es distribuido en Estados Unidos por la empresa de animación independiente GKids: para la empresa de Walt Disney dejó de ser rentable mantener el lazo con la casa nipona y dos años después Ghibli anunció el fin de su producción de largometrajes, impulsados principalmente porque Miyazaki anunció su retiro definitivo (porque ya lo había anunciado otras veces).

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Se sabe: en 2017 Ghibli reabrió y Miyazaki se arrepintió y alista para 2021 el estreno del filme ¿Cómo vives?, el cual ha dicho que será una suerte de regalo para su nieto. Pero, además, hay otro largometraje en el que trabaja su hijo, Goro, y cuyo nombre y temática se desconoce. Dos obras que reabren el interés internacional y de Netflix por amparar.

¿Qué tiene Ghibli que no posee otra casa animada japonesa? Para muchos, la respuesta es no haber contado con un protector como Disney en el momento preciso. Porque la abundancia que hay de animé —y esto lo saben bien los fanáticos— sobrepasa por mucho lo que ha hecho la casa de Miyazaki. Pero Ghibli se convirtió en sello distinguible también gracias a historias más universales que las de otras animaciones japonesas. Cintas familiares, varias de ellas protagonizadas por mujeres fuertes —algo particular para el mundo occidental, pero no para Japón, donde ellas siempre han tenido un rol preponderante en el animé—, con historias que también consiguen un gusto digerible con Estados Unidos, sin que eso tenga nada de malo.

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El fervor por Miyazaki, eso sí, relegó a un segundo plano dentro de Ghibli a Isao Takahata, el otro fundador dentro del estudio. Takahata, de larga y muy exitosa trayectoria en televisión (basta con decir que dirigió Heidi y Marco), no logró repetir ese fulgor en la pantalla grande y a excepción de La tumba de las luciérnagas, su apellido resuena bastante menos en el mercado occidental, por lo que la movida de Netflix de comprar Ghibli ayudará a reparar esa falta.

Un ejemplo que se escapa a Ghibli: en 2017 se estrenó en Chile Your name, el filme animado más taquillero de la historia de Japón y que logró abrir en el mundo otro camino para el animé. Makoto Shinkai, convertido en el nuevo director favorito de la isla, dirige con mano diferente a Miyazaki: aunque los protagonistas son adolescentes, exhibe una complejidad en estructura y guion más propio del animé que lo que se conoce masivamente. Esta temporada, Shinkai fue la opción para entrar nuevamente en carrera, con Weathering with you, aunque no logró quedar en la quinela. Junto a Your name, son largometrajes que abren la ventana internacional a otra animación japonesa y un recordatorio, nuevamente, de que tras Studio Ghibli hay mucho más por descubrir. De hecho, no hay que ir demasiado lejos: Netflix tiene en su parrilla Your name y también muchas otras que hablan de un mundo entero fuera de Ghibli, para ser apreciado si te ha gustado Ponyo o Totoro.

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