En 1986 Andrei Tarkovsky hijo (1971) dejó la Unión Soviética, se estableció en Italia y comenzó a vivir un largo peregrinaje que lo transformaría en el continuador y evangelizador de la obra de su padre en la Tierra. En mayo de aquel año, con apenas 15, recogió el Gran Premio Especial del Jurado que la película El sacrificio había ganado en el Festival de Cannes y al que Tarkovsky padre, enfermo de cáncer, no pudo asistir. Siete meses más tarde el director murió en París y el mundo comenzó a enterarse de que El sacrificio había sido dedicada a su muchacho.
Aquella cinta rodada en Suecia junto a Stalker (1979) y Solaris (1972), ambas de su período ruso, fueron el triunvirato de largometrajes con que creció una generación entera de chilenos afectos al viejo cine Normandie. Eran planos largos, con música de Bach de preferencia, con parajes naturales y donde los personajes se preguntaban por el sentido de la vida o por la existencia de un Dios. También mostraban una religiosidad atávica, cuestión que le costó al director el fin de relaciones con la jerarquía soviética de la época.
A 34 años de la muerte de Andrei Tarkovsky (1932-1986), él y sus siete largometrajes regresan de alguna forma bajo la apariencia del documental Andrey Tarkovsky: A cinema prayer, película que se puede ver desde este jueves en el Festival Internacional de Documentales (Fidocs). La muestra es online y gratuita en www.fidocs.cl y se extiende desde el miércoles 25 de noviembre hasta el martes 1 de diciembre.
El filme, que se estrenó el año pasado en el Festival de Venecia, recorre toda la vida de Tarkovsky a través de registros de su propia voz, intercalados por imágenes de sus filmes, fotografías y extractos de rodaje. Desde Florencia, donde vive y mantiene el legado de su padre, Andrei Tarkovsky hijo (1971) conversó con Culto.
En la película, su padre dice que cree que el futuro espiritual del mundo está en Rusia. ¿Qué opina?
El es un artista ruso y es hijo de esa cultura. Es heredero tal vez de la edad de oro de la cultura y el espíritu rusos en los siglos XIX y XX. En ese contexto la figura de mi abuelo, el poeta Arseni Tarkovsky (1907-1989), también es muy importante para él. Más que en el cine, sus raíces están en la literatura, la poesía y el arte de Rusia. Su fe en el espíritu y en el alma de Rusia es la misma que tenía, por ejemplo, Fedor Dostoievsky. Son de la misma clase.
Al parecer a su padre no le gustaba que lo llamara disidente…
Eso es cierto. No se consideraba un disidente. Al menos no un disidente político, sino que más bien un disidente espiritual. El nunca tuvo una vida política ni militante en Rusia. Creía que estábamos enfrentados a una crisis de tipo espiritual, la que incidentalmente puede ser consecuencia de una crisis política. Tal vez consideraba que la falta de espiritualidad tenía que ver con la excesiva importancia de la tecnología. Era un hombre de profunda fe ortodoxa y creía que para mejorar la vida primero debíamos mejorarnos internamente. Por eso digo que se consideraba más bien un disidente espiritual y eso puede ser igual en Occidente o en Oriente.
La Unión Soviética lo consideró un enemigo político en los años 80…
Sí. Fue una catástrofe para él. Se consideraba un director ruso y soviético. Había hecho cinco películas durante 20 años en Rusia (desde La infancia de Iván en 1962 a Stalker en 1979) y salir del país para trabajar afuera lo dejó exhausto física y espiritualmente. Lo hizo porque nunca hubiera aceptado que lo censuraran. Cuando se estrenó su película Nostalgia en Cannes en 1983 declaró que siempre se había sentido un artista ruso y que su público estaba allá, pero al mismo tiempo reconoció que si volvía a su país probablemente no tendría trabajo. Fue por eso que decidió establecerse en Italia después de rodar Nostalgia.
¿Cuál es la resonancia de su cine en nuestros tiempos?
Creo que las preguntas que mi padre se hacía sobre la relación del hombre con la naturaleza y su percepción de una crisis espiritual tienen hoy más relevancia que nunca. Tal vez es una característica de los grandes cineastas. Ya no hay directores así y esa es una razón por la que creo sus películas despiertan aún interés. El cine se ha vuelto cada vez más individualista, el mundo está en crisis y muchos artistas sólo se preocupan de sus neurosis personales. En ese sentido las películas de Tarkovsky permiten empatizar con los otros, como lo propone El espejo (1975), por ejemplo.
En un pasaje de su documental, su padre dice que su mejor filme es Stalker.
Me parece que lo dice porque son palabras tomadas de la época en que estaba terminando aquella película. Es una muy buena película, por cierto, pero a mi juicio también son muy buenas El sacrificio, Nostalgia o El espejo. Mi padre era muy autocrítico y siempre cuestionaba sus obras. No le gustaba mucho Solaris (1972), por ejemplo, pues odiaba los detalles de la ciencia ficción y las cuestiones que tuvieran que ver con eso.
¿Cómo recuerda a su padre en la relación diaria?
Lo recuerdo más o menos como lo muestro en la película. De hecho, el documental es mi visión de él. Alguien haciéndose este tipo de peguntas quizás algo profundas, incluso a la hora de comer en la mesa. Lo recuerdo enseñándome ilustraciones de pinturas renacentistas o poniéndome música de Bach. Por supuesto un niño no entiende nada de eso, pero fue una especie de ruido de fondo que con el tiempo reaparecería en mi vida. Si usted ha visto El sacrificio puede tener una idea muy clara de cómo era mi padre conmigo al inicio de la película, cuando el personaje de Alexander habla frente a su hijo. No quiero que se entienda que no disfrutaba de la vida o que era un tipo depresivo. Por el contrario, le gustaba un buen vino y estar en compañía de otros, pero creo que su fuerza intelectual es lo que más eché de menos cuando murió.
La oferta del Festival de Documentales de Santiago
Con más de 20 años de existencia, el Festival de Documentales de Santiago (Fidocs) es uno de los encuentros más importantes de la no ficción en Latinoamérica. Este año todas las películas se pueden ver gratis y online.
Una de sus secciones estrella es Cinefilia, donde estará por ejemplo Notturno, la cinta de Gianfranco Rosi sobre los estragos de ISIS en Medio Oriente que representa a Italia al Oscar a Mejor película internacional. A esta misma muestra pertenecen otros filmes premiados como Vitalina Varela, del portugués Pedro Costa, o Irradiés, del camboyano Rithy Panh.
Dentro de la competencia nacional hay películas como Cantos de represión, sobre la vida actual de la ex Colonia Dignidad, o El otro, acerca de un eremita que vive en la costa central. En la muestra Panorama internacional estará, entre otras, The monopoly of violence, acerca de las últimas revueltas callejeras en Francia. Mención aparte merece el Foco Lotty Rosenfeld, que incluirá varias obras audiovisuales de la destacada artista nacional fallecida en julio de este año.