*Enrique Iglesias - Final (Vol.2)

Siempre atento a las tendencias, Enrique Iglesias (48) se despide de los álbumes para dedicarse en exclusiva a los singles, formato que en el mercado latino de hoy significa featuring. Final (Vol.2) remata el lanzamiento homónimo de septiembre de 2021, cuando el español anunció el abandono del formato. Entre las razones esgrimidas en su minuto, Iglesias apuntó a la dificultad para publicar discos tras una pausa de siete años. Este duodécimo título es una despedida en la cima de sus capacidades artísticas, lo que implica una excelente curaduría 110% comercial, que cubre la mayoría de los estilos más populares entre las audiencias juveniles de toda América. Eventualmente, su fanaticada de los 90 podrá resentir la falta de power ballads, la subcategoría romántica que le dio un lugar en el estrellato latino, aunque en algo compensa Space in my heart junto a la estrella country Miranda Lambert.

Final (Vol.2) acaricia esa quimera de Iglesias de nunca envejecer y lucir al día encarnando a un fiestero mujeriego que, a veces, se enamora profundamente. Con letras entre español e inglés y autotune hasta por si acaso para enmascarar la voz que nunca fue mucha -un sello de familia-, Enrique Iglesias logra que cada canción sea un potencial single.

*Pablo Chill-E - Los gangsters también lloran

Si hace apenas un año con El Duende verde Pablo Chill-E se mostraba resentido y abatido, como si el éxito fuera más resaca que goce en su posición de monarca del trap chileno, este cuarto álbum continúa la trama conceptual explorando el sufrimiento desde un corazón adolorido. Los gangsters también lloran es una obra sobre el romance y la pérdida, la nostalgia del amor extraviado mediante versos sin dobleces; una pluma explícita y reiterativa para describir las razones del enamoramiento, que suelen redundar en motivos carnales sin aportar mayores matices, con la solitaria excepción de Cora roto, el corte final junto a Pailita, con alguna reflexión extra. En el urbano se trata del goce de la piel, no del carácter.

Así, el artista de Puente Alto subraya sus costumbres para expresar sentimientos. Si está muy enganchado, la amada se convierte en motivo de decenas de canciones -una especie de cumplido-, como se asume culpable de los quiebres, incapaz de valorar la compañía femenina bajo compromiso. Musicalmente, Pablo Chill-E persiste expresivo y temperamental, convertido en una bomba bailable de excelente producción con detalles de categoría. Entra con todo desde LGTLL, la primera de ocho canciones, sosteniendo la tensión y el atractivo en un entorno electrónico que merece repercusión internacional.

*The Black keys - Ohio players

El dúo del guitarrista y cantante Dan Auerbach y el baterista Patrick Carney, emblemas del retro rock, regresa con este duodécimo título donde ninguna pieza sobra, en una demostración de material sólido y grato en una primera vuelta. Ohio players incluye invitados de lujo como Beck, intérprete en Paper crown junto a Juicy J -compositor también de la mitad del álbum con Auerbach y Carney-, mientras Noel Gallagher participa de la escritura de On the game y You’ll pay. Curiosamente en un disco plagado de manos en los créditos, la única canción que sólo firma el grupo -Candy and her friends con Lil Noid- ofrece un desvío de las fórmulas de The Black keys, en una propuesta de indie rock y hip hop que convence a medias.

Como siempre, hay soul de guitarras resecas y baterías reverberantes en coctelería garage de los 60 y las tonalidades en sepia de los 70, ejemplificados en Please me (Till I’m satisfied) y You’ll pay, entre varias. Pero hay un fantasma que acecha a The Black keys, la sensación de que su material está diseñado para acompañar campañas publicitarias de productos sedientos de onda y glamour. La gran mayoría de las canciones se propulsa con una velocidad crucero sin pausas ni cambios en la marcha, una cadencia tan embriagante y sexy, como anodina después de un rato.