Sean Bean: la sorprendente historia del actor de Game of Thrones que “ha muerto” 22 veces

Sean Bean: la sorprendente historia del actor de Game of Thrones que “ha muerto” 22 veces

El inglés –nacido hace exactos 65 años– se acostumbró a interpretar a personajes que morían en películas y series. Un historial encabezado por Ned Stark (Game of Thrones), Boromir (El Señor de los Anillos) y Alec Trevelyan (GoldenEye). Hasta que un día se aburrió. “Tenía que acabar con eso y comenzar a sobrevivir; de lo contrario, todo resultaba un poco predecible”, indicó.


Patriarca de los Stark y Señor de Invernalia, Ned Stark sella su destino cuando Robert Baratheon lo nombra Mano del Rey. Tras una temporada en que se perfiló como el héroe de la historia, Ned Stark muere decapitado en Desembarco del Rey, víctima de una conspiración orquestada por los Lannister y sus aliados.

Su asesinato se produjo en el noveno capítulo del primer ciclo de Game of thrones, generando impacto en los ajenos a los libros de George R. R. Martin y tranquilizando a los fanáticos de la saga Canción de hielo y fuego: la adaptación de HBO se mantendría fiel a la descarnada lógica del material original.

Quienes seguían de cerca la carrera de Sean Bean también podrían haber sospechado que su papel tendría corta vida en la ficción sobre la disputa de poder en los Siete Reinos. Un punto sostenido en que, durante gran parte de su carrera, el inglés –nacido hace exactos 65 años– se ha ganado la fama de encarnar a personajes que fallecen en pantalla. Un video publicado en YouTube en 2011 las contabilizó y llegó a un número impresionante: 22 muertes en distintos proyectos.

El conteo comenzó con The field (1990). Dirigida por el irlandés Jim Sheridan (En el nombre del padre), la cinta le entregó el rol del hijo del granjero que protagoniza la historia. En el clímax una manada de ganado causó su caída de un acantilado y su deceso.

El destino de Sean Miller (Juego de patriotas) y Alec Trevelyan (GoldenEye) era más sencillo de anticipar, básicamente porque eran villanos que enfrentaban a Jack Ryan (Harrison Ford) y James Bond (Pierce Brosnan), respectivamente. La buena noticia para el intérprete es que la desaparición de esos personajes se produjo durante la última parte de cada filme.

Probablemente el papel de Sean Bean instalado con más fuerza en el inconsciente colectivo es Boromir. Parte de la Comunidad del Anillo, es tentado por el Anillo Único y luego, en un acto de nobleza que lo redime, muere intentando proteger a los hobbits de una emboscada de los Uruk-hai. En sus últimos segundos aparece atravesado por las flechas de los orcos y tumbado en el suelo. Según las propias palabras del actor, es la muerte favorita de su carrera.

Su desenlace también fue fatídico en Equilibrium (2002), La isla (2005) y Black Death (2010), donde dio vida a un noble durante la peste negra en la Inglaterra medieval.

Hasta que un día Bean se cansó de su singular tradición en la pantalla. “He rechazado cosas. He dicho: ‘¡Saben que mi personaje va a morir porque estoy yo!’”, declaró a The Sun en 2019. “Tenía que acabar con eso y comenzar a sobrevivir; de lo contrario, todo resultaba un poco predecible”, indicó.

En ese sentido, recordó una experiencia en que expresó su resistencia a que un personaje terminara muerto. “Y luego ellos dijeron: ‘Bueno, ¿podemos herirte gravemente?’. Yo respondí: ‘Está bien, mientras esta vez me mantenga con vida’”.

“He interpretado a muchos malos, eran geniales, pero no fueron muy satisfactorios, y siempre morí”, agregó.

Si bien estuvo de acuerdo con el momento en que su rol en Game of thrones desaparecía de la trama (de hecho, en un inicio se mostró aliviado con no tener que estar ligado a la serie de HBO durante varias temporadas), luego lamentó no haber tenido la oportunidad de encarnar a Ned Stark durante más tiempo, como le sucedió a Lena Headey (Cersei), Emilia Clarke (Daenerys), Kit Harington (Jon Snow) y Peter Dinklage (Tyrion).

Su resistencia a ese tipo de proyectos no se explica por una cuestión de ego; simplemente no quería que la experiencia se volviera aburrida y predecible para los espectadores.

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