La noche del domingo en el Hotel Intercontinental de Sao Paulo, esperando la conferencia de prensa de Luiz Inácio Lula da Silva tras la segunda vuelta presidencial de Brasil, se encontraba Jon Lee Anderson, el reconocido periodista estadounidense especializado en temas latinoamericanos y en las guerras posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Con su equipo de la revista The New Yorker, Anderson viene siguiendo la ruta de Lula desde la primera vuelta del 2 de octubre. Es un personaje al que considera “la única figura latinoamericana que es icónica”, según cuenta a La Tercera el autor de Che Guevara: Una vida revolucionaria (1997), considerada una de las biografías más importantes de Ernesto Guevara.

En la siguiente entrevista, Anderson analiza la figura de Lula, así como la reacción del Presidente Jair Bolsonaro, quien no reconoció de inmediato la victoria de su rival en las urnas la noche del domingo.

“El que obtenga más votos gana. De eso se trata la democracia”, dijo Bolsonaro el viernes, tras el último debate. Pero noche del domingo no reconoció inmediatamente su derrota. ¿Qué explicación tiene para esto?

No sé quién esperaba que alguien como Bolsonaro cumpliría su palabra. Es un tipo bastante contradictorio y que tiene algo así como Trump, quien parece ser su modelo, una reputación bastante lograda de mentir. En cualquier caso, la especulación menos dañina para esto es que él busca que algo intervenga y lo salve de la situación, que tiene vergüenza, que no quiere admitir (la derrota). Mi especulación más colorida sería que él está esperando algo para justificar su denegación del resultado, así como en un momento dijo que solo lo sacarían muerto o preso, entonces yo creo que es obvio que es un tipo que nunca ha sido demócrata y esto lo demuestra. Es un tipo fundamentalmente antidemocrático.

Camioneros bolsonaristas mantenían bloqueos en varios estados de Brasil tras el triunfo de Lula. ¿Cree que son señales preocupantes para lo que se viene para Lula?

No sé lo que viene, pero junto con lo que pasó el domingo, sobre las detenciones de buses llenos de votantes pobres en varias áreas por la Policía Federal de Autopistas, yo creo que esto está vinculado. Tenemos ciertos sectores gremiales de la sociedad como, por ejemplo, camioneros, los policías que obviamente se han jugado a una especie de matriz de comportamiento pro Bolsonaro y eso es antidemocrático. No se sabe cuántos votantes fueron impedidos de llegar a las urnas el domingo, pero algo hubo. Estaban organizados, hablaban que 500 buses fueron intervenidos, que era ilegal por parte de la policía. Luego lo señalaron en público y tuvieron que dejar fluir el tráfico de nuevo, pero al menos hubo un esfuerzo por decirlo gremial el domingo. Y este lunes, qué casualidad que camioneros empezaran a impedir el acceso a determinados estados. ¿Dónde está la policía federal? Si el domingo estaban parar controlar los buses con votantes y este lunes no aparecen para desbloquear los caminos. Algo te señala que hay ciertos movimientos ahí desatados en favor de Bolsonaro y en contra de la democracia brasileña. Ahora, ¿serán profundos y suficientes como para llevar a un desenlace mayor? No lo sabemos todavía. El silencio de Bolsonaro vinculado a estos movimientos es preocupante.

Este lunes la cotización del dólar amaneció al alza en Brasil, si bien al final de la jornada terminó cayendo. ¿Esta reacción del mercado cree que es por el triunfo de Lula o la incertidumbre por la reacción de Bolsonaro?

Mi análisis sería que el movimiento está como atenuado y no se puede medir mucho. Por un lado, no ha habido golpe. Por otro lado, hay tensión. Yo creo que la reacción del mercado demuestra eso. Creo que la reacción en general, así como en el mundo es que Lula ha ganado, lo que no se sabe todavía es el efecto de la reacción de Bolsonaro. Hay cierta tensión. Todo el mundo está como en suspenso por lo que podría armar, pero yo creo que la balanza se inclina hacia lo favorable, inclusive los mercados. Hay una esperanza de que Lula logra unir las fuerzas necesarias eventualmente para gobernar, pero hay cierta tensión por el comportamiento volátil de Bolsonaro y porque casi la mitad de la población votó por él. Muy parecido, hay que decir, a lo que pasó con Trump. Y en un país que finalmente tiene instituciones menos fuertes que Estados Unidos.

Folha de Sao Paulo destacaba este lunes en su editorial que Lula “necesita mostrar voluntad de ir al centro”. ¿Comparte ese análisis?

Sí. Incluso lo ha hecho desde la selección de su vicepresidente, Geraldo Alckmin, que es un político vinculado al centro. Lula hizo el domingo un discurso de aceptación de su victoria, que, si bien fue eufórico, estuvo muy caracterizado por su voluntad de unir al país, de representar a todos los brasileños, lo repitió también cuando estuvo en la Avenida Paulista. Son las declaraciones de un hombre que entiende que tiene un país muy dividido de por medio y que ha estado gobernado hace cuatro por un hombre que ha utilizado un lenguaje y una retórica muy divisoria y tendenciosa, entonces eso mismo obliga que se mueva hacia el centro. Cuando apelaba a políticas que ayudarían en temas como disminuir el hambre o la vivienda social, quizá hace 20 años serían políticas de izquierda, pero acaso lo son hoy en día. El mismo Bolsonaro intentó emular sus programas para comprar el voto antes de las elecciones. Entonces algunos lo llamarían populista, tanto de izquierda como de derecha, el gran Estado interviene para ayudar en el bienestar social. En un país como Brasil cualquiera entiende que el Estado es esencial, porque el mercado solo no atiende a las necesidades de la gente en un país donde las desigualdades sociales y económicas son tan marcadas. Lula nunca ha tenido un discurso tan radical de izquierda, sus amigos en la región son más de izquierda que de derecha, pero es un tipo bipartidista, pluralista que, sin duda, en este esfuerzo de volver a la presidencia se ha venido más hacia el centro y querido mostrarse como la figura de reconciliación nacional.

Con los desafíos internos que enfrenta en Brasil, ¿cree que Lula puede volver a convertirse en el líder regional que fue durante sus gobiernos previos?

Lo tiene difícil internamente. Internacionalmente lo tiene más fácil por la siguiente razón: Lula ya es una figura, es quizás la única figura latinoamericana que es icónica, que es universalmente conocida y, de buena medida, también querida. Es un tipo que siempre ha generado más cariño que desprecio. Lo tuvo estando en su mandato y de alguna manera lo ha podido conservar. Ese tufo de la corrupción con que fue dañado y debilitado durante el proceso en su contra y su encarcelamiento yo creo que le dañó más en Brasil que afuera. Nadie sabe realmente lo que pasó, entonces la fuerza de su carisma, su voluntad y su historia de alguien que vuelve a la tarima después de esa batalla, y por su presencia efusiva, cálida en un mundo tan revuelto, yo creo que más bien le favorece en el sentido que el mundo busca a un personaje que pueda ser una figura benévola, una figura que interviene en la gran tarima de manera positiva. Y creo que Lula todavía conlleva esas cualidades. Creo que será bienvenido y Brasil detrás de él también. La última vez que Brasil pintó para algo en el mundo fue con Lula. Él hizo que Brasil por primera vez en su historia como país caminara sobre el estrado.