Así se han planteado el superclásico en Colo Colo. Apostando a un pleno y jugando todas las fichas para este partido. Peligrosa decisión. Postergaron el campeonato nacional jugando con cinco titulares menos frente a Iquique y así les fue. Una vez más derrotado, como en las otras oportunidades en que el equipo albo decidió guardarse jugadores. Le pasó a José Luis Sierra ante Arica y a Pablo Guede contra el propio Iquique. En ambos casos, las derrotas fueron muy trascendentes porque hicieron perder el campeonato.

El encuentro ante la Universidad de Chile obliga a un foco que a veces tienta hacia el error y la distorsión. Es tan fuerte que la famosa dosificación física no se dará este sábado. En otras ocasiones, el partido por Copa Libertadores ante Corinthians habría sido suficiente motivo para que un técnico ponga reservas. Ahora por ningún motivo.

Ni la visita ante el campeón brasileño fue más importante que poner en riesgo la victoria ante la U. La decisión es difícil, cierto, pero el cargo exige realizar determinaciones que apunten al beneficio global de la institución. Por lo mismo no se entiende apostar tanto a un solo partido, descuidando todo el resto, a menos que en la ecuación se integren varios otros elementos que alteren y desfiguren la determinación correcta.

En razón de eso, ¿perder frente a Iquique era lo mismo que ante la U? Lógicamente, no. Pero son exactamente tres puntos perdidos en las dos situaciones. ¿Qué cambia? ¿La presión de la hinchada? ¿La continuidad del contrato? Claramente, sí. Por eso, aunque erróneo, es entendible lo de Héctor Tapia.

Sucumbió, o está a punto, a la inmensa sobrevaloración que el medio da a un partido con características de clásico. Los diarios, televisiones y radios, en la exageración habitual que permite vender, lo plantean como de vida o muerte. Los hinchas lo viven como si fuera el fin de los tiempos. Un buen técnico, no. Su obligación es mirar por sobre todo aquello y elaborar una estrategia global que apunte a todos los objetivos y no solo a uno. Eso ayudaría mucho más a la institución en la que fue contratado. Y a él mismo. Porque eso de poner todos los huevos en una sola canasta, nunca fue una buena idea. Ni ahora ni nunca.