Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

Enero de 2011. Fecha exacta, 7 de enero. Ese día The New York Times publicó su lista anual de los 41 lugares a los que hay que ir en 2011. Ese “ranking” ubicó entonces a Santiago en el primer lugar de la lista. Número uno, como decía Jorge Aedo en “Sábado taquilla”. Algo absolutamente inesperado y que, dadas las contingencias (Chile se recuperaba de un devastador terremoto ocurrido en febrero del año anterior y sólo algunos meses antes se había rescatado a los 33 mineros), pasó bastante inadvertido. Pero tuvo tremendos beneficios colaterales: de ahí en adelante, Santiago entró en los rankings de todas las publicaciones relevantes a nivel mundial que se dedican al turismo, la cultura, los viajes y la búsqueda de sitios de aventura. Nos transformamos en el “regalón” de medios como BBC Culture, National Geographic, Trip Advisor, Travel + Leisure y Lonely Planet.

Lugares de Santiago como La Vega, la Biblioteca Nacional, la estación de metro Universidad de Chile, el Mercado Central, el parque Quinta Normal y el Museo a Cielo Abierto en San Miguel eran destacados, ranqueaban alto y Santiago aumentaba año a año el número de turistas que decidían pasar una o más noches en la capital de Chile. De hecho, en 2017 Santiago ingresó al ranking de las 100 ciudades más visitadas del mundo, con 2.275.000 de personas. Íbamos como avión. Por eso parecía tan lógico que se abrieran cada vez más hoteles en las zonas más turísticas de la ciudad, como sucedió en Lastarria (Singular, Cumbres, Luciano K y varios más) y que un empresario gastronómico como Marcelo Cicali no reparara en costos para restaurar un increíble edificio en ese mismo barrio, para inaugurar así su más esperada sucursal del Liguria.

Los buses rojos de dos pisos de Turistik llenos de visitantes extranjeros se empezaron a hacer habituales, se inauguró el nuevo teleférico del Parque Metropolitano y festivales de intervenciones urbanas como el Hecho en Casa Entel hacían que Santiago en primavera se viera cada vez más lúdico y atractivo. Nos estábamos transformando en una pequeña potencia turística, con la maravillosa suma de ser la ciudad de paso para llegar a Torres del Paine, Rapa Nui, San Pedro de Atacama, Valparaíso y las mejores viñas del país. Pero pasó lo que pasó. Estallido social primero, pandemia después y, para rematar al muerto, las medidas más exigentes para el ingreso de turistas en todo el orbe. Nos quedamos prácticamente sin turistas por casi tres años. ¡Una eternidad!

Pero queda agua en la piscina. Es lo que nos acaba de recordar la prestigiosa publicación Time Out, que esta semana publicó el ranking de los “51 barrios más cool del mundo”, y ubicó al Barrio Yungay en el lugar número nueve. Que el Presidente Boric haya decidido vivir allí es parte de los atributos, a los que se suman la panadería Selvaggio de la artista Beatrice Di Girolamo; el café Brunet; el Museo de la Memoria; el restorán Casa Kiltro; la Peluquería Francesa y la cervecería Yungay Viejo. ¿Faltaron lugares? Por supuesto, pero eso no es culpa de Time Out, sino que de la abundancia de espacios atractivos del barrio Yungay, como el fantástico Museo Taller, el Café Cité de Casona Compañía, el Museo del Sonido y el Teatro Novedades.

Bien por el barrio Yungay, bien por Santiago y bien por Chile. Porque este regreso en gloria y majestad a los rankings atrae a potenciales visitantes de todo el mundo. Como abeja al panal. ¿O ustedes creen que no hay personas que viajan especialmente a Santiago a comer al restorán Boragó porque es uno de los 50 mejores del planeta? Claro que sí.

Tener un barrio santiaguino en el top ten mundial de una publicación como Time Out www.timeout.com y que este ranking de barrios cool sea lo primero que aparece al entrar a su sitio, es oro puro en términos turísticos. Qué alegría pensar que todos esos visitantes que viajen a Chile llegarán a un espectacular Terminal Internacional en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez (el flamante y nuevo T2) y, cuando sean llevados a sus hoteles por la Costanera Norte, en vez de ver un eterno vertedero ilegal podrán ser testigos del desarrollo del espectacular Parque Mapocho Río, de nueve kilómetros de largo. Welcome back!