Son pocas las marcas que se transforman en un culto. Y en el caso de chalas Zico, el culto raya en una suerte de obsesión. Existe gente que les hace canciones, otra que les hace murales y también la que incluso se tatúa las chalas sobre la piel. Pero el origen del fenómeno nunca estuvo muy claro.

Hasta ahora.

En una bodega oculta en el corazón del barrio Meiggs, a la que hay que subir varios escalones para poder llegar, tiene su despacho el hongkonés Kashing Matthew Lam, 53 años, quien silenciosamente se convirtió en el mayor proveedor de estas sandalias.

“Don Matthew”, como lo llaman sus empleados, asegura que la importación de estas chalas se convirtió en uno de sus mejores negocios. Dice que todos los años trae desde China, donde trabaja con cinco proveedores, cerca de 500 mil pares de chalas. “Antes de llegar, ya tengo todos los productos vendidos a mis proveedores. Se van de inmediato”, comenta Matthew, quien señala que el periodo de mayor comercialización se da entre agosto y febrero. “Sin duda, Navidad es el mejor momento”.

Matthew Lam llegó en 1993 a Iquique a trabajar directamente a la Zofri, tras tener dificultades de emprendimiento en su territorio. Al principio le costó adaptarse, pero descubrió rápidamente sus habilidades para las ventas. Logró traer un container con miles de trajes de baño, los cuales vendió a $500 pesos cada uno en muy pocos días.

Así comenzó una trayectoria que lo trajo a Santiago a probar suerte, donde las chalas Zico no fueron su único gran negocio. Kashing Matthew desarrolló un modelo de ventas tan exitoso que logró crear nueve marcas más como “Mozzomo”, Bossino”, “Rave Colecction” y “Power 77″, entre otros, importando desde China juguetes, ropa interior y mascarillas. Éstas últimas fueron su último acierto. Como todos los comerciantes, se tuvo que adaptar a la pandemia del Covid 19 y su giro volcó a productos sanitarios.

Es así como Kashing Matthew orgulloso muestra su caja de mascarillas, las cuales, según cuenta, fueron certificadas por el Cesmec. “Soy de los pocos con certificación y que vende el envase totalmente sellado. Mi producto es de calidad”, señala.

En 2008, sin embargo, todo pudo acabar para Matthew Lam. Ese año viajó a Buenos Aires para participar de reuniones de negocio y visitar a una novia que vivía en Argentina. En medio de esas actividades, una noche desapareció. Los primeros reportes indicaban que había sido secuestrado. Según sus socios, los supuestos captores estaban pidiendo US$ 500 mil para su rescate. A los seis días apareció con vida en el aeropuerto de Ezeiza en un evidente estado de crisis nerviosa, indicó una nota del diario La Nación. El caso fue tomado por la policía argentina, pero no pudieron encontrar a los responsables.

Una historia con mitos

El origen de estas sandalias no tiene una historia definida. Más bien, recorre algunos relatos que quedan entre la leyendas y la anécdota. En su oficina, tomando un suave té chino, Matthew Lam cuenta una de las versiones: que las chalas se hicieron conocidas en Brasil en los 80, que el ex seleccionado brasileño Zico se lesionó de un pie, que eso lo tuvo con problemas para entrenar durante varios días y que, al ponerse unas sandalias de goma, tuvo una recuperación casi “milagrosa”. Es así como se empezó a correr la voz que este tipo de chalas tenían poderes de sanación y se creó el producto en honor a la leyenda del fútbol brasileño.

Tampoco hay una certeza de cómo empezaron a llegar a Chile, pero sí se sabe que mucho tiempo la marca no estuvo inscrita. Kashing Matthew Lam, en una visión de negocio, logró inscribirla en 2009 para asegurar el proceso, tanto en la comercialización desde China como en los protocolos que exige Aduanas en el puerto de Valparaíso y San Antonio. De paso, nadie más que él pudo importar y vender el producto.

A pesar del medio millón de pares de Zico al año, Matthew Lam tiene planes aún más ambiciosos. Su idea es ampliar el giro de Zico a prendas de vestir y que la marca se convierta en ropa deportiva con tiendas propias en los centros comerciales de la zona oriente de Santiago. También, que un personaje de la televisión pueda ser su rostro.

Sobre el uso de la marca en sitios dedicados a las chalas o incluso en canciones, el hongkonés explica que su equipo jurídico sabe que varias empresas y personas naturales trabajan la marca sin consultarle, pero ha decidido no presentar ningún recurso judicial para frenarlos. “Todo es buena publicidad para chalas Zico”, dice con su español cortado.

Chalas Zico es uno de los 18 productos que forman parte del especial Los Objetos de Todos y que hace un homenaje a las cosas que nos identifican como chilenos. En el sitio también puedes participar y votar por tus objetos favoritos o los que más te representan.

Amor por la “joyita”

Uno de esos casos es “Zico Reseller”, que montó una página web para vender estas sandalias. Si bien, no informan quiénes están detrás de este espacio, sí relatan el objetivo de esta venta digital. Señalan que estos productos siempre han existido en ferias y persas a lo largo del país, pero que su acceso no es fácil.

“Nos dimos cuenta que para muchos, era muy difícil acceder a estas joyitas, por una cuestión de tiempo y distancia. Por eso, decidimos hacer esta tienda, para llevar ese amor por las Zico, a otro nivel y repartirlo por todo Chile”, describen en su página www.chalaszico.cl. Y no les ha ido mal, pues entre sus clientes aparece hasta el Presidente Gabriel Boric, quien muestra orgulloso su par de Zico negras, en una fotografía tomada el 17 de enero pasado, en el momento que afinaba el diseño de su gabinete como Presidente Electo.

El fenómeno de estas sandalias cruza a todos los segmentos y edades. Por eso, no es difícil encontrar varias formas de “adoración” a la marca Zico en redes sociales. Por ejemplo, en una búsqueda rápida lo primero que aparece son tatuajes de las chalas en brazos y piernas. También aparecen intervenciones al nombre en forma de canciones, bordados, diseños y hasta murales.

Es el caso del artista Joselo Bórquez, quien pintó una pared en referencia a estas sandalias en la comuna de La Calera, en la Región de Valparaíso. “Mi trabajo aborda la popular y retratar las cosas económicas”, cuenta el muralista, quien se demoró sólo una noche en materializar el diseño en el barrio en el que vive.

Joselo Bórquez pintó este mural en un noche a unos pasos de su casa en la comuna de La Calera, en la Región de Valparaíso.

“Un día dije, aparecen chalas Nike y Adidas, pero las Zico son más transversales y me llevaban a mi niñez cuando mi abuela siempre me las regalaba tras comprarlas en la ferias”, comenta Bórquez, cuyo mural llegó a ojos de la cuenta en Instagram @Zicosandals dedicados a promocionar este producto y que cuenta con casi 35 mil seguidores en Facebook y más de 19 mil en Instagram. Por ello, nombraron a Bórquez como uno de sus embajadores.

El sitio se hizo conocido hace unos años cuando realizaron una campaña para fomentar la humildad en los seleccionados de “La Roja” tras quedar fuera del Mundial de Rusia. En el video muestran los logros conseguidos como los últimos fracasos. Por eso, dicen que la forma de recuperar ese espíritu y poner los pies en la tierra es con unas chalas Zico. Y en una dinámica especial les dejaron una caja a cada jugador en el frontis de Juan Pinto Durán. El gesto era decidor: chalas que cuestan entre 4 mil y 5 mil pesos el par para jugadores millonarios. Literalmente, un baño de humildad.

Para el hongkonés Kashing Matthew, este fenómeno solo se explica porque estas sandalias no son sólo un producto que se vende. “Están en la playa, en la casa, en el baño. La gente las busca en todos lados. Esto significa cariño, solo Chile las tiene”, afirma.

En búsqueda de “la inmortal”

Basta cruzar la Alameda al sur para llegar al comienzo de la calle Bascuñán Guerrero, en pleno barrio Meiggs, en la comuna de Estación Central. La calle, donde hasta hace unos meses reinaban los toldos azules que convertían el lugar en un colapsado persa al aire libre, hoy es ocupada por algunos tímidos ambulantes que con sus paños en el suelo venden zapatillas falsificadas y ropa interior a mil pesos.

Pero el lugar no ha perdido su identidad, si es que así se puede llamar a la mezcla de colores, formas y sonidos que dan vida a Meiggs. Si en el comienzo de la calle suena una salsa de Marc Anthony, diez pasos más adelante muta al último hit de Bad Bunny, para terminar a media cuadra con un bolero que satura los parlantes de una galería comercial, todo acompañado del sonido metálico del ir y venir de las “yeguas” llenas de cajas y bolsas de “matute”.

Allí, en el número 88 de Bascuñán Guerrero y frente a un gigante dragón chino que parece querer escapar de la fachada de un centro comercial, se ubica Comercial Tolina, una pequeña tienda que vende al por mayor productos de calzado. En su interior, en un muro blanco, cuelgan ordenadas una al lado de otra decenas de chalas, sandalias y pantuflas, de varias formas y colores, que se venden por docena.

Así se venden al por mayor las chalas Zico en el barrio Meiggs.

Negra, sencilla y la más barata de todas, la chala Zico es la única que muestra su logo en grandes letras blancas. “Yo llegué acá como trabajador hace 22 años y ya existían”, dice Pedro Bravo, dueño del local. Bravo, al vender al por mayor es la parte intermedia de la cadena que comienza con el hongkonés Kashing Matthew y que termina, en su mayoría, en pequeños puestos en ferias libres y persas a lo largo de todo Chile.

“Es una chala que se ha vendido siempre igual, en invierno y en verano. Se ocupa mucho para las duchas y para los baños. La compran mucho para los colegios y para los jóvenes que se van al regimiento”, señala el dueño de Comercial Tolina, quien incluso tiene clientes que llevan el producto para el sur del país.

¿Por qué, una simple chala de goma eva, se ha vuelto tan popular? Bravo cree que el precio es la clave. “Se compran por lo baratas, por el material que es rápido para secarse, dentro de lo económico es una chala buena”, asegura.

Javier Palma, dueño del local “Todo Zapatillas” del Centro Comercial Las Gangas del barrio Franklin, es cliente de Pedro Bravo y parte final de la cadena que termina con un par de chalas Zico en los pies del cliente. Pero Palma les tiene otro nombre, uno inspirado en la resistencia y el largo tiempo que el producto se ha mantenido en la mente de la gente. “Acá le pusimos ‘la inmortal’ porque nunca muere, llevan tanto tiempo y siguen saliendo, siguen saliendo y la gente las sigue comprando”, explica el vendedor.

En su local, Palma tiene claro quienes son los compradores más frecuentes de este popular producto. “Comúnmente la lleva gente de tercera edad, de recursos no tan amplios, que no es primera vez que las compran, es gente que se repite, que la ha llevado por años”, sostiene el dueño de “Todo Zapatillas”. Y cuando son jóvenes los que las compran, afirma, hay siempre una razón clara en su llegada: “la llevan porque en la casa alguien la ha tenido, el papá o el abuelo. Es un producto de generaciones, que se va traspasando”.

Probablemente, muy pocos clientes sepan que ese par de chalas es traída por Kashing Matthew Lam, el inmigrante hongkonés que, sin planificarlo mucho, está detrás de todo un fenómeno.