La planta se pensó en conjunto con el arquitecto Patrick Turner para una casa con la cocina separada del resto de los recintos, por el estilo de vida de los dueños, un matrimonio adulto con hijos jóvenes. Querían privacidad con los demás espacios y evitar los olores, que es el pero de las cocinas integradas.

Sin ser abierta, es el espacio público más utilizado por la familia. Es el comedor donde se comparte de lunes a viernes y por eso se le quiso dar total relevancia. Se diseñó un mesón isla más alto respecto al comedor, para conseguir un ambiente más cálido con las sillas a la altura de la mesa. Respecto a la distribución, se midieron los pasillos minuciosamente para obtener una circulación fluida.

La hora del desayuno es un hit en esta cocina, por eso se diseñó un nicho especial para ese ítem. "La gracia que tiene, fuera de ser acogedor, como una sensación de cafetería, es que sectorizas las máquinas y dejas los mesones de trabajo despejados", dice la diseñadora.

La diseñadora cuenta que en la feria Eurocucina de Milán le llamó la atención el diseño de cajones que dejan un espacio superior, para dejar a la vista ciertos elementos. "Se usaban mucho estos nichos con aire y desde entonces lo empecé a meter en mis diseños", dice

La depuración y simpleza en las terminaciones se denotan en la ausencia de tiradores, el refrigerador panelable integrado y repisas en volado. La triple altura del espacio junto con la lucarna y la salida al exterior refuerzan esa sensación de limpieza espacial. Los materiales integran lo último en tendencias: muebles de cronosystem color tortora –inferiores– y camello –superiores– de HBT. Los mesones son de neolith, piedra reconstituida muy resistente, que tiene un look más sutil que el silestone, por ser más delgado. Para la mesa, marcos y repisas se escogió madera de lenga por su nobleza y calidez, que armoniza muy bien con el piso de porcelanato, diseño espiga de MK. magdalenarodriguez.cl

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