La primera impresión que genera Venom es que esta es una película completamente anticuada. Quizás puede tener efectos digitales de última generación, pero su estructura narrativa, tratamiento de personajes e inclusive estilo de adaptación son más propios de lo que se hacía con las películas de superhéroes en aquella etapa de fines del siglo pasado y comienzos del actual. Sí, esos tiempos oscuros en donde eran más las películas de este tipo que simplemente eran un desperdicio.

Venom cuenta con múltiples secuencias que rememoran, como una especie de flashback maldito, a varias películas del género que contaban con aquellos errores que fueron muy comunes en estas adaptaciones, especialmente en lo que concierne al tratamiento de sus personajes.  De hecho, esta película me llevó a escudriñar en lugares oscuros que había olvidado casi por completo, como fue aquella vilipendiada adaptación de Spawn.

Aunque esa producción fue correcta a la hora de rescatar algunos puntos base del personaje creado por Todd McFarlane, y esta película dirigida por Ruben Fleischer (Zombieland, Gangster Squad) también logra dar con al menos uno, su resultado final no contó con un foco apropiado para rendir frutos. Más aún, terminó completamente destartalada durante su gran batalla final de horripilantes efectos.

En esta, la primera película protagonizada por el popular enemigo de Spider-Man, hay muchas cosas que recuerdan a ese Spawn por la absoluta falta de foco en las decisiones narrativas que eligen y que dan pie a que continuamente uno se pregunte si realmente está viendo algo tan tonto como lo que nos están presentando.

Desde personajes secundarios sin carisma a la forma en que esta producción se desparrama completamente en su final, aquí hay muchos elementos que se creían desterrados del cine de superhéroes. Inclusive se puede argumentar que el desenlace de Venom hace brillar a sus peores aspectos.

Asimismo, los paralelos con las malas adaptaciones no son solo algo específico, también son bastante generales y solo sirven para remarcar que, aunque esto no es tan malo como las películas de Catwoman o Elektra, está a años luz de lo que se ha hecho en la última década con las adaptaciones de cómics en el cine. En 2004 quizás Venom habría pasado con algo de gloria, pero en 2018 es más pena lo que esto deja.

Según la historia de esta película, la Fundación Life ha logrado concretar avances espaciales lo suficientemente importantes como para explorar el espacio. Allá, donde nadie te puede escuchar grita, un grupo de astronautas se topa con un asteroide y logran recoger cinco muestras que terminan siendo formas extraterrestres conscientes. Nada de esto lo vemos, pues solo es expuesto en los expositivos diálogos que intentan vender su premisa.

En el camino, la nave espacial cae sobre el territorio de Malasia y la Fundación logra recuperar algunos de los especímenes. Su plan es comenzar con una serie de experimentos que no tienen ninguna lógica, salvo la de instalarla como una organización sin valores ni principios. De ahí en más la película inevitablemente cae en el trillado campo en el que un hombre de ciencia tiene una apariencia afable, pero en el fondo es un corrupto ser humano dispuesto a todo para lograr sus objetivos.

En este caso, dicho hombre del mal es obviamente el poderoso dueño de la fundación, quien es interpretado por Riz Ahmed y resulta ser un villano que no solo mueve los hilos para ocultar el accidente, sino que también la existencia de los seres del espacio. Esto último, y es el gran motivador de sus acciones, se debe a que los organismos extraterrestres cuentan con una cualidad simbiótica que podría mejorar a los humanos y permitirles explorar el universo, para dejar atrás a una Tierra cada vez más moribunda.

Esa es la base de la historia a la que se confronta Tom Hardy, quien interpreta a un Eddie Brock que no tiene nada del Eddie Brock de los cómics y que a grandes rasgos es un reportero que comete una grave falta durante una entrevista con el villano magnate. Por eso su vida en un santiamén se va al demonio, perdiendo su trabajo y a la mujer con la que se iba a casar (Michelle Williams).

Aunque uno nunca debe esperar copias al calco de los cómics, en el desarrollo de toda esa historia Venom comete el error que generalmente cometen las malas películas de superhéroes: no brindar una idea original lo suficientemente atractiva como para cambiar lo que existe en el papel. De hecho, como esta producción no puede hacer uso de Spider-Man o Peter Parker, el origen de Venom es completamente diferente y su resolución carece de toda chispa, posibilitando que después el viaje de redención de Eddie no funcione como esperan los productores. Es decir, que nos importe algo de lo que le pasa.

Aquí vemos a Eddie colándose en las instalaciones de Life, siendo contaminado por uno de estos seres espaciales con forma de masa de Play-doh que odian ser tildados de parásitos, bajo la idea de salvar a la gente que está siendo usada como conejillos de indias para los experimentos de Life. Y en esa construcción, no hay nada de icónico en la creación del protagonista que se mueve entre las aburridas lagunas.

Otro punto importante de esta película, en la que agregan un diálogo sobre la kriptonita que hace pensar si los cómics de Superman son canon en el universo de Venom, es que su producción se siente absolutamente contenida. Los simbiontes no aparecen tanto tiempo en pantalla, la historia se desarrolla en varios vacíos pasillos de edificios y se siente un dejo de "oh, tenemos que cuidar el presupuesto, así es que vamos a contener la acción sin muchos extras en aburridas locaciones".

Muchos momentos de esta película también dejan la impresión de que hubo mucho tijereteo de post-producción para convertirla en algo que disparara en todas las direcciones para garantizar el suficiente corte de entradas que oculte el magro nivel de su propuesta.

Quizás lo más decidor es que Venom no está ni siquiera al nivel de la peor de las películas de Marvel Studios y eso pone en absoluta duda la idea de que Sony pueda concretar todo un universo de películas basadas en los villanos de Spider-Man. Si esto no les resultó, ¿qué interés podemos tener con una idea como la de lograr que el Morbius de Jared Leto sí funcione? ¿Por qué debería interesarnos proyectos como este que no tienen al arácnido? Y ese es el problema, la sangre que corre por las venas de esta película es artificial, ya que aquí no hay corazón.

Venom a la larga no representa ninguna clase de avance o aporte para el género de las películas basadas en cómics de superhéroes y su experiencia frustrante solo tiene un punto a su favor: la relación que se crea entre Eddie y el simbionte.

Alrededor de la marca de los 70 minutos de metraje, la historia finalmente comienza a establecer la relación de ambos, ya que poco a poco vemos al reportero escuchando las palabras del simbionte en su cabeza, provocando que ambos terminen dialogando en el último acto de la historia. Ese detalle de la película, con el que establecen la idea de que ambos "son Venom", involucra a los mejores pasajes de una película, pero tampoco se instalan como una completa redención.

Nada de la conspiración de la Fundación Life funciona, nada del plan del villano tiene sentido y, una vez que se presenta al gran simbionte humanoide a derrotar, Venom se vuelve una propuesta completamente antojadiza, ya que mezclan a sus villanos en una sola narrativa. Lo peor es que todo termina con una burda batalla en donde el destino del mundo y uno solo la agradece por que eso marca que a la película le queda poco de vida.

Las torpezas de Venom, que incluyen el hecho de que parte de su última escena esté en los tráilers de la película, solo terminan validando la idea de que ya es tiempo que su productor Avi Arad deje de entrometerse en las películas de superhéroes que simplemente no comprende. Su nombre ha estado ligado a esperpentos como Elektra, Los Cuatro Fantásticos, Daredevil o Amazing Spider-Man 2, por lo que hace rato se instaló como una señal de alarma.

Al mismo tiempo, también esta es una película que refleja la necesidad de que sus responsables sí entiendan lo que funciona de un personaje en los cómics. La adaptación de esa esencia, más allá de los cambios que se implementa, es primordial para que la propuesta resulte en la pantalla grande. Y en este caso, son pocos los aciertos.

Venom, como todas las películas contemporáneas de superhéroes, además deja la puerta abierta para una secuela con una burda escena post-créditos. Pero la duda que queda es si realmente esta versión merece más espacio a futuro en nuestras vidas. Aunque los destellos de carisma en la relación entre Eddie y el simbionte podrían abrir un poco esa puerta, lo cierto es que no dejan mucho camino arado.

Más aún, queda más que claro que este personaje sigue sin merecer más tiempo que el que ya tenía en Spider-Man 3. ¿Es necesario abordar algo más tras eso último? La respuesta es no.

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