¿De qué manera la revelación del fraude sobre los recursos del posconflicto agrava el mal momento de las FARC?

Lo que se sabe hasta ahora es tan solo la punta del iceberg. Pronto se conocerán los efectos de las delaciones que en este momento está haciendo un dirigente de las FARC en EE.UU. tras haber sido capturado en Colombia por tejer redes ilícitas que involucran a altos funcionarios del Estado. Así, se podría afirmar que el Estado colombiano está padeciendo del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida): concediéndole privilegios en la mesa de negociaciones, dejó penetrar al virus de las FARC en su torrente administrativo y, desde adentro, esa organización ha empezado a descomponer las defensas del sistema mediante cadenas de corrupción, violencia encubierta y tráfico de narcóticos.

¿Considera que el proceso de paz está en riesgo?

No puede estar en riesgo algo que no existe. En Colombia no ha habido un proceso de paz, sino un proceso de negociación entre el Estado y una guerrilla que recibió gran cantidad de concesiones, pero nunca renunció objetivamente a la violencia. En ese sentido, las FARC han continuado la guerra, solo que por otros medios.

¿Qué relación existe entre este fraude y la investigación de EE.UU. sobre vínculos con el narcotráfico?

Lo que queda claro es que las FARC sigue operando como una agrupación política-violenta al mismo tiempo. En suma, siguen siendo una amenaza transnacional que también opera como partido político. Es un híbrido. Por eso, no es extraño que EE.UU. siga manteniendo a las FARC en su lista de agrupaciones terroristas y que ofrezcan millones de dólares por la captura de sus principales cabecillas.