Chile se encuentra entre los 15 países más influenciados por el gobierno de China en economía, política doméstica y medios de comunicación, mientras que a nivel latinoamericano, Venezuela y Perú son los casos más críticos. Esas son parte de las conclusiones del informe “China In The World 2022″, un estudio de Double Think Lab en alianza con el Instituto Desafíos de la Democracia en su capítulo chileno, que evalúa la influencia de Beijing en 36 países del mundo.
El estudio mide la influencia de China en relación a los niveles de exposición, presión y efectos concretos detectados en nueve áreas específicas: medios de comunicación, política exterior, academia, política interna, economía, tecnología, sociedad, Ejército y aplicación de la ley.
Doublethink Lab, la institución a cargo del estudio y con base en Taiwán, fue fundada en 2019 para fortalecer la democracia a través de la mejora de las defensas digitales. “Nuestro trabajo se centra en investigar las operaciones de influencia china maligna y las campañas de desinformación y sus impactos a través de las herramientas y metodologías digitales que hemos desarrollado”, destaca en su sitio web.
Según el estudio, la mayor influencia fue encontrada en países cercanos al gigante asiático, como Camboya, Singapur o Tailandia. Altos niveles de dependencia también se reportaron en países latinoamericanos como Perú (evaluado número cinco en el ranking, con un puntaje mayor al de países o territorios como Australia, Taiwán o Venezuela).
“En el caso chileno, el estudio muestra una vulnerabilidad reciente y ascendente frente a China de nuestra economía, libertad de los medios de comunicación y actividad política. Injerencia que va desde un aumento exponencial de insertos pagados por el Grupo de Medios de China en medios influyentes nacionales; participación en licitaciones públicas de diversa naturaleza (como la reciente licitación de los pasaportes y registro de identificación nacional); posicionamiento en actividades económicas o infraestructura crítica a través de empresas estatales chinas (como se alertó con la compra de CGE por parte de China State Grid); hasta relaciones preferenciales con actores políticos locales (llegando incluso al paroxismo de tener a ciertas autoridades parlamentarias, ejecutivas o municipales defendiendo el autoritarismo chino o catalogándolo de democracia, así como cambiando votaciones para responder al ‘principio de una sola China’)”, detalla el informe “China In The World 2022″.
Al respecto, Juan Cristóbal Portales, director ejecutivo del Instituto Desafíos de la Democracia, señala que “estos resultados señalan el potencial peligro para el país en relación a que una influencia que hasta ahora aparentaba ser netamente económica y hasta cierto punto bidireccional, donde un país como Chile también se puede beneficiar de acuerdos de intercambio comercial, ahora muestre visos de transformarse en una dependencia política y cultural unilateral”.
“Es lo que se conoce como la preminencia de un poder agudo o sharp power impulsado por un actor o Estado determinado, y que dista del poder o influencia blanda por su naturaleza coercitiva para las instituciones democráticas y soberanía del país receptor. Una injerencia que puede llegar al punto de utilizar herramientas cibernéticas y campañas mediáticas para influir en la opinión pública local, como señalan los autores Christopher Walker y Jessica Ludwig, del think tank estadounidense National Endowment for Democracy”, advierte.
Portales dice a La Tercera que este aumento de la influencia de China en Chile se comienza a percibir “desde 2015, cuando Xi Jinping visitó Latinoamérica en el contexto del foro China-Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños)”. “En paralelo, Xi Jinping venía intensificando su poder en China. Dicha influencia se comenzó a multiplicar y expresar en aumento en inversiones, operaciones diplomáticas, esfuerzos intensificados en medios de comunicación y academia, etc.”, agrega.
En el caso del resto de la región, los resultados del estudio mostraron que otros países como Colombia, Paraguay, Venezuela, México y, sobre todo, Perú presentan altos niveles de influencia en diversos ámbitos. “Perú -a diferencia de Chile y en concordancia con Venezuela- tiene influencia institucional y militar directa, lo que impacta en las decisiones que se toman internamente”, se destaca.
En una reciente entrevista con La Tercera, el periodista español Juan Pablo Cardenal, quien fue corresponsal en China, donde se especializó en la expansión internacional del gigante asiático, señaló que el Partido Comunista chino ha intentado consolidar su influencia en América Latina “en base a su poderío económico”. Un predominio que, en la práctica, se ha ido materializando, por ejemplo, mediante invitaciones a legisladores y representantes de la élite, asegura.
Al respecto, Sascha Hannig, coordinadora de este proyecto, investigadora asociada del Instituto Desafíos de la Democracia y quien ha investigado temas relacionados a influencia autoritaria y relaciones entre Asia y América Latina, complementó que “los resultados del estudio demuestran que existen intentos concretos por parte de China por aumentar su presencia y capacidad de acción en la región. Queda la pregunta de cuáles son las intenciones de largo plazo de Beijing en la región, y si son sobre todo políticas o económicas”.
En todo caso, Hannig pone de relieve que “en el mismo estudio, Chile aparece con una mayor fortaleza institucional y neutralidad en la toma de decisiones que una mayoría de países medidos (incluyendo a Estados Unidos) para evitar una sobreexposición, presión y efectos coercitivos por parte de ciertos intereses del país asiático”.
Tanto Portales como Hannig coinciden, eso sí, en destacar que, “en la raíz del estudio y análisis desplegado, no está el enjuiciar la importancia o riqueza de las relaciones multidimensionales con una nación como China, o generar una animadversión sobre cualquier iniciativa o relación que el país asiático establezca con Chile”. “Lo que se pretende más bien es entender la naturaleza de una influencia ascendente, así como identificar áreas donde preparar y fortalecer a nuestra institucionalidad democrática para enfrentar de manera positiva dicho fenómeno”, aclaran.
Al respecto, Portales comenta a este medio que la influencia de China “no es inevitable, pero requiere de publicitar los riesgos que implica y tener una institucionalidad acorde y gobiernos conscientes y dispuestos a limitar dicha injerencia”.