Estacionado en su vehiculo afuera del consulado de Chile en Barcelona, en el lugar reservado para el cónsul, permanece el chileno César Hugo Rodríguez Gutiérrez, quien exige que se le concedan los permisos de residencia y trabajo en España.

Rodríguez, de 51 años, se queja amargamente de su mala suerte, y pide, con el ayuno voluntario, que se reconozcan sus derechos.

"Vivo y duermo en el automóvil, porque tampoco tengo casa", dijo Rodríguez. "He hecho bien las cosas en mi vida y no me merezco esto", agregó.

Soldador de profesión, Rodríguez llegó a España en 2004 para buscar el trabajo que no encontraba en Chile. Al poco tiempo, y sin sospechar que estaba cometiendo una ilegalidad, se dejó asesorar por unos compatriotas que le consiguieron un documento de identidad y un permiso de trabajo a cambio de 1.100 euros (1.530 dólares). Sin embargo, quienes se presentaban como abogados, resultaron ser un grupo de estafadores.

Gracias a los documentos, se inscribió en la seguridad social, encontró diversos trabajos y prosperó. Dos años después, cuando iba a comprar un vehículo gracias al dinero que había ahorrado, las autoridades detectaron que sus papeles eran falsos.

Rodríguez decidió denunciar al grupo de estafadores en el ayuntamiento de Terrasa, un municipio cercano a Barcelona, pero ahora lo acusan a él de falsificador y le deniegan los permisos de trabajo y residencia en España. "Me acusan de falsificador, cuando yo fui el que lo denunció", explicó.

Rodríguez comenzó una larga batalla judicial pero, según sus palabras, invirtió miles de dólares en abogados que nunca resolvieron el problema.

Hace dos años, Rodríguez inició una huelga de hambre que tuvo que abandonar al poco tiempo tras contraer una pulmonía. Ahora, sin dinero, sin hogar y sin que su situación legal tenga visos de solución, volvió a tomar la protesta para hacer oír su reivindicación.

Rodríguez vive en su automóvil, estacionado en una de las dos plazas reservadas para el cónsul de Chile en Barcelona. Dice que sólo toma bebidas isotónicas que le ofrecen amablemente los vecinos.

"En un principio me querían echar (del consulado), pero aguanté firme", relató. "Ahora no dicen nada. Nadie ha hecho nada por mí", añade.

"Estoy decepcionado de la vida, de los gobiernos, del sistema, de las mafias judiciales... de todo", manifestó Rodríguez. "Llevo muchos años luchando y no tengo libertad: Lo único que reclamo es mi derecho al trabajo y a vivir", indicó.