El reverendo Marcus Cotton fue alguna vez un hombre de fe. El tiempo y las evidencias de la vida han hecho que ahora se dedique a animar sus misas dominicales con supercherías y mucha verborrea vacía, para luego volver a su casa en los suburbios sin el peso que la fe otorga. Cotton ha decidido realizar un documental para mostrar el trasfondo de los exorcismos y desenmascarar así la supuesta estafa diseñada para sacar dinero a los incautos en los rituales de expurgación demoniaca. La idea de Cotton no deja de tener valor y todo hubiera resultado fácil si el demonio en esta ocasión no hubiera sido verdadero.

El director logra crear buenos momentos en dos tercios de película para luego fallar de manera brutal en su parte final, malogrando  lo que había construido y terminando su historia de la manera más absurda e imbécil de los últimos tiempos, con una secuencia que parece extraída de otra película y que no tiene relación con lo que hemos visto hasta el momento. Es un sacrilegio que lo mejor y más recordable del filme termine siendo la hiperlaxitud de su actriz principal, Ashley Bell, quien realiza todos sus inquietantes movimientos de posesa sin ayuda ni efectos especiales. Bien poco el logro de este engendro.

El último exorcismo

Director: Daniel Stamm

Con Patrick Fabian, Ashley Bell y Louis Herthum. Terror, 87 minutos. EE.UU.-Francia, 2010. Mayores de 14 años.