Río de Janeiro es sinónimo de baile, festividades y alegría, siempre y cuando no se toque el tema de la violencia en las favelas. Pero en la última entrega del carioca Carlos Saldanha (La era del hielo) la violencia está descartada y todas sus cartas están jugadas para hacer de Río -ciudad y película- una interminable fiesta.

Blu es un guacamayo que nunca aprendió a volar y que vive en un pueblito de Estados Unidos junto a Linda, una humana amante de las aves. Las circunstancias quieren que ambos viajen a Río de Janeiro para que Blu conozca a Perla, la última hembra de su especie. Al poco llegar, ambas aves son secuestradas por unos traficantes de pájaros, encadenadas juntas y preparadas para su venta. Comienza así una huida que recuerda a Escape en cadenas, el clásico de 1958, pero en lugar de Poitier y Curtis son dos guacamayos azules que luchan por escapar de sus perseguidores. Y uno de ellos no sabe volar.

Río es un film amable, divertido y políticamente muy correcto. Pocas veces los malos han sido menos malos, una ciudad se ha visto más hermosa y todos los habitantes parecen siempre listos para ayudar al amigo en desgracia y bailar al ritmo de la música. Su historia no es nada original, pero está repleta de personajes divertidos (un perro que sueña con bailar en el carnaval, una malvada cacatúa, un amistoso tucán), mucha acción, chistes que sacan una sonrisa y una historia de amistad, aceptación y coraje por conquistar los miedos que funciona perfecto, todo en un impecable 3D. Es cierto que también es un gran comercial turístico, pero ¿qué de malo tiene eso? Para ver la parte mala de Río ya tenemos Tropa de elite.

RIO

Dirigida por Carlos Saldanha.
Con las voces en su versión original de Jesse Eisenberg, Anne Hathaway, Rodrigo Santoro. EE.UU., 2011.
Género: Animación. 
Duración:  96 minutos.
Todo Espectador