Replicar en casa la reunión que tiene semanalmente en el trabajo para coordinar la jornada laboral puede parecer una lata, pero es muy útil si lo que busca es evitar conflictos familiares. Así lo postula Bruce Feiler, columnista de los diarios The New York Times y The Atlantic, en su último libro, The secrets of happy families, donde recoge estrategias de resolución de conflicto propias de las grandes compañías para aplicar en las familias. Según los testimonios que recoge en su libro, los resultados son óptimos.
1 Hoja de ruta
Toda empresa tiene desde su formación objetivos claros, y una visión y misión que sustentan su actuar.
Lo mismo sugiere Feiler para las familias: crear una hoja de ruta. Para concretarla, propone idear una actividad especial -como un campamento- que permita reunir a la familia en un ambiente óptimo, para que los miembros puedan pensar y recoger esos propósitos. La idea es definir entre todos cómo es la familia, qué la caracteriza, qué cosas se permiten y qué no dentro de ella, además de definir cómo esos principios son para todos sus miembros por igual.
Bárbara Veloso, sicóloga del servicio Fonoinfancia de Fundación Integra, dice que el que todos participen en la construcción de estos principios también ayuda a cada integrante de la familia a visualizar su rol dentro del grupo. Incluso si hay un valor con el que uno de los miembros no se identifica, se puede discutir para un acuerdo. Así, con una hoja de ruta definida, cada miembro sabe de antemano cuándo ha transgredido las normas familiares y por qué.
2 Reuniones semanales
Así como las empresas se reúnen a evaluar sus actividades y proyectarlas al futuro, Feiler propone reuniones familiares semanales.
En esa instancia, de 15 o 20 minutos máximo, se evalúa el cumplimiento de las responsabilidades de cada uno, niños incluidos. La segunda parte de la reunión debe dedicarse al planeamiento de la semana que viene.
Lucía Godoy, sicóloga de la U. Andrés Bello, señala que estas reuniones son útiles, pues no sólo evitan discusiones por permisos de última hora, sino que entregan responsabilidades hogareñas a todos los miembros, algo necesario cuando ambos padres trabajan.
3 Castigos propios
Las sanciones, premios o bonos suelen estar bien definidos en las empresas, por lo que los trabajadores ya saben qué conseguirán si realizan bien o mal su labor. Algo similar debe ocurrir con la familia, con la diferencia de que el autor propone que sean los propios hijos quienes propongan su sanción o premio. Algo que debe quedar consignado en las reuniones semanales.
Veloso indica que lo anterior ayuda a que los más pequeños sepan cuál es el sentido de las normas, límites y tareas que se deben cumplir. Eso sí, es importante que los castigos sean mediados por los adultos, para que sean justos y consecuentes. Es decir, ni muy severos (que creen culpa) ni muy laxos (que no se cumplan).
4 Cambio de escenario
Cuando una discusión se presenta no hay que evadirla, pero sí hacerlo de forma inteligente. Feiler dice que en los primeros tres minutos de una discusión se exponen los argumentos. "El resto del tiempo es repetir las mismas ideas", explica. En ese contexto, la sugerencia es cambiar de lugar para que se genere un diálogo.
Según Feiler, el modelo Harvard para la negociación divide las discusiones en dos partes: la primera busca eliminar la emoción de la situación, y la segunda implica no rechazar la visión del otro, sino replantear el problema para llegar a la solución. Para ambas, el cambio de escenario es crucial.
Para Godoy, hacerlo ayuda a cambiar la visión del asunto. "Un mismo lugar te encierra también en tus propios pensamientos. Pasa lo mismo cuando se discute desde una misma pose. No es lo mismo discutir de pie que sentados en el suelo, por ejemplo", declara.