Señor director:

Los sueños no han estado ausentes de la discusión del futuro Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt) en el Senado. Afortunadamente, su análisis se enmarca en la construcción de una sociedad más rica, democrática e inclusiva que requiere de grandes desafíos, como la existencia de un modelo integral y sostenible de desarrollo, fomento de la educación y creatividad cultural, transformación económica y recuperación de los esquivos índices de competitividad, entre otros que apuntan a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Sin embargo, el proyecto elaborado por el ministro Nicolás Eyzaguirre y el presidente de Conicyt Mario Hamuy está lejos de ser la herramienta adecuada para construir ese sueño.

Al separar los ámbitos de investigación e innovación, la iniciativa carece de una forma de vincular la generación de conocimiento en todas las áreas del saber y su aplicación. Tampoco considera formas prácticas (no instancias burocráticas adicionales como comités interministeriales) de vencer las barreras del aparato público para coordinar la acción sistémica del Estado frente a necesidades estratégicas o para mejorar su capacidad de anticipación. No señala el camino para promover la construcción de puentes con la educación.

Aparte de sus deficiencias de robustez, relevancia y administración, evidencia la disociación entre la voluntad política y la inversión. De hecho, el informe financiero asociado al proyecto de ley establece que su gasto anual en régimen será de $344.280 millones de pesos, 98.8% de los cuales provendrán de las fuentes que hoy financian la escasa investigación en Chile. Aunque este será un buen ejercicio de reciclaje, la mezquina diferencia -ni pensar en construir sueños- no alcanzará siquiera para modernizar la dañada y frágil operación de Conicyt en su camino hacia la futura agencia de investigación, ni para mejorar las precarias condiciones en que se encuentran sus trabajadores.

El proyecto Mincyt es hoy una propuesta temerosa y recluida. Sus problemas son de fondo, y de no incorporarse indicaciones sustanciales como las que han sugerido con espíritu democrático y constructivo diversos actores, estaremos ante un error político de proporciones, que no solo hará retroceder el desarrollo de la investigación en Chile, sino la oportunidad de ponerla a disposición del país.

Carolina Gainza C.

Escuela de Literatura Creativa, UDP

Andrés Couve

Facultad de Medicina, U. de Chile