Cuando llueve en Isla de Pascua, el mar que rodea a la superficie se torna entre rojizo y café: una gran mancha de barro prácticamente envuelve ese territorio insular. "Las calles de Hanga Roa están sobre los 40 metros de altura y guían el agua y el barro hacia la orilla", afirma el alcalde de la isla, Pedro Edmunds.

Para la Corporación Nacional Forestal (Conaf), este hecho, cada vez más habitual en los últimos años, simboliza la erosión que presenta hace décadas el lugar. Esto ha afectado la producción agrícola en la isla, encareciendo el precio de las frutas y verduras.

De acuerdo a un estudio realizado en 2012 por el Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren) del Ministerio de Agricultura, un 66,8% de la isla, cuya superficie es de 163 kilómetros cuadrados, presenta algún grado de erosión.

El informe señala, además, que en un 27% de su superficie se requiere aplicar "altas medidas de conservación". En el mismo documento se alerta de que "si continúan prácticas como la quema de pastos y el sobrepastoreo", el porcentaje de superficie degradada aumentará a un 47%.

"Esto demuestra que hay que tomar cartas en el asunto, con urgencia. El suelo se ha manejado mal, de forma histórica, introduciendo el ganado ovino sin orden", afirma Eugenio González, director del Ciren.

Al respecto, el alcalde sostiene que "la erosión es alarmante y es fácil poder observarlo desde alguno de los 70 cerros de la isla: cada uno tiene una erosión clara".

Edil agrega que una de las zonas más afectadas es la del volcán El Poike, al este de la isla.

PLANES DE REFORESTACION

Este es el primer estudio sobre erosión que se realiza en la isla. Para ello se confeccionaron cartografías de cuencas, se analizaron datos satelitales y en terreno.

"Las cifras son graves, pero no desesperanzadoras. Antes de este estudio se creía que un 80% de la isla estaba erosionada", agrega González.

Las iniciativas para reforestar la ínsula se remontan al siglo XX. Una desarrollada en 1964 incluyó la plantación de palmas. En la segunda, entre la década de 1980 y 1990, se insertaron eucaliptos en 500 hectáreas.

Sin embargo, es en los últimos tres años en que ha llevado adelante el mayor proceso de reforestación. Para ello, Conaf y los habitantes del lugar llegaron a un acuerdo: "Tenemos un catastro acordado y reforestaremos 1.400 hectáreas. Si no se incluye a la comunidad, no se consigue nada", dice la gerenta forestal de Conaf, Aida Baldini.

Uno de los acuerdos a los que se llegó con la comunidad consiste en no plantar eucaliptos, ya que se trata de una especie no nativa por la que los habitantes no sienten apego. "La gente no está acostumbrará a los árboles (eucaliptos), es algo nuevo, por lo que si no se hace con participación, no funciona", recalca.

Para Baldini, uno de los puntos importantes del estudio es que define que hay sectores que se pueden recuperar, pero advierte que no se logrará rescatar todas las áreas.

"Hay muchas zonas arqueológicas y no se puede llegar y plantar en esos lugares", enfatiza.