Llorando y con 45 minutos de retraso Kathy Barriga llegó hasta la Iglesia de Los Sacramentinos -ubicada en la esquina de Santa Isabel y Arturo Prat-, para celebrar su matrimonio religioso con Joaquín Lavín Jr., hijo del ex candidato presidencial de la Alianza por Chile.

Y fue como un cuento de hadas. Porque la bailarina apareció con una diadema de princesa, en una carroza pintada en tonos pastel y junto a su hijo Vicente -de 10 años- y su papá José Barriga. Tal como lo soñó.

Preocupada de su vestido blanco con 300 cristales de Swarovski, la rubia -que usó botas en el tono de su traje- intentó caminar por la alfombra roja luchando con la prensa que se avalanzó sobre ella, mientras su novio la esperaba nervioso en el altar escuchando el Ave María que entonó Agueda Jofré, la misma que participó en el programa Cantando por un sueño de Canal 13.

Veinte minutos más tarde, la pareja salía de la capilla feliz y saludando a los casi 200 vecinos de Santiago que llegaron para ovacionar a la estrella de los niños, que subió a su carruaje después de lanzar su ramo de flores rojas y se fue al Hotel Fundador, donde reservó una habitación para vestirse y maquillarse antes de su boda.

Desde Sebastián Piñera contando que "a Kathy la conozco incluso antes que Joaquín, porque ella es una gran artista", hasta el presidente del Senado Jovino Novoa con su mujer en el traje dos piezas de satín negro más chic del matrimonio, llegaron a la iglesia que estaba adornada con 20 ramos de flores blancas -la misma donde "Kenita" Larraín se iba a casar con Zamorano-, para participar de la misa.

El novio estaba nerviosísimo. Le brillaban los ojos. A cada rato consultaba a una ex productora televisiva, encargada de ayudar en el evento, detalles de la seguridad. Los padres de Lavín Jr. lo rodeaban con actitud solemne. Estela León llegó con un traje largo burdeo, con aplicaciones en la parte superior y un bolerito estilo boutique de Vitacura. A su lado, la madre de la ex modelo de Mekano sujetaba un chal de tul dorado que hacía juego con un vestido también dorado que se lo hizo su modista, "la Martita", y un juego de joyas de oro compuesto por diseños florales en collar y aros. "Estilo victoriano", según agregó ella.

Y mientras a Piñera un centenar de señoras que se instalaron a aplaudir y hacer comentarios del casamiento le gritaban "¡rico!", apareció el carruaje. La gente se fue encima. Barriga, que venía llorando desde una cuadra antes, sacaba un pañuelo desechable. Los camarógrafos se encaramaban en el vehículo y la docena de guardias que vigilaban la entrada apenas pudieron hacerla subir las escaleras.

La intérprete de La virutilla había pasado toda la tarde en el hotel capitalino, maquillándose, peinándose y ajustando el diseño de tul de cuento de hadas que se demoraron tres meses en hacer las costureras de la boutique Punto Clave.

"Kathy estaba muy, muy nerviosa", contaban las dos ayudantes que la acompañaron a arreglarse, junto a un estilista y un maquillador.

Y los primeros en llegar fueron un grupo de niños que entregaban a cada invitado unas bolsitas, también de tul, con pétalos de regalo que la misma novia había hecho.

Y mientras las tías de Barriga, forradas en tono lila o lentejuela plateada, llegaban saludando a los programas faranduleros, el grupo de personajes de la política y el empresariado que invitaron los Lavín arribaban con pequeñas variaciones del traje azul noche y camisa blanca ellos y vestidos negros con carterita de fiesta ellas.

A la fiesta, la bailarina y su esposo se fueron en auto, separados de la familia de la novia que llegó hasta el centro de eventos Casa Bosque, en San José de Maipo, en un mini bus de arriendo para viajes especiales.

A las 22.45 los recién casados bailaban al son de Un mundo ideal, la canción de de la película de monitos de Disney, Aladino. Felices. Y afuera llovía.

Después vino el baile y la música estuvo a cargo del primo de la ahora señora Lavín, Miguel Barriga, de Sexual Democracia. "Está todo preparado para que la novia se suba a cantar", contaban algunos de los organizadores.