La crisis financiera ha destruido a una centena de bancos en Estados Unidos, redujo la riqueza de los hogares en ese país e, incluso, ha hecho colapsar economías enteras (como ocurrió en Europa del Este). Pero no se queda ahí, también ha enfrentado a conocidas personalidades del mundo económico.

El caso más reciente es el del Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, quien embistió la semana antepasada contra sus colegas economistas por su fracaso en predecir la crisis, menospreciando el conocimiento que durante las últimas décadas ha generado la profesión. La respuesta, tanto o más dura, vino del economista financiero John Cochrane, académico de Chicago, quien fue varias veces individualizado en la larga columna que Krugman publicó en el New York Times. Cochrane respondió en un documento en su web, tras aunar criterios con varios de sus colegas de Chicago, cuenta en su escrito.

"Nos conocemos y hemos hablado en varias oportunidades y nos tratamos por nombre", dice Cochrane a La Tercera sobre su relación con Krugman. No obstante, en su enfática respuesta escribe que así como Krugman cree que "todo lo que todos han hecho en el campo de la economía desde los 60 es una completa pérdida de tiempo, (...) si fuera científico sería un escéptico del calentamiento global, no creería en el VIH ni que fumar hace daño a la salud".

El Nobel 2008, a juicio de Cochrane, se limita a atacar a economistas como Ben Bernanke, presidente de la Fed; Olivier Blanchard, economista jefe del FMI, o Robert Lucas, académico de Chicago, con argumentos livianos. "No tiene ninguna idea interesante acerca de qué causó nuestros problemas financieros y económicos actuales, qué políticas pudieron prevenirlos o qué nos podría ayudar a futuro", afirma. "Qué triste", añade. En el texto, Cochrane resume los argumentos de Krugman y los responde. Aquí sus principales puntos.

1. Visión de Krugman de los mercados: El "piensa que son ineficientes debido a inversionistas irracionales y presas de una excesiva volatilidad que requiere del control gubernamental", dice Cochrane. Pero a su juicio, "la predicción empírica central de la hipótesis de los mercados eficientes es precisamente que nadie puede decir hacia dónde se dirigen los mercados (...) Paul escribe que la volatilidad del precio de las acciones es prueba de que los mercados no son eficientes. Pero Paul sabe que no hay nada en eficiencia que prometa estabilidad. De hecho, si son eficientes, los mercados bursátiles no parecen suficientemente riesgosos para detener a la gente que quiere invertir en ellos. Alegar que hay una burbuja no es útil, a menos que se tenga un procedimiento operacional para identificarlas y distinguirlas de premios por riesgos bajos, pero aún racionales".

2. Estado o mercado. Krugman también escribió que, a partir de la ineficiencia de los mercados, el gobierno debe intervenir y encargarse de la asignación del capital. Cochrane responde que "en el caso del libre mercado nunca dije que éste es perfecto, sino que los controles del gobierno, especialmente en los mercados de activos, siempre han sido peores (...). Recuerden: el gobierno de EE.UU. no pudo siquiera encontrar a Bernie Madoff cuando a éste se lo entregaron en bandeja de plata. David Wessel deja perfectamente claro en su libro "In Fed we trust" que los reguladores del gobierno fracasaron, tanto como los inversionistas privados y los economistas, en prever la tormenta. Y no fue por carencia de gente inteligente". "Si los banqueros son 'idiotas' en palabras de Paul, entonces también lo deben ser el secretario del Tesoro, el presidente de la Fed y el personal regulatorio", razona Cochrane.

3. Estímulos fiscales. En cuanto a la promoción de Krugman de los estímulos fiscales, Cochrane los enfrenta a la equivalencia ricardiana de Robert Barro (Harvard), según la cual un gasto público financiado con deuda hará que el público anticipe que tendrá a futuro que pagar más impuestos para pagar esa deuda y que, en vez de gastar, ahorre más, "de modo que lo más probable es que el multiplicador sea negativo". "Si usted cree en el argumento keynesiano pro estímulos, debería pensar también que Madoff es un héroe. En serio. El tomaba el dinero que la gente estaba ahorrando y se lo dio a personas que con seguridad lo iban a gastar", dice Cochrane.

4. Las verdaderas preguntas. Evaluando las distintas medidas que se han tomado para restablecer el orden en los mercados financieros, Cochrane dice que "la política monetaria hoy tiene poco que ver con 'dinero' vs. 'bonos'. Se ha convertido en política financiera. ¿Algo de esto funcionará? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Puede permanecer independiente la Fed en este nuevo rol? Estas son las preguntas de nuestro tiempo. ¿Qué tiene Paul que decir al respecto? Nada".

Caída de Lehman no fue lo que originó el pánico

A un año del colapso de Lehman Brothers, se ha generado un alto consenso en cuanto a que dejarlo caer fue "el" error que gatilló el pánico de los mercados y lo más álgido de la crisis. Sin embargo, John Cochrane sostiene que "esa historia es falsa". En una columna en el Wall Street Journal, escrita junto a Luigi Zingales -también de Chicago-, identifican varios errores de política que atizaron la crisis: la toma de control de Fannie Mae y Freddie Mac, el rescate a AIG, la venta de Wachovia para evitar su quiebra... Pero estiman que fueron los discursos del 23 y 24 de septiembre de 2008, de Ben Bernanke y Henry Paulson -entonces secretario del Tesoro-, pidiendo autorización a los legisladores para gastar US$ 700 mil millones en la compra de activos tóxicos, los que iniciaron el pánico. Los académicos culpan al lenguaje de las autoridades: "El sistema financiero está por colapsar. No podemos decirles por qué. Necesitamos US$ 700 mil millones. No podemos decirles qué vamos a hacer con ellos", fue su mensaje, dicen. "Esa sí que es una buena forma de empezar una crisis financiera", añaden. Sólo tras esos dichos los indicadores de riesgo se dispararon, como los spreads de los credit- default swaps (seguros contra moratorias) y OIS-Libor, que mide las condiciones de liquidez en el sistema interbancario.