Tenía que ser el semestre de la consolidación. O al menos de la ratificación de todo lo bueno que les pasó en 2016. La UC enfrentaba el 2017 con el respaldo de un bicampeonato y con la ilusión de extender el buen juego del torneo local al plano internacional. En ese sentido, la Copa Libertadores surgía como el gran objetivo del año para los cruzados.

Tras cuatro meses y medio, sin embargo, los estudiantiles ya se quedaron con las manos vacías. A su incapacidad de pelear por el tricampeonato, se sumó anoche su eliminación en primera ronda del torneo continental. El fracaso es completo si se considera que ni siquiera alcanzaron el tercer lugar de su grupo (lo que los habría clasificado a la Sudamericana) y quedaron fuera de toda competencia.

Razones para explicar el tropiezo cruzado hay de sobra. La primera es la falta de refuerzos. A principio de año, cuando se decidió apostar con todo por la Copa Libertadores, la evaluación que hizo Salas de su plantel fue positiva y, en conjunto con la directiva, acordaron enfocarse en las renovaciones y no en potenciar realmente al equipo. Así, solamente Santiago Silva llegó para reemplazar a Nicolás Castillo, apostando todas las fichas al equipo que logró dominar en el fútbol chileno durante el año pasado.

Luego, a medida que transcurrían los partidos, el entrenador decidió apostar todo a la Copa y derechamente botó el campeonato. Comenzó a jugar con equipo suplente y guardó a sus mejores hombres para el torneo continental. Segundo pecado: priorizar un torneo por sobre otro.

En tanto, el equipo de Las Condes perdió los tres partidos de la segunda fase del grupo, demasiado poco si el objetivo era pelear el torneo. Además, en aquellos últimos tres compromisos, el entrenador careció de plan B (otro de sus errores del semestre) y, por el contrario, su único argumento para intentar contrarrestar resultados adversos fue despotenciar la zona media para sumar hombres en ataque. En los tres encuentros recibió goles en los últimos 20 minutos, cuando el equipo estaba volcado al ataque, dejando muchos espacios.

Finalmente, al adiestrador le penó una enorme falta de autocrítica. Como quedó claro tras la eliminación, anoche ante Atlético Paranaense. "Hicimos un buen partido. Paranaense sacó a relucir su jerarquía. Pudimos ampliar la ventaja, pero al final terminamos sufriendo por las virtudes del rival más que por errores nuestros", dijo tras quedarse con las manos vacías.

Pese a todo, en la dirigencia estudiantil mantienen su respaldo al DT. Su contrato vence en junio de 2018 y, por ahora, no hay ninguna intención de precipitar un cambio.