Señor director:

El martes, el precandidato presidencial del Frente Amplio, Alberto Mayol, afirmó que las universidades católicas deben renunciar a su carácter confesional para recibir financiamiento público, en razón de estar inmersas en un Estado laico.

Lo que no parece entender es que, si bien Chile es un Estado laico, esto no implicaría un impedimento a la existencia de instituciones religiosas, ni una exigencia de renuncia a su carácter de pontificia, para obtener financiamiento público.

Afirmaciones como ésta no hacen más que desconocer el inmenso aporte que instituciones confesionales como la Pontificia Universidad Católica de Chile han realizado (y siguen realizando) de forma histórica a nuestro país. Decir que este carácter afecta el rol público, es atentar contra la diversidad de proyectos educativos, los cuales comprenden un enriquecimiento no solo en valores, sino que también en el pluralismo, pues de otra forma sería una imposición arbitraria de falsa neutralidad.  Un Estado democrático debe propender y favorecer la existencia de una pluralidad de visiones.

Una universidad de excelencia es aquella que logra impactar a través de su rol público en la sociedad en la que está inserta, pues es este factor principal el que la hace merecedora de reconocimiento público. En este sentido, la discusión se debería centrar en si, las universidades de Chile, cumplen con aquellos estándares mínimos de calidad que faculten un verdadero desarrollo del rol público.

La propuesta del candidato -que pasó por las aulas de la UC- solo contribuiría a una homogenización de las visiones del mundo que presentan los distintos planteles universitarios, para ajustarlos a una visión única determinada por criterios serviles a un proyecto ideológico del gobierno de turno.

Juan Echaurren

Consejero Superior UC