Hasta el sábado, Glenn Robinson III era conocido principalmente por llevar el mismo nombre de su padre, Glenn Big Dog Robinson, el primer seleccionado del Draft de 1994 y campeón con San Antonio Spurs en 2005. Para escribir su propia historia, el hoy alero de Indiana Pacers tuvo que saltar dos veces una torre humana y depositar la pelota con fuerza en el aro del New Orleans Arena, donde se desarrolló el Fin de Semana de las Estrellas de la NBA.

Con dos piruetas espectaculares, ambas atentatorias contra la ley de gravedad, el alero se consagró campeón del duelo de clavadas de esta jornada. Una competencia que, para ser justos, no cumplió para nadas las expectativas de otras jornadas.

En su primera volcada, Robinson III se elevó por encima de dos personas (una sentada sobre los hombros de la otra). Eso ya le valió una puntuación perfecta y le bastó para llegar a la gran final. Después de otras dos normales, el alero que ostenta 1,98 metros se guardó la mejor para el cierre del concurso. Esta vez llamó a tres asistentes, entre ellos Paul George (2,06 m.), la superestrella de su equipo. A los tres los saltó sin ayuda y clavó el balón con el aro pasado. Otro puntaje perfecto.

En la ronda final, el jugador de 23 años venció al novato Derrick Jones Jr., de los Suns. Nombres desconocidos para una definición que, como ya está dicho, defraudó. Mucha parafernalia y poca efectividad. Aaron Gordon, el gran favorito, se fue en la primera ronda al fallar su intento, que incluía un drone que le entregaba la pelota.