El presidente estadounidense, Barack Obama, se mostró dispuesto a apoyar las propuestas para volver a poner en vigencia la prohibición de la venta de armas de asalto.
"Está claro que no hicimos lo suficiente para afrontar la vergüenza de esta violencia", dijo el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, al anunciar que el Presidente se vuelve a encontrar con la iniciativa que la senadora de California Dianne Feinstein quiere llevar al Congreso en enero próximo.
La prohibición de las armas de asalto, impuesta por Bill Clinton en 1994, fue levantada en el 2004 bajo la era de George W. Bush, y jamás fue renovada.
Hoy Obama habló por teléfono con el senador demócrata Joe Manchin, uno de los "pistoleros" del Capitol Hill quien, ante la tragedia de Connecticut, suavizó su posición.
Entre las iniciativas que están en el corazón del Presidente está la de cerrar el show de armas que permite a individuos a los que de otro modo les sería prohibido (drogadictos, personas con problemas mentales, violentos) adquirir armas de combate sin los controles que serían obligatorios en un local con licencia regular.
La Casa Blanca tiene prisa. La emoción del momento, el recuerdo de los 20 niños que no llegarán a ser adultos, favorecen la posición del Presidente.
Estados Unidos ha sufrido una epidemia de violencia armada en las últimas tres décadas, incluyendo 62 incidentes de tiroteos masivos desde 1982, la mayoría de ellos con armas semiautomáticas o fusiles de mano comprados legalmente, apuntó AFP.
Wallmart anunció hoy que retiró el rifle Bushmaster de la venta en sus sitios on line. Lo mismo hizo la cadena nacional Dick's Sporting Goods, que retiró el fusil y otras pistolas de los negocios del área de Newtown. "Hay razones para tener esperanza", comentó hoy el New York Times en uno de sus editoriales dedicados al tema del control de armas.