Firmaba como Lose y se había vuelto un experto en activar los frenos de emergencia del Metro. Así, el grafitero de 31 años pintaba los vagones durante el tiempo en que permanecía interrumpido el servicio. Lose fue detenido a inicios de mes por la policía de Madrid. "El detenido acumula el mayor número de superficie de tren pintada en toda España", informaba la prensa hispana tras la detención.

"Este chico que han pillado hace unos días, Lose, ese es amigo mío", dijo ayer el escritor Arturo Pérez-Reverte (62) al diario ABC, entrevistado por su última novela, El francotirador paciente, que hoy sale a la venta en España y que llega a Chile en un par de semanas. 

El autor de la exitosa saga del capitán Alatriste ambienta su nuevo libro en el mundo del grafiti callejero, a un año de la salida de su novela anterior, El tango de la Guardia Vieja.

"Ellos mismos, sus compañeros grafiteros, lo respetan. Es el rey", agregó Arturo Pérez-Reverte sobre Lose. El autor asegura haberse involucrado con grupos de grafiteros de Europa para crear su último thriller. Pero también se inspiró en un caso más mediático. El de Banksy, el pintor de murallas británico que oculta su identidad, que llegó a colgar sus obras en el MoMA de Nueva York y que en 2008 subastó un cuadro por US$ 1,8 millones en una venta benéfica.

JEFE DE LA CIUDAD

La historia de El francotirador paciente arranca en 1990, con dos jóvenes que se encuentran en un callejón con Sniper, el grafitero de capucha negra que funciona al límite de la legalidad, y que al firmar su nombre con aerosol dibuja en la "i" la mira telescópica de un francotirador. "En más de 20 años, desde que empezó como simple grafitero, casi nadie le ha visto la cara", dice uno de los jóvenes admiradores de Sniper.

Sus intervenciones callejeras ponen en alerta a las autoridades, por el peligro que pueden causar al resto de la población, como rayar vagones de trenes. "Los policías que salen en la novela están basados en personajes reales", dice su autor.

En ese momento, cuando entra a escena la policía, aparece también en la novela Alejandra Varela, especialista en arte urbano, quien se vuelve protagonista junto al grafitero solitario. El  editor del periódico en el que trabaja Varela le pide que vaya tras los pasos de Sniper. Las pistas la conducirán por barrios de Madrid, viajará a Lisboa (Portugal), y vagará por las calles  de Verona y Nápoles en su intento por descifrar el verdadero objetivo del misterioso grafitero. El propósito de Varela es mayor: hacer una biografía y preparar una retrospectiva con las imágenes de Sniper para exhibir en el MoMA.

La campaña de promoción de El francotirador paciente también recorre las redes sociales.
Partiendo por el sitio web de Pérez-Reverte, donde hay un video de tres minutos en el que un hombre con capucha camina desafiante de noche por las líneas de un tren. Luego, aparecen supuestos admiradores refiriéndose al trabajo de Sniper. "En estos momentos es el amo, el jefe de la ciudad", dice una chica rubia de gorra hiphopera.

"Es un artista urbano interesante, con una enorme falta de escrúpulos, que lo hace moralmente no muy recomendable", dice al final del video el mismo Arturo Pérez-Reverte. Además, como banda sonora de la novela, recomiendan escuchar músicos como La Polla Records, Cypress Hill y Beastie Boys.

Reportero de guerra por más de 20 años en sitios como Libia y Croacia, Pérez-Reverte dice que esa experiencia lo ayudó a acercarse con mayor facilidad a las pandillas que rayan ocultas las paredes. "Me han servido mucho los viejos trucos de reportero", dijo el narrador. Y de sus prejuicios sobre el grafiti, agrega: "Yo tenía la idea de que el grafitero era un vándalo. Y cuando abordé la novela me puse a estudiarlos, a leerlos, a mirarlos, a conocerlos, a hablar con ellos, y me di cuenta de que la cosa era mucho más compleja".

Una de las frases que ha repetido el autor de El pintor de batallas en las entrevistas que promocionan su novela es: "El grafitero es un tipo que tiene derecho a llamarse escritor". Además de otras declaraciones que quizá sean rebatidas en su momento por los mismos artistas callejeros o aficionados a pintar con aerosol. Acá va una opinión: "El núcleo fundamental de los grafiteros -aunque hay niños bien- son barrios pobres, marginales, de gente que no tiene ningún tipo de expresión". Otra: "Una mera firma en la pared te está contando una historia de marginalidad, de desesperación, de violencia, de ambición".b