Señor director:

En respuesta a nuestras críticas a los dichos del expresidente Sebastián Piñera en materia de educación, Julio Isamit señala que Chile "ha retrocedido" en lo que respecta a libertad de enseñanza. Arguye que la calidad debería "volver a ser el eje de la política gubernamental" y que las familias puedan aportar "libre y voluntariamente" a la educación.

Precisamente la concepción de calidad se vio empobrecida por las políticas que el expresidente defiende, pues la volvió un bien accesible solo a sectores de altos ingresos, lo que resulta en una acumulación de privilegios por parte de una minoría, cuyo acceso al capital cultural y redes de poder hacen que el discurso de la meritocracia se vuelva vacío.

Ya en 1979 algunos sectores de la Iglesia Católica advirtieron estos efectos en la revista Mensaje: "Este conjunto de actividades privadas deberá normalmente autofinanciarse, se perfila así un mercado educacional diversificado, al que se accederá en forma escalonada según sea la cantidad de medios económicos que cada familia pueda gastar en educación… El resultado inevitable es acentuar el vicio tradicional del sistema que entrega más educación a quienes más poseen". Ello es profundamente injusto considerando que todos los niños merecen las mismas oportunidades para acceder a una educación de calidad.

El Estado nunca prohibirá a las familias invertir en educación de distintas y creativas maneras. Otra cosa es que los establecimientos con financiamiento público se refugien bajo la libertad de enseñanza para discriminar a las familias por su capacidad de pago.

La institucionalidad pública tiene por esencia la misión de corregir las desigualdades de origen y reunir a los ciudadanos bajo un marco común que, sin homogeneizar, los prepare para la vida democrática, donde los distintos se encuentran y entablan un diálogo permanente, cuya condición fundamental radica en su capacidad para concebirse como iguales.

Sofía Barahona Mena

Presidenta Feuc